NOSOTROS

Mostrando entradas con la etiqueta Dimitri Tiomkin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dimitri Tiomkin. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de marzo de 2018

RÍO DE SANGRE

(The big sky, 1952)

Dirección: Howard Hawks
Guion: Dudley Nichols

Reparto:
- Kirk Douglas: Jim Deakins
- Dewey Martin: Boone Caudill
- Elizabeth Threatt: Teal Eye
- Arthur Hunnicutt: Zeb Calloway
- Buddy Baer: Romaine
- Steven Geray: “Frenchy” Jourdonnais
- Hank Worden: Poordevil
- Jim Davis: Streak

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: RKO Radio Pictures, Winchester Pictures Corporation (USA).

Por Jesús Cendón. NOTA: 8

“¡Sí que es grande esta tierra! Sólo el cielo es más grande. Parece que Dios la creó y se olvidó ponerle personas” (Jim Deakins a Boone Caudill y Zeb Calloway mientras marchan en busca de caza)


Dentro del wéstern creo que podemos hablar de un subgénero, el pre-wéstern, que abarcaría aproximadamente los filmes ambientados desde el siglo XVIII hasta 1830-1840. Un período en el que se forjaron fundamentalmente dos mitos: el de la construcción de un país basado en los sacrosantos principios de la libertad y de la igualdad, y el de la frontera como territorio en continúa tensión entre el mundo civilizado y el mundo indómito. Son, a su vez, películas genéricamente fronterizas al darse en ellas la mano elementos de distintos géneros: wéstern aventura o, incluso, bélico.


Además, las cintas de este subgénero se pueden clasificar en tres grandes categorías:

Aquellas que narran las peripecias de los primeros colonizadores, generalmente en lucha contra los nativos norteamericanos y/o el ejército británico. Siendo los ejemplos más destacados: “La pequeña rebelión” (William A. Seiter, 1939), “Corazones indomables” (John Ford, 1939), “El luchador de Kentucky” (George Wagner, 1949), “Hacha de guerra” (Kurt Neumann, 1956), “Revolución” (Hugh Hudson, 1985), las distintas adaptaciones de la novela de James Fenimore Cooper “El último mohicano” entre las que destaca la dirigida en 1992 por Michael Mann o, más recientemente, “El patriota” (Roland Emmerich, 2000).


Los filmes que recrean, con mayor o menor rigor, algún acontecimiento histórico. Formarían parte de este subgrupo, entre otras: “Paso al noroeste” (King Vidor, 1940), “Los inconquistables” (Cecil B. DeMille, 1947), “Traición en Fort King” (Budd Boetticher, 1953), “Horizontes azules” (Rudolph Maté, 1956), “La última orden” (Frank Lloyd, 1955), “Libertad o muerte” (Byron Haskin, 1956) o “El Alamo” (John Wayne, 1960).


Por último nos encontraríamos con películas con un tono marcadamente naturalista centradas en la vida de los tramperos; individuos trágicos al vivir en una clara paradoja ya que huían de la civilización pero, al abrir nuevos territorios al hombre blanco, se constituían en la punta de lanza de esa civilización que despreciaban. “Más allá del Missouri” (William A. Welman, 1951), el primer episodio de “La conquista del Oeste” (John Ford, Henry Hathaway y George Marshall, 1962), “Un hombre llamado caballo” (Elliot Silverstein, 1970), “El hombre de una tierra salvaje” (Richard C. Sarafian, 1971) y su innecesario y plúmbeo remake “El renacido” (Alejandro González Iñarritu, 2015) o, la ya reseñada en este blog, “Las aventuras de Jeremiah Johnson” (Sidney Pollack, 1972) son los filmes más conocidos de esta categoría; en la que también se encuentra “Río de sangre”.


ARGUMENTO: Jim Deakins, un veterano trampero; y su joven amigo, Boone Caudill, se enrolan junto con el tío de Boone, Zeb Calloway, en un viaje a través del Missouri con el objeto de comerciar con los pies negros. Durante el trayecto no sólo deberán enfrentarse a múltiples peligros: los indios crow, los miembros de la Compañía (empresa que ostenta el monopolio del comercio en el territorio) el propio Missouri, etcétera; sino que el amor de ambos por Teal Eye pondrá a prueba su amistad.


Segundo wéstern de Howard Hawks tras “Río Rojo” con el que presenta varias semejanzas: ambos se desarrollan en grandes espacios, se centran en la figura de pioneros y la historia está estructurada en torno a la relación entre dos personajes; pero a diferencia de su primer wéstern, en la película que nos ocupa Howard Hawks se implicó también en la producción a través de una pequeña compañía, la Winchester Pictures Corporation, creada por el cineasta para financiar un clásico de la ciencia ficción, “El enigma de otro mundo” (Christian Nyby-Howard Hawks, 1951).


Estamos ante una adaptación del magnífico libro de A. B. Guthrie Jr. “Bajo cielos inmensos”, editado recientemente por Valdemar en su colección Frontera. Aunque en realidad el guion, escrito por Dudley Nichols, habitual escritor en esa época de John Ford, y en el que participó, como era habitual, el propio Hawks, se centra exclusivamente en los capítulos segundo y tercero de la novela, inspirándose libremente en ellos. Así, en la película se fusionan los personajes de Summers y el tío Zeb en este último que, además, se convierte en el narrador de la historia y se le da mayor relevancia tanto al personaje de Teal Eye como a la historia de amor protagonizada por esta y los dos amigos, Jim Deakins y Boone Caudill, para los que en principio Hawks pensó en Robert Mitchum y Marlon Brando aunque por problemas tanto económicos como de agendas tuvo que sustituirlos por Kirk Douglas y Dewey Martin.


En todo caso, estamos ante una cinta muy personal de su autor que define perfectamente su cine y en la que nos vuelve a sumergir en un universo masculino, o lo que entendía él por este, presidido por peleas, borracheras y sentimientos como la camaradería, la amistad, el honor o la lealtad a través de la relación de profunda complicidad y camaradería que se fragua de forma definitiva, precisamente tras una riña, entre el veterano Jim y el joven Boone. Tema este, de la amistad, que es una constante en el cine del director nacido en California y que en la película que nos ocupa se enriquece al convertirse prácticamente Jim en el mentor de su amigo, tornándose el vínculo existente entre ellos en una relación cuasi paterno-filial. Porque el filme no sólo trata de la expedición de más de tres mil kilómetros a través del Missouri en la que se embarcan los dos camaradas, sino que para el joven Boone también constituirá un viaje iniciático a través del cual madurará, se convertirá en adulto y como tal deberá decidir; debiendo adoptar resoluciones que, como cualquier elección, serán dolorosas y le marcarán para el resto de sus días.


La película cuenta, por tanto, con una mayor hondura de lo que pueda parecer haciendo una lectura superficial de la misma pero en la que Hawks no se muestra pretencioso, ya que son las acciones las que van definiendo a los personajes y no los largos y pesados discursos (en este sentido es extraordinaria, por su sutileza, la larga secuencia en la que Boone, Poordevil, interpretado por un irreconocible Hank Worden, y Teal Eye rescatan a un herido Jim de una muerte segura y la forma en la que se muestran los sentimiento de este hacia la india); además de conseguir el director engarzar de forma natural drama y comedia, incluso en las mismas secuencias. Así, nos encontramos con la famosa escena del dedo en la que transforma una situación trágica (la amputación de un dedo de la mano a Jim) en un memorable gag; mientras que una escena de corte cómico, el baile disfrazado de mujer del grandullón Romaine interpretado por Buddy Baer (el Ursus de “Quo Vadis”) finaliza en tragedia al verse interrumpido bruscamente por un ataque de los indios.


Narrada casi como si fuese un docudrama sobre la vida de los tramperos, al igual que haría Delmer Daves en “Cowboy” sobre los vaqueros seis años después, sin duda la labor de Russell Harlan como director de fotografía se antoja fundamental. Harlan por su forma de retratar los Parques Nacionales de Yellowstone y Grand Tenton, así como el río Snake, que redunda en la sensación de veracidad del filme, obtuvo una merecidísima nominación al Oscar; al igual que Arthur Hunnicutt como actor secundario por su papel del incrédulo y racional tío Zeb. Pero es Jim Deakins, gracias a una actuación plena de vitalidad y energía de un Kirk Douglas en su mejor momento, el personaje imposible de olvidar. Un individuo que va engrandeciéndose a medida que se desarrolla el filme y, sobre todo, con el magnífico final en la que asume con generosidad su fracaso; derrota que supone no sólo la pérdida de quien es su mejor camarada, sino de la que podía haberse convertido en la mujer de su vida (incluso Boone en un momento determinado le reconoce a Teal Eye que ella y Deakins harían una buena pareja). Lástima que no tuviera un contrapeso mayor al interpretar a Boone el soso Dewey Martin.


“Río de sangre”, por tanto, se revela como la obra de un director singular, de una gran belleza, vitalista, antirracista y profundamente lírica, a la que contribuye la delicada partitura compuesta por Dimitri Tiomkin, sobre una forma de vida basada en la comunión con la naturaleza y en la más absoluta libertad desarrollada en un territorio virgen, de grandes espacios abiertos, a punto de desaparecer con la llegada, primero, del ejército y, después, de los colonos y con ellos los asentamientos “en donde los hombres permitían que el tiempo gobernase sus vidas”; así como, sobre los individuos que la protagonizaron. Seres pendencieros, fanfarrones, camorristas y bravucones, pero igualmente nobles, solidarios, leales, francos y honestos; los “mountain men”.


Como curiosidad comentaros que la escena del dedo la había concebido el director para “Río Rojo” pero no se llegó a rodar por no estar convencido Wayne. Al actor, una vez vista la película, le faltó tiempo para llamar a Hawks y comentarle que si le parecía divertido un funeral no dudara en contar con él para rodarlo.


Por último, indicaros que se ha editado recientemente en DVD una versión, con la imagen bastante deteriorada, de 135 minutos, más larga que la estrenada de algo más de dos horas, aunque tampoco coincide con la película concebida por el director de 140 minutos de duración.




viernes, 28 de julio de 2017

EL ÁLAMO

(The Alamo -1960)

Dirección: John Wayne
Guion: James Edward Grant

Reparto:
- John Wayne: Davy Crockett
- Richard Widmark: Jim Bowie
- Lauren Harvey: Col. William Travis

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: United Artists

Por Sergio González-Cachón (Farwest). NOTA 8,8

“Nada ocurre que no esté escrito, hay que dar tiempo al tiempo"

El cine americano es el único que es capaz de convertir una derrota en una épica victoria, ya lo vimos anteriormente en “Murieron con las botas puestas”, pues “El Álamo” nos cuenta la verdadera historia de unos 185 Texanos que en una misión cerca de San Antonio de Béjar resistieron durante 12 días, el asedio de las tropas mexicanas (más de 7.000 soldados) al mando del general Santa Anna.


Este maravilloso western, que creo que el tiempo lo ha puesto en su lugar, fue dirigido por el gran John Wayne, y digo esto porque la crítica nunca ha sido justa con esta película, quizás por las ideas políticas de Wayne, con una marcada tendencia derechista. Pero a pesar de que las críticas no fueron buenas, este western fue una de las películas más taquilleras del año 1960, y siempre se le deseó que no tuviera éxito, pero con lo que no contaba la crítica era que John Wayne además de ser un gran actor también supiese dirigir. Fue tanto el menosprecio que recibió John Wayne como director, que corrió la leyenda que su gran amigo John Ford rodó íntegramente el ataque final a la Misión, pero la verdad fue que John Wayne y su hijo Michael (productor) temieron que la presencia del director creara conflictos en el rodaje, así que le enviaron a rodar secuencias en ríos y bosques, las cuales nunca fueron incluidas en el montaje final de la película.


Y la prueba de que John Wayne es un gran director es recomendar su excelente bélico “Boinas verdes” (1968), que tiene grandes secuencias, como el extraordinario ataque vietnamita al poblado americano, o ese emotivo final donde el chico busca desesperadamente a su amigo el soldado Peters, bajo la atenta mirada del bueno de John Wayne. Eso sí recomendar verla pasados 15 minutos del metraje, porque al comienzo del metraje se justifica de manera bochornosa la participación de los EE.UU en la guerra del Vietnam. Pero no se dejen engañar porque, pasados estos primeros 15 minutos, estamos ante una gran película bélica.


Quizás la historia real del asedio del Álamo no fuese realmente como contó la película, sobre todo la muerte de nuestros tres protagonistas, se dice que en la realidad no murieron de la forma tan épica que nos la muestra John Wayne y que el general Santa Anta no era tan fiero como lo pintaban, de hecho una de las cosas con las que quería acabar el ejército mexicano era que en Texas todavía estaba permitido la esclavitud, por eso Richard Widmark tiene un hombre de color a su servicio, que curiosamente también decide quedarse a morir en el Álamo.


Pero a pesar de que la crítica la trato de muy derechista, ni muchos menos, ya que en muchos fragmentos de la película se trata al ejército mexicano con mucho respeto y admiración, y se alaba lo buenos soldados que son, y sobre todo el porte y la elegancia de su ejército. Además Richard Widmark habla muy bien del pueblo y del país mexicano, y precioso el respeto con el cual el general Santa Anna trata a los supervivientes del Álamo.


John Wayne llevaba con la idea en la cabeza de rodar esta historia más de 10 años, película que dirigió y produjo a través de su productora, con un alto coste (más de diez millones de dólares), el cual asumió la mayor parte Wayne con su patrimonio, le llevó a casi la ruina, a pesar de ser un éxito moderado, no fue el éxito que esperaban, quizás lastrado por las injustas críticas.


Pero con todo ello “El Álamo” es uno de esos westerns que se te quedan en la memoria, con imágenes emocionantes, épicas y difíciles de olvidar, un clásico indiscutible que gana con el paso de los años y de los visionados. Para ello John Wayne con tres magníficas interpretaciones: John Wayne como Davy Crockett, Richard Widmark como Jim Bowie y Laurence Harvey como William Travis, los tres míticos personajes que son leyenda del Alamo. Los 3 actores están fantásticos, con el carisma y la fuerza que requería interpretar a estas leyendas de la cultura popular. En especial Laurence Harvey como engreído y petulante coronel encargado de defender el Álamo, pero todo coraje, valentía y orgullo.


También resaltable el brillante papel de un actor que se movía como pez en el agua en el cine del oeste, que nos dejó personajes y cowboys para el recuerdo, me gusta mucho Richard Widmark y su interpretación como pícaro aventurero que parece que no le importa nada, pero que nadie le diga lo que tiene que hacer o decir. Y por último el propio Wayne que nos regala uno de sus papeles más memorables, como defensor y luchador por la libertad, a pesar de saber que debe dar su vida para defender la de los demás. Un héroe con letras mayúsculas que interpretaba como nadie y no te imaginas ningún otro actor que pudiese interpretar este papel. Y Davy Crockett cumplia con una de sus máximas:

"Yo quiero interpretar a un hombre real en todas mis películas, y defino la masculinidad de forma muy simple: el hombre debe ser duro, justo, y valeroso, nunca pequeño, nunca buscando una pelea, pero nunca dando la espalda a una".



Y todos los excelentes secundarios que nutren la película como son: Frankie Avalon, Patrick Wayne, Linda Cristal, Chill Wills y Richard Boone.


Y luego es un western que te deja tres grandes y emocionantes escenas para el recuerdo:
- La preciosa imagen de cuando se le comunica a Richard Widmark la muerte de su mujer, la dramática escena con un Widmark impresionante, y un Wayne consolándole y diciéndole las palabras adecuadas, y el respeto con el que el coronel Travis le da el pésame, a pesar de que no son los mejores amigos.


- La emocionante y preciosa secuencia, que ya vale en si toda la película, cuando saben que los refuerzos no van a llegar a tiempo, que van a morir irremediablemente, y como uno se van bajando del caballo, para quedarse a defender el Álamo, a pesar que ello les costara la vida.


- Y por último la hermosísima escena donde el ejército mexicano rinde honores a los supervivientes del Álamo mientras suenan los acordes de la preciosa canción “The Green Leaves of Summer” de Dimitri Tiomkin. Aquí se cumple una máxima del cine del oeste, todas los grandes westerns de la historia del cine tienen una gran banda sonora.


Además a todo esto se suma lo bien que se encuentra rodado el asedio final a la Misión, siendo una de las batallas más espectaculares vistas nunca en todo el cine del Oeste, con una fotografía maravillosa a cargo del siempre brillante William H. Clothier.


Así que olvídense de la política que para eso ya tenemos los libros de historia y deléitense con la forma y la manera con la que cuenta John Wayne la leyenda de El Álamo. Porque como decía James Stewart en otra de las míticas películas interpretadas por John Wayne “cuando la leyenda se convierte en un hecho imprime la leyenda”.


VER TRAILER:


miércoles, 11 de mayo de 2016

RÍO BRAVO

(Rio Bravo) - 1959

Director: Howard Hawks
Guion: Leigh Brackett y Jules Furthman

Intérpretes:
John Wayne: John T. Chance
- Dean Martin: Dude
- Angie Dickinson: Feathers
- Walter Brennan: Stumpy
- Ricky Nelson: Colorado Ryan
- Ward Bond: Pat Wheeler
- John Russell: Nathan Burdette
- Claude Akins: Joe Burdette


Música: Dimitri Tiomkin

Productora: Warner Bros
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 10

Colorado Ryan: ¿Cómo es que usa rifle?
John T. Chance: Descubrí que con el revolver algunos eran más rápidos que yo

Obra cumbre del western en particular y del cine en general dirigida por el gran Howard Hawks en 1959 e interpretada, como en todos los westerns de este director salvo “Río de sangre”, por John Wayne.

Reparto de Rio Bravo

SINOPSIS: El hermano del cacique de un pueblo de Texas en la frontera con Méjico ha asesinado a un individuo. El sheriff del pueblo, John T. Chance, tras apresarlo decidirá hacerse fuerte contra las acometidas del cacique en la cárcel. Para ello tan sólo contará con la ayuda de un borracho y de un viejo tullido, a los que se unirá, posteriormente, un joven pistolero que trabajaba para un amigo asesinado del sheriff. El drama está servido.



Creo que no exagero al calificar a este filme de obra maestra. En ella Howard Hawks dio lo mejor de sí mismo, y estamos hablando de uno de los mejores directores de cine, lo que se aprecia desde su hipnótico inicio, puro cine, en el que sin palabras y en apenas cinco minutos queda planteada toda la trama de la película. A partir de ahí asistiremos a una historia contada de forma magistral con un ritmo trepidante y en la que aparecen varias de las constantes de este director:



- La profesionalidad. Como leí hace tiempo los héroes de Hawks, a diferencia de los de Ford, actúan generalmente porque les pagan para ello; es decir, son auténticos profesionales que conocen perfectamente cuál es su trabajo y qué obligaciones conlleva el mismo. De hecho, la película se filmó porque Hawks no concebía la actitud de Gary Cooper en “Sólo ante el peligro”, puesto que para él un sheriff está para proteger a la comunidad y no para pedir ayuda a sus conciudadanos.



- La exaltación de la amistad y de la camaradería. Nos encontramos como en gran parte de sus películas (“Sólo los ángeles tienen alas”, “El Dorado”, “Hatari”) con un grupo de amigos que deben enfrentarse a una serie de peligros para cuya solución será fundamental que se mantengan unidos. Pero es que además parece que el director nos esté invitando a conocer y formar parte de ese entrañable grupo; así, de hecho, en la escena en la que cantan dos temas, entre ellos la magnífica “My rifle, my pony and me”, da la sensación de que el espectador está con ellos como si fuera uno más porque a lo largo del metraje ha conseguido que sientas que John, Dude y el viejo Stumpy son también tus amigos.



- La lucha de sexos. Tema ya presente en sus primeras comedias como “La fiera de mi niña”, en las que nos presenta personajes femeninos con una fuerte personalidad que no se limitan a ser meras comparsas y que aquí está maravillosamente representada en la relación que mantienen Chance y Feathers, en la que destacan las brillantes y rápidas réplicas y contrarréplicas de ambos.



Si la dirección es sublime, con la sencillez derivada de la genialidad, el guión de Leigh Brackett (escritora de ciencia ficción y habitual guionista de Hawks) y de Jules Furthman no lo es menos. Para mí uno de los mejores que he podido disfrutar, en el que se mezcla magistralmente acción (las escenas de tiroteos son soberbias, a destacar aquella en la que Colorado le arroja el rifle a Chance o la escena final), drama (representado sobre todo en Dude, un hombre que ha perdido todo, incluso la dignidad, por una desafortunada relación y que intenta cicatrizar sus heridas refugiándose en el alcohol), humor (genial la pareja de mejicanos amigos del sheriff) y amor (la escena en la que Chance lleva a Feathers en sus brazos a la cama es puro romanticismo).



Y como no hay dos sin tres, tenemos la banda sonora del genial Dimitri Tiomkin que cuenta con tres o cuatro temas maravillosos, desde el que aparece en los títulos de crédito, pasando por la canción anteriormente citada que es una adaptación del tema principal que compuso para “Río Rojo”, hasta el tema “Degüello” que volvería a aparecer en la gran banda sonora que compuso para “El Álamo”.



Por último, para redondear la peli, tenemos un puñado de actores en estado de gracia. John Wayne está soberbio como el integro y digno sheriff dispuesto a proteger a su comunidad aunque le pueda costar la vida, que no aceptará la ayuda de nadie porque sabe que ese es su deber y que se mantendrá fiel a sus amigos aunque uno de ellos en un arrebato le llegue a pegar. Creo que vuelve a demostrar lo gran actor que era y, sorprendentemente, sus dotes para la comedia. A Dean Martin creo que nunca le he visto tan convincente como en su personaje del torturado Dude. El robaplanos Walter Brennan hace aquí, junto con “Río Rojo” y “Tener o no tener”, la que para mí es su mejor interpretación y ojo estamos hablando de uno de los mejores actores que ha dado el cine. Angie Dickinson nunca ha estado tan bella y convincente como en esta peli. Ward Bond magnífico en un pequeño papel en el que destaca la naturalidad de las dos conversaciones que mantiene con Wayne, en la vida real grandes amigos y compañeros de borracheras junto a Ford. Quizás el único que desentona un poco es Ricky Nelson que no está a la altura del resto del reparto.



En definitiva, una gran peli para ver una y mil veces con el objeto de reencontrarte con unos viejos amigos que te esperan en el Far West.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Por: Xavi J. PruneraNota: 9

Todos los amantes del western tenemos nuestras preferencias. La genialidad de cineastas como Ford, Mann, Peckinpah o Leone resulta tan genuina y acusada que su cine suele generar en el espectador un grado de devoción prácticamente ilimitado. Yo me decantaría por los dos últimos pero, curiosamente, si me viera obligado a escoger un solo western capaz de aunar las claves y el espíritu global del género, mi principal opción sería “Río Bravo”, de Howard Hawks. Y no creo que fuera el único.



Probablemente “Río Bravo” no sea el mejor western jamás rodado. Es más, para mi no lo es. Ello no impide, no obstante, que le guarde a la peli de Hawks un cariño especial y que la considere como un inmejorable paradigma para que cualquier neófito deseoso de adentrarse en el legendario universo del far west pueda hacerlo a través de ella.



Os contaré una anécdota. En cierta ocasión le pregunté a un colega muy fanático de las pelis del oeste qué western salvaría de una hipotética hecatombe nuclear si sólo pudiera escoger uno. Tras resoplar varias veces y maldecir todos los huesos de mi cuerpo, masculló: ¿Sólo uno?. Me has matado. Ufff!... Pues “Río Bravo”. Su traumática elección me animó a revisar nuevamente la peli de Hawks. Quería corroborar si la magia de su recuerdo permanecía aún allí. Inalterable y eterna.



Afortunadamente, el sheriff Chance (John Wayne) seguía allí, en Presidio, con su firmeza e integridad intactas. A su lado, un atormentado borrachín (Dean Martín) y un tullido cascarrabias (Walter Brennan), se le mantenían incombustiblemente fieles, patrullando las calles y custodiando esa famosa celda mientras los secuaces de Burdette aguardaban la ocasión propicia para liberar al detenido. Asimismo, Feathers (Angie Dickinson) permanecía aún en el hotel, bellísima y espléndida, como siempre. Renunciando una y otra vez a coger esa maldita diligencia que habría de separarle de Chance para siempre.



Y, como la primera vez, el viejo Hawks me sorprendió nuevamente en el saloon. Con ese patadón a la escupidera y ese certero balazo a un contrapicado traidor. Con esa sabia combinación de drama, comedia, acción y romance. Con esa capacidad narrativa tan cómoda y natural. Con esa canción del degüello que sublima aún más, si cabe, una peli muy muy grande.



Aquella noche me acosté convencido de una cosa. El western jamás morirá mientras alguien, en algún lugar, vea por primera vez “Río Bravo”.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
FOTOS:

Angie Dickinson

John Wayne, Dean Martin y Ricky Nelson

Walter Brennan y John Wayne


John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson y Howard Hawks

Ricky Nelson y John Wayne

John Wayne, Angie Dickinson y Howard Hawks

Angie Dickinson

Angie Dickinson

Ricky Nelson

Dean Martin y Angie Dickinson

John Wayne, Ricky Nelson y Angie Dickinson





-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

TRAILER: