(The war wagon, 1967)
Dirección: Burt Kennedy
Guion: Clair Huffaker
Reparto:
- John Wayne: Taw Jackson
- Kirk Douglas: Lomax
- Howard Keel: Levi Walking Bear
- Robert Walker Jr.: Billy Hyat
- Keenan Wynn: Wes Fletcher
- Bruce Cabot: Pierce
- Joanna Barnes: Lola
- Bruce Dern: Hamond
- Gene Evans: Deputy Hoag
Música: Dimitri Tiomkin
Productora: Batjac Productions, Universal Pictures, Marvin Schwartz
Por Jesús Cendón. NOTA: 6,5
“El mío ha caído primero”. “Pero el mío era más alto”. Conversación entre Lomax y Taw Jackson tras haber acabado con dos de los esbirros de Pearce.
El coste de “El Alamo” (1960) se disparó obligando a John Wayne, productor del filme a través de su compañía la Batjac, a hipotecar todos sus bienes y después, al no haberse obtenido inicialmente el rendimiento económico previsto aunque finalmente fuera un wéstern muy rentable, a vender los derechos de la película a la United Artits, compañía distribuidora del filme. Prácticamente arruinada, la estrella tuvo que aparcar su labor de productor y dedicarse exclusivamente a interpretar películas a un ritmo frenético. Así, tan sólo en 1962 protagonizó “¡Hatari!”, modélica cinta de aventuras africanas rodada por Howard Hawks en su tercera colaboración con Wayne, y “El hombre que mató a Liberty Valance”, cumbre creativa de John Ford; y, además, realizó dos apariciones estelares en “La conquista del Oeste” y “El día más largo”, que le proporcionaron pingües beneficios.
Recuperado económicamente, en 1963 resucitó la Batjac con “El gran MacLintock” (Andrew Victor McLaglen) y en 1966 se asoció con la Brynna de Kirk Douglas (1) para producir “La sombra de un gigante” (Melville Shavelson), biopic del coronel David Marcus protagonizado por Douglas en el que se reservó un pequeño papel.
El entendimiento entre ambas estrellas fue total por lo que Wayne volvería a contar con Douglas para su siguiente proyecto “Ataque al carro blindado” una película del Oeste basada en la novela “Badman” escrita por Clair Huffaker, habitual autor wéstern (2), cuyos derechos había comprado hacía tiempo.
Al igual que con “El gran MacLintock” el veterano actor no quiso correr excesivos riesgos y se rodeó de colaboradores de su más absoluta confianza como el operador William H. Clothier, su director de fotografía favorito, o el mítico Dimitri Tiomkin, autor de la partitura de “El Alamo”, que compuso una banda sonora con sus característicos temas incidentales y una canción muy pegadiza, “La balada del carro blindado”, interpretada por Ed Ames que se escucha acompañando a los títulos de crédito mientras vemos al carro blindado y consigue predisponer al aficionado a favor del filme. Además confió la dirección al otrora gran guionista Burt Kennedy (3), un cineasta fiable y fácilmente manejable para John Wayne. De hecho Kirk Douglas ha señalado reiteradamente que Wayne constantemente daba instrucciones a Kennedy sobre cómo rodar determinadas secuencias e, incluso, llegó a filmar alguna escena.
ARGUMENTO: Una vez cumplida su condena de tres años en prisión, Taw Jackson decide vengarse del hombre que le acusó injustamente y se adueñó de su rancho en el que se había encontrado oro. Para llevar a cabo su plan, consistente en robar un carro que transportará próximamente 500.000 dólares, contratará a un grupo heterogéneo de individuos.
De hecho la premisa argumental del filme, un individuo que pretende recuperar la fortuna arrebatada por el ambicioso cacique del lugar, recuerda a “Los cuatro hijos de Katie Elder”; mientras que su estructura, con un grupo de amigos que deben mantenerse unidos para enfrentarse y vencer a un enemigo en común que le supera en número, remite a Howard Hawks. Incluso como en los wésterns del “viejo zorro plateado” el filme cuenta con un tono desenfadado; estando el humor muy presente durante toda la cinta. En este sentido destacan los diálogos cargados de ironía, sobre todo los correspondientes a Taw, Lomax y el indio Levi Walking Bear.
Sin embargo la originalidad del filme radica en trasladar al Lejano Oeste una trama propia de los thrillers y más concretamente del subgénero atraco perfecto, en los que la elaborada planificación y ejecución del robo, en esta ocasión brillantemente rodado, constituyen el núcleo de dichos filmes. En este, además, destacan igualmente, junto con la extraordinaria y larga secuencia del robo, la magnífica pelea, perfectamente coreografiada, que tiene lugar en el saloon con, de nuevo, elementos humorísticos y las escenas que ahondan en la relación de los dos socios principales (Taw y Lomax), sobre todo durante la primera media hora de la cinta; anticipándose en este aspecto a las denominadas buddy movies o películas de colegas de moda en los años ochenta.
Pero sin duda, la mejor baza de la cinta radica en el carisma del dúo protagonista. Un pletórico John Wayne y un atlético Kirk Douglas que se muestran muy cómodos en sus respectivos papeles como Taw Jackson y Lomax, un pistolero mujeriego contratado para matar a Taw que este convertirá en su socio por su rapidez con el revólver y su habilidad para abrir cajas fuertes.
Además de Lomax, Taw contará con un grupo variopinto de inadaptados:
Levi Walking Bear, un pintoresco indio interpretado por Howard Keel que intenta adaptarse sin éxito al mundo de los blancos. De hecho le comentará a Taw: “Sí, he aprendido a vivir en el mundo del hombre blanco. A hacer lo que el hace. A coger lo que se puede cuando se puede”. Su colaboración será fundamental ya que es el encargado de negociar el apoyo al robo con la tribu de los kiowas.
Billy Hyat al que da vida Robert Walker Jr. (hijo del prematuramente malogrado y gran actor Robert Walker), un joven alcoholizado experto en explosivos.
Wes Fletcher encarnado por Keenan Wynn, un individuo irascible y paranóico infiltrado en la banda de Pierce. Está casado con una mujer más joven, comprada a sus padres por 20 dólares y un caballo, por la que se sentirá atraído Billy, provocando este hecho fricciones en el grupo.
Con estos personajes protagonizando la trama del robo, el tándem Kennedy-Huffaker construye una cinta agradable de ritmo trepidante y caracterizada por su jovialidad, dinamismo, vitalidad y ligereza (aunque se alude a la injusta situación de los indios; el propio carro blindado remita a un mundo incipiente en el que los pistoleros no tendrán cabida y de hecho el robo se pueda entender como un enfrentamiento entre clasicismo y modernidad; o el final tenga un carácter moralizante con homenaje incluido a “El tesoro de Sierra Madre”-John Huston, 1948-).
“Ataque al carro blindado”, es, por tanto, un filme honrado, técnicamente bien hecho y que no defrauda al proporcionarnos lo que nos ofrece: cien minutos de plena diversión, hecho que siempre es de agradecer.
(1) La primera película en la que intervinieron ambos fue el drama bélico dirigido por Otto Preminger en 1965 “Primera victoria” y, a pesar de sus conocidas diferencias políticas y sus fuertes personalidades, se entendieron perfectamente.
(2) Clair Huffaker es autor, entre otras, de las novelas en las que se basaron “El precio por la libertad” (Harry Keller, 1960), “Estrella de fuego” (Don Siegel, 1960), “Justicieros del infierno” (Herbe Coleman, 1961), “Río Conchos” (Gordon Douglas, 1964) o “La quebrada del diablo” (Burt Kennedy, 1971), de cuyas adaptaciones al cine también se ocupó. Además de escribir los libretos originales de “Los comancheros” (Michael Curtiz, 1961) o “Los 100 rifles” (Tom Gries, 1969).
(3) Burt Kennedy era un profesional bien conocido por John Wayne ya que fue el responsable de los guiones de tres películas producidas por la Batjac en la década de los cincuenta: “Tras la pista de los asesinos”, wéstern dirigido por Budd Boetticher con el que se inició el ciclo Ranown; “Matar a un hombre”, debut como director de Andrew Victor McLaglen; y “Man in the vault”, un thriller igualmente filmado por McLaglen.