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jueves, 3 de marzo de 2016

RÍO ROJO

(Red River) - 1948
Director: Howard Hawks
Guion: Borden Chase

Intérpretes:
- John Wayne: Tom Dunson
- Montgomery Clift: Matt Garth
- Walter Brennan: Groot
- Joanne Dru: Tess
- John Ireland: Cherry Valance

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: United Artist
País: Estados Unidos


Por: Güido MalteseNota: 9

Tom Dunson: "Eres blando, debiste dejar que me mataran, porqué yo te mataré a ti, daré contigo, no se cuando, pero te daré alcance, y cada vez que mires atrás creerás verme, algún día me encontrarás detrás de ti Matt, y ese día te mataré"


El amargado, duro y férreo Tom Dunson y su amigo Groot deciden separarse de la caravana en la que viajan para encontrar tierras en las que criar ganado. Poco después la caravana es asaltada por los indios y descubren que la amada de Tom ha muerto.



Encuentran al único superviviente, Matt , al cual Tom acepta cómo pupilo y cría cómo a un hijo. 15 años después, han conseguido tener el rancho mas grande del territorio, pero debido a la guerra y la situación precaria, Tom esta arruinado, Decide reunir sus 10.000 cabezas de ganado y llevarlas a Missouri dónde las pagan a un precio muy superior.



Las tensiones de un viaje de tres meses y el exhausto trabajo al que deben someterse, sumados a la paranoia enfermiza que hace presa en Dunson se va apoderando del grupo de hombres y provoca que Matt y Tom acaben enfrentados. Matt se hace con el rebaño para ir a Abilene, dónde se rumorea que hay un ferrocarril y el viaje sería mas corto. El terco y desquiciado Dunson es abandonado, pero jura venganza contra Matt.



“Matar y leer, matar y leer. Llenar el cuerpo de un hombre de plomo, meterlo bajo tierra y luego leer sobre la tumba. ¿Por qué cuando mata a un hombre a de pedir al Señor que le perdone todos sus pecados” dice Paul Fix (otro gran secundario!) en un momento dado del film. Esta frase resume la dura odisea a la que se enfrentan un grupo de hombres...


Una dirección perfecta, apoyada en un guión excelente y una fotografía impresionante (en blanco y negro) convierten al film en una obra maestra del género sin ningún lugar a dudas.



Unos secundarios de lujo cómo Noah Berry, Harry Carey (padre e hijo), John Ireland o Hank Worden contribuyen a redondear aún mas, si cabe, el resultado. Y si a eso sumamos una música a cargo de Dimitri Tiomkin, pues ya casi tenemos un 10... Un clásico del western imprescindible.



Merece la pena comentar una estampida que ocurre de noche y que resulta difícil de creer que se pudiera filmar algo así hace 70 años. Y unas escenas nocturnas con niebla incluida increíbles.


Algo parecido puede decirse de las imágenes, en la medida en que uno es capaz de analizarlas: si un brasero aparece en primer plano para, se diría, cerrar armónicamente la composición, y a la vez alejarnos, con un cierto pudor, de la ceremonia de un entierro, al cabo de unos segundos, John Wayne se acercará y recogerá el hierro para marcar que estaba apoyado en el brasero. Todo es fluido y funcional, todo parece a la vez fácil y lógico.



La naturaleza se muestra sólida y sin idealizar, incluso en los cielos llenos de nubes oscurecidas por el filtro rojo, los cactus, juncos y espinos que surgen en los bordes de un encuadre, la hierba alta que cruza el ganado...



Como ocurre en las historias para niños, esta nos habla de terribles verdades: el enfrentamiento entre un padre y su hijo, el peso de las decisiones incorrectas, la locura como un camino sin retorno para aquel que no se permite el descanso ni la rectificación; el desequilibrio de un mundo en el que la violencia es el único medio de expresión, y en el que no hay espacio para las mujeres, porque los hombres, orgullosos e infantiles, se niegan a reconocer que la noche dura lo mismo que el día, y que resulta mucho más angustiosa cuando uno está a solas con los fantasmas de su mente.


Río Rojo es algo más que un western clásico, es una historia épica, es la historia de Tom Dunson , que con la ayuda de un viejo y un joven consigue reunir en pocos años díez mil cabezas de ganado que debe transportar a través del estado en una travesía que no ha hecho nunca nadie. Pero "Río Rojo" es también una historia de traición y venganza, solo estropeada por una mujer, "Río Rojo" podría haber sido una obra maestra, podría haber tenido uno de los mejores finales que se recuerdan, pero incomprensiblemente Howard Hawks introdujo una mujer en una historia que no hacia falta y se acabó la venganza, la ira de Wayne aplacada por una mujer, quién lo iba a decir.

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Por: Xavi J. PruneraNota: 9

“Río Rojo” es, sin lugar a dudas, un grandísimo western. Pero no sólo por su calidad. “Río Rojo” es grande porque su historia también lo es. Y cuando una historia es grande y encima te la cuentan bien, pasa a ser una epopeya. En este caso, la de un hombre que luchó sin descanso por sus tierras y su ganado y que, en tan sólo catorce años, pasó de arrastrar un toro y una vaca sin tener donde caerse muerto a poseer más de diez mil cabezas y una hacienda que ya la quisiera la Duquesa de Alba.

La epopeya a la que me refiero, sin embargo, no es sólo esa. La epopeya a la que me refiero también acontece cuando ese hombre debe trasladar sus cabezas de ganado a lo largo de más de mil millas si no quiere perderlo todo. Una empresa verdaderamente heroica que sólo un mito del cine como John Wayne podría liderar con total y absoluta convicción. Y la lidera. Vaya si no. El problema sobreviene cuando los que lo acompañan no están a su nivel. A su nivel de tenacidad, osadía, severidad, fortaleza y certidumbre. Algunos a todo eso lo llamarán obstinación, tiranía o despotismo. Pero yo -tratándose de Wayne, o Dunson- lo llamaría, sencillamente, determinación. O fe. O, por qué no, cojones.

Nueve homéricos puntazos, pues, para un western en el que la aventura exterior es tan grande como la interior y en el que la legendaria dualidad entre los personajes encarnados por Wayne y Clift forma parte ya, desde hoy mismo, de mis mejores recuerdos cinematográficos. Ahí es nada.

(Reseña publicada por Xavi J. Prunera en FilmAffinity el 30-11-2011).

TRAILER:


jueves, 18 de febrero de 2016

SOLO ANTE EL PELIGRO


(High Noon) - 1952
Director: Fred Zinneman
Guion: Carl Foreman

Intérpretes:
- Gary Cooper: Will Kane
- Grace Kelly: Amy Fowler
- Thomas Mitchell: Jonas Henderson
- Lloyd Bridges: Harvey Pell
- Katy Jurado: Helen Ramírez
- Lee Van Cleef: Jack Colby
- Ian McDonald: Frank Miller

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: Stanley Kramer Productions
País: Estados Unidos


Por: Xavi J. PruneraNota: 9

Will Kane, a Amy: "Cariño, he estado pensando… me están haciendo huir. Yo jamás he huido de nadie"

Si existe un solo western que me retrotrae automáticamente a la niñez cada vez que lo veo o pienso en él ése es, sin lugar a dudas, “Solo ante el peligro”. Naturalmente, no es el único.


De mi infancia recuerdo con bastante claridad “La diligencia”, “Raíces profundas”, “Río Bravo” o “Veracruz”, por ejemplo. Pero ninguno de ellos me marcó tanto, en aquellos entonces, como "Solo ante el peligro."

Ya de adulto, obviamente, la he visto más veces. Y en todas esas ocasiones he podido prestar mayor atención a muchos otros detalles y a indagar un poquito más en la coyuntura o situación sociopolítica que vivió Estados Unidos durante esa época.


Concretamente, entre finales de los 40 y principios de los 50. Me estoy refiriendo, como podréis suponer, al macarthysmo. A la ‘caza de brujas’, vaya. Precisamente por ello el trabajo de Carl Foreman —guionista de la peli y exmilitante comunista— fue inspeccionado con lupa y precisamente por ello el Comité de Actividades Antiamericanas puso el grito en el cielo cuando, en pleno rodaje, se enteraron de qué iba el guión y se vieron reflejados en él. Huelga decir que Foreman fue llamado a declarar y que tras ser interrogado, presionado y amenazado por parte del comité, no volvió a trabajar nunca en los Estados Unidos.


Ya en el exilio, ganó el Oscar al mejor guión adaptado por “El puente sobre el río Kwai” (1957), de David Lean, pero cabe decir también que jamás pudo ir a recogerlo.


Y aunque poco más se podría añadir a un western cuyo gran fundamento es esa clara y meridiana metáfora de la ‘caza de brujas’ macarthyana (Gary Cooper encarna en esta peli a Will Kane, un sheriff que espera —solo y abandonado por todos— la llegada a Hadleyville de un exconvicto, Frank Miller (Ian McDonald), que él mismo había mandado a presidio y que regresa, cinco años después, dispuesto a matarle) no quisiera terminar esta reseña sin incidir en otros aspectos que considero —si bien no tan mediáticos— sí, al menos, dignos de mención. 


Empezaré por el aspecto formal. Y es que, aunque “Solo ante el peligro” es una peli narrada y rodada según los cánones del clasicismo cinematográfico más puro y duro, también cabe mencionar todos esos detalles que la hacen única y especial. Así, a la austera y tradicional fotografía en blanco y negro de Floyd Crosby, Zinneman le añade un buen puñado de recursos narrativos muy pero que muy interesantes.


Desde esa precisa sincronización entre el tiempo real y dramático que nos muestran y nos enfatizan insistentemente esos omnipresentes relojes que aparecen por doquier hasta todo ese amplio repertorio de planos a cuál mejor (con mención especial a esa grúa que, en un momento dado, se eleva a las espaldas de Kane para hacerle ver tan frágil como insignificante) que convierten a este western, a mi juicio y paradójicamente, en uno de los mejores thriller de la historia del cine. 


Otro de los puntos fuertes de “Solo ante el peligro” es, obviamente, su protagonista: Will Kane. Un hombre, a priori, recto, íntegro y valeroso. Pero también —y aunque parezca contradictorio— temeroso, dubitativo y angustiado.


Y es que la gran virtud de “Solo ante el peligro” es, a mi juicio, equilibrar a la perfección dos conceptos tan antagónicos como el miedo y el valor. Ese equilibrio —junto a la velada o no tan velada crítica al macarthysmo y a esa tensa e inacabable espera— son, por lo tanto y desde mi punto de vista, los tres grandes ejes de este mítico y enorme western.




FOTOS DEL RODAJE:








TRAILER:


miércoles, 9 de diciembre de 2015

DUELO DE TITANES

(Gunfight at the O.K. Corral) - 1957

Director: John Sturges
Guión: Leon M. Uris

Intérpretes:
- Burt Lancaster: Wyatt Earp
- Kirk Douglas: Doc Holliday
- Rhonda Fleming: Laura
- Jo Van Fleet: Kate
- John Ireland: Johnny Ringo
- Dennis Hopper: Billy Clanton

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: Paramount Pictures
País: Estados Unidos

Por: Güido Maltese. Nota: 8,5

Doc Holliday: "Si he de morir, déjame que lo haga por el único amigo que he tenido en la vida"

Dirigida por el gran John Sturges (“Los siete Magníficos”, “El último tren de Gun Hill”, etc...) e interpretada por Burt Lancaster (Wyatt Earp), Kirk Douglas (Doc Holliday), Rhonda Fleming (Laura), Jo Van Fleet (Kate), John Ireland (Johnny Ringo) y una de las primeras apariciones de Dennis Hopper (Billy Clanton).



Nos narra, nuevamente, la historia del famoso duelo de O.K. Corral. Y digo nuevamente, pues recordemos que el maestro Ford ya tocó el tema 11 años antes con la gran “Pasión de los Fuertes” (1946).

Aunque Sturges nos brinda una óptica muy diferente sobre el tema, destacando, sobre todo lo demás, uno de los temas que mas me atraen del western (y de la vida real): la Amistad.

Dos hombres solitarios, duros, con sus propios códigos de honor y, aparentemente, completamente antagonistas. Earp, adalid de la ley y la justicia, serio, férreo en sus convicciones, leal a sus principios y tozudo en sus decisiones.

Holliday, ex dentista convertido en pistolero, jugador profesional, bebedor empedernido y atormentado por su conciencia, sarcástico y cínico, pero también leal a sus principios y códigos de honor.

El desarrollo de la película, con un guión excelente de León Uris, va in crescendo, llevándonos poco a poco a través de la relación que se va estableciendo entre los dos protagonistas. Arranca desde una animosidad manifiesta entre Earp y Holliday, entre la ley (por encima de todo) y el fuera de la ley (aunque siempre en “defensa propia”).



Earp salva a Holliday de un linchamiento (aunque no le guste Holliday, su credo en la ley y la justicia le obliga a ello). A partir de ahí, las vidas de los dos se cruzaran constantemente y la vida honrada y ordenada de Earp, se siente atraída por la personalidad atrayente y tan diferente de Holliday. Mientras, éste último está decidido a pagar su deuda por haberle salvado la vida. Pero cuando ésa deuda queda saldada, la amistad ya ha arraigado en ambos hombres y los ha marcado profundamente. Y todo esto queda reflejado en dos escenas increíbles:

La primera, cuando el orgulloso Earp se traga su orgullo y le pide ayuda a Holliday. El duro y solitario agente de la ley, acostumbrado a resolverlo todo sólo y sin ayuda de nadie (y menos de un tipo cómo Holliday) decide recurrir a la única persona en la que confía.


La segunda, cuando Holliday, muy enfermo ya, le dice a Kate: “Si he de morir, déjame que lo haga por el único amigo que he tenido en la vida”.

¡¡Espectacular!! Esta frase resume toda le película y, a mí, me pone la carne de gallina...



Y que decir de la interpretaciones de Lancaster y Douglas. Magistrales ambas, en un duelo interpretativo de los mejores que existen en el western y en el Cine en general. Dos de los mas grandes de la pantalla frente a frente y sin que uno supere al otro, mas que en momentos puntuales. Pero, al final, Douglas se lleva el gato al agua ya que está sublime e inunda la pantalla con su presencia.


A destacar tambien la actuación de John Ireland en el papel del enemigo jurado de Doc Holliday, Johnny Ringo.

Las interpretaciones femeninas, correctas sin más. Eso sí, el papel de Rhonda Fleming es, para mi gusto, demasiado importante y nos distrae por un momento de lo que realmente nos interesa. Aunque, por otra parte, nos aporta la visión de la lealtad y el honor de Earp: aunque está completamente enamorado, prefiere cumplir con su deber y perderla a ella.

Otra gran baza de la película es la sublime fotografía de Charles B. Lang (“El hombre de Laramie”, “Los 7 Magníficos”, etc.). Cuidada y elaborada, nos sorprende desde el principio con unos paisajes espectaculares de las llanuras del oeste. Y no olvidemos la música del gran maestro del western: Dimitri Tiomkin (“Rio Bravo”, “El Álamo”...) y, sobre todo, el pegadizo tema central interpretado por Frankie Laine.... ¿qué aficionado al western no conoce ése tema?.

En definitiva, la película es una maravilla del 7º Arte, imprescindible para cualquier aficionado y no solamente del western, sino del Cine.



Y, para mí, lo más importante: la manera de tratar el tema de la Amistad, la Lealtad y el Honor entre dos hombres, entre dos amigos.

“Si he de morir, déjame que lo haga por el único amigo que he tenido en la vida”...brrrrrrr, que escalofríos!

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Por: Xavi J. Prunera. Nota: 8,5

Poco podré añadir, probablemente, a lo que -con sumo acierto- ya ha comentado mi amigo Güido sobre este extraordinario western. Aún así, permitidme que vierta mis humildes impresiones sobre “Duelo de titanes” en este blog porque creo que es justo y necesario confirmar y/o reforzar las palabras de mi colega las veces que sea preciso para que a nadie le quede la menor duda que estamos ante un peliculón como la copa de un pino.

Y aunque lo más fácil sería vertebrar mis argumentos entorno al sublime duelo interpretativo entre Kirk Douglas y Burt Lancaster, al pegadizo tema musical compuesto por Dimitri Tiomkin e interpretado por Frankie Laine, a la impecable fotografía de Charles B. Lang, al impoluto guión de León Uris o a la suntuosa ambientación y puesta en escena de la que hace gala yo creo, francamente, que la clave del éxito de “Duelo de titanes” reside —como bien apunta Maltese— en esa amistad, en esa lealtad a prueba de bombas entre Wyatt Earp (Burt Lancaster) y John ‘Doc’ Holliday (Kirk Douglas). Una amistad que nace, paradójicamente, de cierta animosidad inicial, que va creciendo poco a poco con total y absoluta naturalidad y que llega a su momento culminante cuando Earp le implora ayuda a un abatido Holliday o cuando el propio Holliday se levanta renqueante de la cama la mañana del célebre duelo en OK Corral y pronuncia, ante Kate, una de las frases más conmovedoras de la peli: “Si he de morir, déjame que lo haga por el único amigo que he tenido en la vida”.

Así pues permitidme también que reivindique al que coordinó todo ello; al que narró toda esta historia con un pulso y una elegancia encomiables. A John Sturges. Un cineasta al que tradicionalmente siempre se le ha situado un peldañito por debajo de Ford, Hawks, Mann y cia. y que con este pedazo de western (así como con “El último tren de Gun Hill” o “Los siete magníficos”) constata fehacientemente que, de sobras, sabía hacer muy bien su trabajo.