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jueves, 21 de abril de 2016

EL HOMBRE DE LARAMIE

(The man from Laramie) - 1955

Director: Anthony Mann
Guion: Philip Yordan y Frank Burt

Intérpretes:
James Stewart: Will Lokhart
Arthur Kennedy: Vic Hansbro
Donald Crisp: Alec Waggoman
Cathy O’Donnell: Barbara Waggoman
Alex Nicol: Dave Waggoman
Aline MacMahon: Kate Canaday
- Wallace Ford: Charley O’Leary
- Jack Elam: Chris Boldt

Música: George Dunning

Productora: William Goetz production-Columbia production
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 9

Alec Waggoman conversando con Vic Hansbro: “Te aprecio y te apreciaré siempre, pero a David le quiero y hay diferencia entre aprecio y cariño”

Quinta y última colaboración western entre el director Anthony Mann y el actor James Stewart, única que se rodó en Cinemascope, formato al que el director sacó el máximo partido, y para muchos, entre los que me incluyo, la mejor del ciclo.

Durante el rodaje de El hombre de Laramie

En principio ambos deberían haber rodado un sexto western, “La última bala”, pero Mann, ante el enfriamiento en su relación con el actor y su escasa confianza en el guion, fue sustituido por el televisivo Ralph Neilson.



En esta ocasión el habitual Borden Chase fue reemplazado en la elaboración del libreto por otro gran guionista, Philip Yordan, con el que colaboraría asiduamente el director de San Diego (“El Cid”, “La caída del imperio romano”). El guion vuelve a abordar como tema principal el de la venganza a través del personaje de Will Lockhart (excelente, como siempre, James Stewart), un capitán del ejército que abandona el mismo con la intención de encontrar a los individuos que vendieron a los indios los rifles de repetición con los que mataron a su hermano.


Nos encontramos de nuevo con el típico personaje “manniano”, un ser individualista, desarraigado (llega a afirmar que “En el sitio en que me encuentro ese es mi pueblo”), reflexivo pero con querencia por la violencia y que actúa motivado por razones personales. Aunque presenta ciertos matices singulares ya que se mostrará más humano y generoso que otros personajes de Mann tanto en su enfrentamiento con Alec Waggoman, al que no disparará sino que se limitara a tirarlo del caballo, como en los instantes finales al dejar con vida a Vic Hansbro.


El marco en el que se desarrolla la acción también presenta diferencias con el resto de los filmes del ciclo, salvo con “Wínchester 73”. Así vamos a contemplar un territorio en el que la comunidad se encuentra perfectamente asentada (aparecen o se hace alusión a figuras representativas de la civilización como el juez, el médico, el sacerdote o el sheriff), de ahí que gran parte del filme tenga como marco la urbe o los ranchos de alrededor. 
Igualmente, es la única película en la que la banda sonora incluye un tema cantado, en este caso por el habitual Ned Washington.


Por último, creo que debo resaltar dos cuestiones:
a) Su apariencia de tragedia clásica debido al triángulo conformado por Alec Waggeman (estupendo Donald Crisp) y sus dos “hijos”, Vic Hansbro (extraordinario Arthur Kennedy en un papel muy complejo que borda) y Dave Waggoman, interpretado por Alex Nicol (actor que desarrollaría su carrera en el western europeo).
El primero se nos muestra como un individuo autoritario y rudo, el típico ranchero hecho a sí mismo que levantó su imperio de la nada y es consciente de las debilidades de su hijo aunque las tolera, mientras que trata injustamente a Vic, al que contrató cuando era un chiquillo y su verdadera mano derecha, aunque le hubiera gustado que realmente fuese su hijo.


En cuanto a Vic, a la postre el personaje negativo de la cinta, Mann parece mostrar cierta simpatía por él o por lo menos parece entenderlo. Es un hombre utilizado por Alec que, si bien reconoce sus méritos y desvelos, le chantajea con la posibilidad de no cumplir su promesa de cederle, junto a David, su rancho. Ante este hecho Vic, que ve en Alec al padre que no tuvo, se sentirá traicionado y comprenderá que sus esfuerzos, se ha comportado como el hermano mayor de David protegiéndole en todo momento, sacrificios, anhelos y trabajo no han servido para nada. Es un sujeto que, en el fondo, busca tanto el reconocimiento como el cariño de su “padre” y se siente frustrado al negársele ambos.


Por último, tenemos a David, un hombre de personalidad complicada, inseguro y débil pero a la vez cruel; celoso de Vic al ser consciente de que es inferior a él.

b) El tratamiento muy crudo de la violencia, destacando en este sentido tres magníficas escenas: la pelea, extraordinariamente bien rodada, entre Will y Dave y Vic; la secuencia en la que Will es arrastrado por el suelo para a continuación incendiar sus carros y Dave matar a las mulas; y, sobre todo, aquella en la que dos esbirros de Dave retienen a Will para que aquel le dispare a quemarropa en la mano. Escena brutal, y de nuevo magníficamente dirigida, que provocó el rechazo de bastantes críticos cinematográficos.


La película, como señalé en el primer párrafo de esta reseña, puso fin a la brillante colaboración entre Mann y Stewart, un ciclo que modernizó radicalmente el western tanto desde el punto de vista temático como estético, y fue fundamental para su desarrollo y evolución durante la década siguiente, incluidos los filmes del oeste filmados en Europa. A través del mismo, Mann introdujo en este género un nuevo tipo de héroe, o quizás deberíamos llamarlo antihéroe, caracterizado por su ambigüedad moral y supo integrar como pocos el paisaje en el desarrollo de las historias que contaba, convirtiéndose este en algunos momentos en el verdadero protagonista de las cintas.


Como señaló en su día el prestigioso crítico Andrè Bazin: “Dadle a Mann un paisaje, una montaña y un itinerario. Y ya tendremos una obra maestra”.

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Por: Xavi J. PruneraNota: 8,5

No quisiera iniciar esta crítica sin dejar bien claro que “El hombre de Laramie” es un excelente western. Un magnífico paradigma para todos aquellos que quieran conocer bien y de cerca el clásico western de los años cincuenta. Un género que Anthony Mann esculpió con mimo, tesón y estilo propio. Compartiendo, con Ford, el compromiso de dar nobleza y esplendor a ese prolífico repertorio de tópicos eternamente asociados a las viejas pelis del oeste de toda la vida.



De ritmo pausado y modélica puesta en escena, “El hombre de Laramie” es una de esas pelis que se paladean con deleite, con esa placentera sensación de estar disfrutando de un espectáculo visual armónico, equilibrado, plenario. Mann maneja la cámara con suavidad, con coherencia; alternando los planos generales, medios y primeros de forma sabia y natural. Las secuencias de acción o de violencia (la pelea a puñetazos entre el ganado, el balazo en la mano,...) se entrelazan airosamente con otras secuencias de carácter más discursivo, mientras que el propio devenir de los acontecimientos nos va desgranando, poco a poco, ese enfoque espiritual y/o humanístico concebido por Mann. El de unos personajes corrientes, creíbles, de carne y hueso. Con sus virtudes y sus defectos. Con sus aciertos y sus torpezas.



Pues bien, precisamente en este punto es cuando mis expectativas sufren un ligero traspiés y medio de mis nueve puntazos se queda en el camino. Los motivos son muy simples. Admito que Mann desmitifique la figura del pistolero, pero hacerlo de forma tan severa resulta, a mi entender, contraproducente. Ya sé que el propio talante de Stewart nada tiene que ver con el de Wayne, Douglas o Cooper pero me fastidia corroborar como esa falta de aliento épico y esa inconfundible impronta trágica con la que Mann suele revestir todos sus western se traduce en unos personajes algo descafeinados para mi gusto.



Lockhart, por ejemplo, es un tipo cabezón, pero en ciertas situaciones su apatía es exasperante. Y no hablemos de Vic o de Dave, los ‘malos’ de la peli. El primero –pobrecico- tiene tanto de ruín como de gafe, y el segundo no deja de ser un malandrín de pacotilla pidiendo a gritos una ‘master class’ para malvados impartida por Jack Palance o Lee Van Cleef. Fuera coñas, algo más de mala leche, de inmoralidad, no le hubiera ido mal a Lockhart y a los otros miembros de la familia Waggoman para pregonar con mayor resolución y pundonor el advenimiento de ese western crepuscular y nihilista que tan espléndidamente dibujaría Peckinpah años más tarde.

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Fotos:


































TRAILER:



jueves, 7 de abril de 2016

BONE TOMAHAWK

Poster de la película Bone Tomahawk
(Bone Tomahawk) - 2015

Director: S. Craig Zahler
Guion: S. Craig Zahler

Intérpretes:
Kurt Russell: Sheriff Hunt
Patrick Wilson: Arthur
Matthew Fox: Laura Lee
Richard Jenkins: Chicory
- Matthew Fox: Brooder
Lili Simmons: Samantha

Música: Jeff Herriott, S. Craig Zahler

Productora: Caliber Media Company/The Fyzz Facility/Realmbuilder Productions
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 7,5

Sheriff Hunt (despidiéndose de su fiel ayudante Chicory): "Despídeme de mi mujer, yo saludaré a la tuya"

SINOPSIS: El pueblo de Bright Hope ve interrumpida su tranquilidad con el secuestro por parte de una tribu de indios de tres ciudadanos. Cuatro hombres: el sheriff del pueblo, su veterano ayudante, el marido de una de las secuestradas y un atildado pistolero se lanzarán al rescate y en su búsqueda se toparán con el horror.

Fotograma de Bone Tomahawk preparando la salida al rescate

Debo confesar que me acerqué a esta película con bastante aprensión. Producción de una pequeña compañía independiente (Caliber Media Company) de escaso presupuesto, apenas tres millones de dólares, y mezcla de géneros tan antagónicos como el western y el terror; la operación me recordaba a otros intentos fallidos y, por qué no decirlos, cutres como la olvidable “Cinco tumbas sangrientas” perpetrada por Al Adamson en 1970.

Fotograma de Bone Tomahawk troglodita muerto

Pero nada de eso. Me he encontrado con una propuesta inteligente e innovadora que, a partir de un estupendo guion, supone un intento muy serio por revitalizar el género cinematográfico por excelencia. Un brillante debut de S. Craig Zahler, hombre de espíritu renacentista ya que es autor de varias novelas westerns, thrillers y de ciencia ficción, cuenta con más de veinte guiones aunque sólo uno llevado a la pantalla grande, ha trabajado como director de teatro y director de fotografía y tiene dos grupos musicales.

Fotograma de Bone Tomahawk cabalgando por las praderas

Es verdad que la película parte de una premisa inverosímil. La existencia de una tribu, de unos doce o trece individuos, de indios caníbales; en realidad trogloditas más cercanos a la Edad de Piedra que a la segunda mitad del siglo XIX que, además, habitan una zona perfectamente delimitada (El Valle de los Hombres Hambrientos) y todo ello sin que el ejército haya tomado cartas en el asunto. Pero también es verdad que está tan perfectamente integrada en la historia que no afecta a la coherencia interna del filme y el espectador, por lo menos en mi caso, termina por aceptar el hecho.

Fotograma de Bone Tomahawk con trogloditas

Porque nos encontramos con un trabajo perfectamente construido, en el que Zahler muestra su conocimiento de los grandes directores clásicos, desde John Ford en el principal arco argumental que remite a dos de sus obras más emblemáticas como son “Centauros del desierto” (1956) y “Dos cabalgan juntos” (1961); hasta Howard Hawks al reivindicar valores como la profesionalidad y el deber y, sobre todo, en la relación de Hunt con su viejo ayudante que recuerda claramente a la protagonizada por el sheriff John T. Chance y Stumpy en “Río Bravo” (1959).

Fotograma de Bone Tomahawk Kurt Rusell y Richard Jenkins

Además la película recupera el gusto por las cabalgadas en grandes espacios abiertos, por las conversaciones nocturnas alrededor de las fogatas, por un ritmo pausado a través de escenas en ningún caso superfluas con las que la historia avanza y que, igualmente, nos permiten conocer mejor a los personajes. Porque si el filme cuenta con otra gran virtud es la de perfilar detalladamente a estos. Así nos encontramos con el sheriff Hunt (un revitalizado Kurt Russell, mostrando que con el tiempo es cada vez mejor actor), un hombre práctico, líder natural incapaz de perder la serenidad y consciente de sus obligaciones como sheriff; el típico profesional del cine de Hawks. Junto a él Arthur (un reivindicable Patrick Wilson) el marido de la secuestrada, hombre de fe se revelará como un individuo con una gran fuerza de voluntad capaz de superar mediante su inteligencia y coraje todos los obstáculos; Richard (magníficamente interpretado por el televisivo Mathew Fox) un elegante y frío pistolero traumatizado por el asesinato de su familia por los pieles rojas; y, sobre todo, un inolvidable Chicory, en una gran composición de Richard Jenkins, capaz de perderse en las reflexiones y digresiones más peregrinas con las que aporta un sutil toque de humor a la cinta.


A estos cuatro protagonistas el director-guionista los involucrará en un viaje que les conducirá al terror más absoluto, un verdadero descenso a los infiernos en el que, de nuevo, se aprecian las influencias de los clásicos; en este ocasión Coppola y su “Apocalipsis now”, así como la novela en la que se basaba (“El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad). Porque lo que encontrarán al final del camino es la barbarie y crueldad más absolutas, un mundo primitivo y olvidado en el que impera la ley del más fuerte y se rige, sin ningún tipo de consideración moral o ética, por un único principio: la supervivencia. Los personajes vivirán entonces una pesadilla, pero una pesadilla real en la que descubrirán el horror y que este tiene rostro, como afirmaba el coronel Kurtz en la citada “Apocalipsis now”.

Fotograma de Bone Tomahawk con Matthew Fox

Así, junto a los cuatro rescatadores, el espectador llega a los últimos veinte minutos brutales en los que para mí Craig Zahler se excede con una secuencia repugnantemente explicita e innecesaria (siempre es más elegante sugerir que mostrar, como el propio director había hecho anteriormente) en la que asistimos al martirio y posterior descuartizamiento de uno de los personajes. Escena que, desafortunadamente, entronca al filme con una serie de producciones italianas de infausto recuerdo realizadas a finales de los setenta y principios de los ochenta (“La montaña del dios caníbal” de Sergio Martino, “Holocausto caníbal” de Ruggero Deodato, o “Comidos vivos” y “Caníbal feroz” de Humberto Lenzi) Puro cine, por llamarlo de alguna forma, de explotación.

Fotograma de Bone Tomahawk descuatizando a una persona

Borrón que, no obstante, no empaña las enormes virtudes de la película, sin duda una de las propuestas más sugerentes de este género en los últimos veinte años, que junto con otros westerns como “Deuda de honor” (Tommy Lee Jones, 2014), alejados del manierismo y la autocomplacencia de directores más reconocidos como Tarantino e Iñarritu, revela que el género no está muerto y todavía quedan muchas historias que contar.

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Por: Xavi J. PruneraNota: 7

Sheriff Hunt: "El dolor es la forma en la que el cuerpo habla contigo. Haría bien en escucharle."

Siendo el western y el cine de terror mis géneros preferidos era lógico y normal que esperara esta peli con las máximas expectativas. Y más teniendo en cuenta que las críticas que me iban llegando eran francamente buenas. Aún así, tenía miedo. Y lo tenía porque siempre he sido muy consciente que western y terror son dos géneros que no casan fácilmente. Quizás por eso puse todas mis esperanzas en que “Bone Tomahawk” se acercara —como mínimo— a “Ravenous”, un film de características muy similares. Lo que no me esperaba, sin embargo, es que “Bone Tomahawk” superara a “Ravenous”. Porque sí, lo consigue. Y precisamente por ello “Bone Tomahawk” se ha ganado, con todo merecimiento, ese 7 que le he adjudicado. Me explico.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Russell y Richard Jenkins

Una de las claves a la hora de mezclar dos géneros tan antagónicos como el western y el cine de terror son, a mi juicio, las proporciones. Y si lo que queremos es que el producto resultante atesore cierto rigor y coherencia tenemos que tener muy claro que la peli debe ser un western con pinceladas de terror y no al contrario.

Fotograma de Bone Tomahawk con Lili Simmons

Y eso es lo que, afortunadamente, evidencia “Bone Tomahawk”. Una peli cuyo 75 % es western puro y duro y que tan solo deriva hacia el terror con aditamento gore cuando el propio entramado argumental lo justifica. Nunca antes.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Rusell

Así pues, un merecidísimo notable para una peli cuyas tres cuartas partes iniciales constituyen un espléndido recorrido por el western clásico (con detalles que nos remiten a “Cielo amarillo”, “Centauros del desierto” o “Río Bravo”) y que sólo se aparta de los cánones habituales del género cuando accedemos al clímax final.


Tomáoslo con calma, pues, y paladead sin prisas esa larga y penosa travesía por el desierto. Ah, y no seáis excesivamente tiquismiquis desde un punto de vista antropológico, por favor. Sólo así iréis conociendo poco a poco a los cuatro protagonistas y sólo así estaréis preparados para asistir a una cuarta parte final de infarto. Estáis avisados.

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Por: Güido MalteseNota: 7

El alcalde: “¿Alguien sabe cómo se escribe “Trogloditas?”....es por el telegrama”

Pausada, pero con ritmo
Lenta, pero entretenida
Clásica, pero moderna
Western, pero diferente

Me dispongo, aunque con reticencias, a visionar “Bone Tomahawk”, film del que previamente he visto algún tráiler y no me ha convencido en absoluto, pero hay que reseñar, así que vamos a ello.

Fotograma de Bone Tomahawk con Kurt Rusell

Tres personas son secuestradas en Bright Hope y el Sheriff Hunt, el segundo ayudante Chicory, el pistolero Brooder y el marido de una de las secuestradas, Arthur, se ponen en camino para liberarlos. Con esta premisa, Craig S. Zahler nos introduce en un western con muchas características de “road movie”, grandes toques del western clásico y crepuscular y un buen guión que nos atrapa desde el inicio. Y todo esto lo consigue con un presupuesto limitadísimo, cosa a reivindicar hoy en día, sobre todo en este género tan difícil para atraer espectadores y buenas críticas.

Fotograma de Bono Tomahawk con Kurt Rusell

La mayor parte del film, está dedicada al viaje de los cuatro personajes camino del “Valle de los Hambrientos” para salvar a sus conciudadanos. Destacan las largas marchas, a caballo inicialmente y a pie finalmente, pero, sobretodo, destacan las acampadas nocturnas y las conversaciones alrededor de la hoguera. Zahler consigue que mantengamos la atención a la pantalla en todo momento, incluso cuando realmente no ocurre absolutamente nada, pero es capaz de mantenernos alerta, esperando saber que va a ocurrir a continuación. Como comento en mi introducción a la reseña, esa lentitud en que ocurran las cosas y ese pausamiento y calma que respira el metraje, no consiguen aburrirme o distraerme en ningún momento. ¿Y eso como es posible?, se preguntará alguno....pues con un sólido guión y unas interpretaciones perfectas, a la par de una buena fotografía y un cierto suspense.

Fotograma de Bone Tomahawk

Algunos diálogos entre los protagonistas son realmente buenos, destacando por encima de todos el segundo ayudante Chicory (magistral Richard Jenkins), un viejo viudo y que desvaría de vez en cuando, pero que el fondo ofrece al grupo todo lo que ha atesorado durante su larga vida, tanto en conocimientos como en humanismo y compañerismo.


Gracias a él, por encima del resto, las charlas nocturnas con sus divagaciones y pensamientos, se convierten en una delicia para el espectador, que espera con ganas el siguiente comentario del adorable anciano. Jenkins siempre fue un sólido secundario, pero aquí realmente lo borda. Sus gestos, sus muecas, hasta sus andares son de una calidad interpretativa encomiable.


Otro punto fuerte es Kurt Russell, el sheriff hierático, resolutivo y fiel a sus códigos y su moral. El bueno de Kurt mejora lentamente, como el buen vino...cuánto más madura, mejor actúa. La pareja Russell/Jenkins nos recuerda mucho a Wayne/Brennan, a Stewart/Brennan y, porqué no, a Holden/Borgnine en “Grupo Salvaje”. La forma en Chicory vela por Hunt, se asemeja a mucho a Dutch siempre fiel a Pike.


Patrick Wilson, como el marido de la secuestrada, que es consciente de lo que la ama cuando lee en voz alta la carta que no quiso leer ante ella por vergüenza, un tipo piadoso y temeroso de Dios pero con una voluntad de hierro y un carácter tranquilo pero sacando de vez en cuando su genio y su rabia.


Y finalmente, Matthew Fox, cumpliendo correctamente con su papel de pistolero presumido y fanfarrón, enemigo acérrimo de los indios (¿He oído Ethan Edwards?), pero leal y buen compañero a su manera.


Todos ellos son los que me remiten a mi comentario inicial, se respira western clásico y crepuscular por doquier. Eso hace que la hora y media inicial de la película me parezca maravillosa y me hace sentir que, por fin, volvemos a tener un gran western en las pantallas, quizás no a la altura de “Sin Perdón” u “Open Range”, pero muy cerca...

Pero mi gozo en un pozo, ya que el último cuarto del film me decepciona enormemente.


¿Realmente eran necesarios los trogloditas caníbales? ¿No se podían meter unos apaches despiadados? ¿Hacía falta el gore? ¿Tan ridículos debían ser dichos trogloditas?


Lo único positivo que tienen es darle sentido al título del film, ya que sus hachas son huesos de la quijada de un caballo, pero nada más. Algunos dirán que es innovador mezclar el western con otros géneros...yo debo de ser demasiado clásico. Cierto que está todo muy bien hilvanado y se ajusta perfectamente en el desarrollo del guión, en ese aspecto nada que objetar. Es más, nuestros cuatro protagonistas siguen deleitándonos y manteniéndonos atentos a todo lo que pasa. Zahler mantiene con pulso férreo su labor de dirección y consigue no caer en el absurdo o destrozar la película con este giro de género, e incluso introduciendo el terror y el gore en la trama, no abandona el western en ningún momento. ¡Y eso es de admirar y mucho!


Pero ni por esas le perdono esos trogloditas caníbales en la Arizona de finales del XIX y menos en un western.....Si, antes de llegar al Valle de los Hambrientos, pensaba en darle un 8 de puntuación por todo lo comentado, esta última media hora me lleva a bajar la nota, admito que con pesar....pero yo soy un apasionado del cine del oeste, no me metáis aliens, vampiros, vikingos ni neandertales! Siempre hemos tenido indios malísimos de todo tipo, desde Cicatriz (Centauros del Desierto) pasando por Ulzana (La venganza de Ulzana) o Salvaje (La noche de los gigantes), que nos impresionaban tanto o más que unos trogloditas con el look del alienígena de “Depredador”.


Por último, comentar que me hace gracia que la música esté compuesta por dos personas... cuando la película carece casi por completo de ella!


En fin, a pesar de mis negativas últimas impresiones, un film que recomiendo encarecidamente a cualquier aficionado al género. Un gran western, que demuestra que aún hay vida en el Far West y que pese a engendros como “Diablo” o “Slow West”, siempre aparecerá un tal Zahler o un tal Tommy Lee Jones (Deuda de Honor) que sabrán darle oxígeno al género cinematográfico por excelencia. ¡Viva el Western!

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Por: Valen GarcíaNota: 7,5

Samantha O'Dwyer: "Por esto la vida en la frontera es tan difícil. No por lo indios ni por los elementos sino ¡por los idiotas!"

Hemos descubierto un nuevo western con cierto aroma clásico donde su director, el primerizo S. Craig Zahler nos deleita con una cinta que unida a los films de Tarantino, Iñarritu y Tommy Lee Jones parece revitalizar el género.



Supongo que mis compañeros habrán contado y analizado ya todo lo mejor y peor de la peli. Pero bueno, voy a contar lo que me ha atraído de ella y lo que no.

Zahler nos presenta cuatro interesantes personajes perfilándolos a lo largo de la historia con un guion de los que hace mucho tiempo no disfrutaba y es que el libreto es uno de los avales de la historia:
- Kurt Rusell “Franklin Hunt” un veterano sheriff dedicado al cumplimiento de su deber.
- Richard Jenkins “Chicory” el ayudante y fiel protector/defensor del sheriff. Quizá el papel de Jenkins sea el más agradecido por esa bondad y ternura que despliega. Y es que desde el principio hasta el final borda su papel de viejo torpe ayudante del sheriff.
- Mattew Fox “John Brooder” interpretando a un presumido, elegante y hábil pistolero traumatizado por el asesinato de su familia a manos de los indios.
- Patrick Wilson “Arthur O'Dwyer” está perfecto mostrándonos el sufrimiento físico y mental de un marido que se une a la búsqueda desesperada de su mujer arrastrando su pierna gangrenada por el pedregoso desierto.


Pues bien, a Zahler se le nota oficio atreviéndose con su ópera prima durante más de dos horas, arriesgando su aventura con un ritmo lento pero sin aburrir y empleando los planos adecuados en todo momento.


La fotografía de interiores me han sorprendido destacando esos matices suaves, cálidos y ocres. La fotografía de exteriores sin embargo protagonizada por un sol de infarto.


Durante esta aventura hay grandes momentos de charlas entre diferentes personajes que entretienen, divierten y que nos permiten conocerlos: momentos frente al fuego, protegiendo la acampada, presos de los trogloditas... He de destacar un instante que sucede cuando Arthur (P. Wilson) decide bendecir la cena y se percibe la incomodidad del resto de comensales ante la oración. Es uno de los planos en los que se demuestra el buen hacer del director.


Particularmente hay un pequeño detalle que me ha tenido inquieto. Y es que existen momentos que se abusa del “alemán” utilizado varias veces en ciertas escenas para no ofrecernos ninguna perspectiva subjetiva del catalejo y sin que sea un elemento decisivo en ninguna situación.


El giro final es inesperado, no apto para estómagos delicados. Creo que no hacía falta llegar a ese extremo gore con el que resuelve el final violento de ciertas escenas. Sencillamente porque lo mejor de la película es todo lo demás: el ritmo pausado, los agradecidos toques cómicos por parte de Chicory, las largas charlas a la luz de la hoguera (que recuerdan por su extensión a Tarantino), las lentas cabalgadas por las praderas y largas caminatas bajo un sol sofocante, todo esto acompañado de suaves y pequeños detalles musicales que pasan casi desapercibidos. Esto corresponde al 70% de la película que me obliga a valorar muy positivamente Bone Tomahawk, para mí una curiosa mezcolanza western-road-movie-terror-fantástico no muy bien agitada. Puede que con el tiempo, una cult movie.

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Fotos:





S. Craig Zahler dirigiendo Bone Tomahawk con Kurt Rusell

S. Craig Zahler en la presentación de Bone Tomahawk










TRAILER:



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