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jueves, 8 de septiembre de 2016

UN HOMBRE

(Hombre) - 1967

Director: Martin Ritt
Guion: Irving Ravetch, Harriet Frank Jr.

Intérpretes:
- Paul Newman: John Russell
- Frederic March: Favor
- Richard Boone: Grimes
- Diane Celento: Jessie
- Cameron Mitchell: Braden
- Barbara Rush: Audra Favor
- Martin Balsam: Méndez

Música: David Rose

Productora: Twentieh Century Fox. Hombre Productions
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 8

Llevo trabajando desde los diez años limpiando escupideras a diez centavos diarios. Han pasado treinta años y sólo veo por la ventana un camino que no lleva a ninguna parte (Braden explicando a Jessie las razones por las que rechaza su proposición de matrimonio)


Película dirigida en 1967 por Martin Ritt, realizador perteneciente a la denominada generación de la televisión (Mulligan, Altman, Penn, Lumet, Frankenheimer) y víctima de la ominosa Caza de Brujas del senador McCarhy, que supuso la sexta y última colaboración con Paul Newman (en este género habían realizado juntos “Hud, el más salvaje entre mil”, un western moderno, y “Cuatro confesiones”, adaptación al salvaje Oeste de “Rashomon”).



ARGUMENTO: Un grupo de viajeros de una diligencia entre los que viaja John Russell, un blanco criado por los nativos, sufre un asalto por parte de una banda de forajidos que, tras robarles, les abandona a su suerte. A partir de ese momento el grupo deberá luchar por su supervivencia, lucha que mostrará las miserias pero también la generosidad de sus miembros y convertirá a John, muy a su pesar, en el líder natural.



Basada en una extraordinaria novela de Elmore Leonard recientemente publicada por Valdemar (colección Frontera), el filme reivindica la figura y la cultura de los nativos estadounidense frente a la sociedad creada por los emigrantes europeos caracterizada por la avaricia, el racismo, que no sólo afecta a los indios sino también a los mejicanos, y la hipocresía, y cuyo máximo exponente es el doctor Favor (magnifico Fredrich March en uno de sus últimos papeles para el cine) el corrupto agente de la reserva de San Carlos (es inevitable acordarse del personaje de Gatewood en “La Diligencia”).



La película, en la que están perfectamente ensambladas las escenas dramáticas con las de acción y cuenta con una profunda carga moral y ética gracias a los estupendos diálogos escritos por la pareja Ravetch-Frank Jr. y un tono melancólico subrayado por el adecuado tema principal compuesto por David Rose, nos presenta una galería muy rica de personajes perfectamente dibujados: el descarnadamente sincero sheriff que entiende el asalto a la diligencia como una justa recompensa a su vida de miseria (Thomas Mitchell); la racista y estirada mujer de Flavor que permanece junto a él por conveniencia; el bravucón y violento jefe de la banda encarnado por el siempre eficaz Richard Boone; la insatisfecha y provocadora joven (la película tiene una carga sexual inusual para un western); el bienintencionado pero excesivamente sumiso mejicano Méndez (Martin Balsam); la veterana y mundana para la época Jessie, encargada del hostal, que resultará a la postre el personaje más lúcido y humano a la que da vida una muy apropiada Diane Celento; y, planeando sobre todos ellos, John Russell (extraordinario Paul Newman) un blanco criado por los indios que ha decidido vivir con estos y simboliza el orgullo, la dignidad, el honor y la libertad cualidades incompatibles con la sociedad del hombre blanco que le empujará a su destrucción, aunque también se muestre demasiado duro, individualista, impasible ante el dolor humano e incapaz de sentir empatía por sus semejantes (respecto a esta cuestión cobra relevancia la escena en la que Grimes arrebata el billete a un soldado sin que John Russell haga nada, ya que es un asunto que no le concierne). Se trata de un antihéroe que sólo al final, tras conversar con Jessie y comprobar la sinceridad de sus palabras y su determinación, se comportará como un héroe clásico en un memorable final pleno de tensión.






En definitiva, un western que, encuadrado por tanto dentro de la corriente psicológica y revisionista, resulta imprescindible para comprender la evolución de este género a partir de mediados de los sesenta y durante la década siguiente.



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TRAILER:


jueves, 7 de julio de 2016

LA PUERTA DEL DIABLO

Poster La puerta del diablo
(Devil’s Doorway) - 1950

Director: Anthony Mann
Guion: Guy W. Trosper

Intérpretes:
Robert TaylorLance Poole
Paula RaymondOrrie Masters
Louis CalhernVerne Coolan
Edgar BuchananSheriff Zeke Carmody
Marshall Thompson: Rod MacDougal


Música: Daniele Amfitheatrop

Productora: Metro Goldwyn Mayer
País: Estados Unidos

Por: Jesús "Elenorra" CendónNota: 8

Todos debemos aprender una lección de esto” (Orrie Masters tras haberse consumado el drama)

Western dirigido por Anthony Mann en 1950, el mismo año en el que comenzó con Winchester 73 su ciclo de cinco películas del oeste con James Stewart como protagonista que le convirtieron en uno de los grandes especialistas en este género.



Protagonizada por Robert Taylor en el papel de Lance Poole, un indio navajo distinguido con la Medalla de Honor del Congreso (la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas en los EEUU) por su participación en la Guerra de Secesión, en la que alcanzó el grado de sargento mayor, que se verá despojado de sus tierras y su rancho puesto que al no ser considerado ciudadano estadounidense carecía del derecho a tener propiedades.



Nos encontramos, pues, ante uno de los primeros westerns revisionistas en el que no sólo se reivindica la figura del piel roja sino que se denuncia la situación de indefensión de los nativos norteamericanos despojados de todos sus derechos y de sus costumbres (no consiguieron la ciudadanía hasta 1924) y confinados en reservas en las que vivían hacinados esperando la muerte (todavía en la actualidad la mayoría viven en estas reservas).



Película, narrada en un tono pesimista, reflexiona además sobre otras dos cuestiones:



- La diferencia entre la legalidad y la justicia, sobre todo a través de las conversaciones que mantiene el protagonista con su abogada, Orrie Masters, interpretada por Paula Raymond (otra “rara avis” al ser mujer y letrada en el siglo XIX, por lo que también sufrirá cierta marginación). Como tal abogada está apegada a la ley, pero comprobará como fracasan todos sus intentos encaminados a acabar con semejante atropello.



- La necesaria tolerancia y respeto a otras culturas cuyas costumbres pueden parecer bárbaras (en este sentido es muy significativa la escena del niño con las plumas de águila). En definitiva, la indispensable comprensión de las minorías para construir una sociedad justa y en paz.



Junto a la soberbia dirección de Mann, cabe destacar la labor de John Alton, uno de los grandes directores de fotografía, que traslada al western la estética expresionista del noir norteamericano (sobre todo con la acentuación de los claroscuros como queda patente, por ejemplo, en la extraordinaria secuencia de la pelea en el saloon mientras se desencadena una tormenta en el exterior). Consiguiendo realzar el carácter trágico y sombrío del filme que, igualmente, presenta similitudes con el cine negro respecto a temas como la fatalidad o la imposibilidad de modificar el destino.



No hay que olvidar que Mann se había convertido en un consumado director de cine negro de serie B. “El último disparo” y “La brigada suicida” de 1947, “Justa venganza” (1948) o “Side Street” (1950) constituyen buenos ejemplos de su pericia en este género.



Por último, hay que mencionar la labor de dos grandes secundarios. Por una parte Louis Calhern como el avieso, resentido y racista abogado, principal inductor del conflicto al aprovecharse de la necesidad de pastos por parte de los ovejeros y del resquemor que origina en la población la prosperidad de un indio propietario de una gran extensión de terreno rico en pastos. Individuo inteligente, se valdrá tanto de su capacidad de persuasión como de sus conocimientos de una norma aberrante para conseguir sus fines. Por otra parte Edgar Buchanan en el papel del sheriff, amigo del padre del protagonista, obligado a hacer cumplir la ley aunque está no le gusta y que, muy a su pesar morirá con las botas puestas.



En definitiva, la película, que culmina con un final demoledor en el que se muestra el sacrificio inútil de Poole en la Guerra de Secesión por el que creía era su país, es una de las más sinceras, realistas y brillantes aproximaciones del Hollywood clásico a la cultura de los nativos norteamericanos, muy superior a otras propuestas más conocidas como la bienintencionada “Flecha rota”, dirigida ese mismo año por Delmer Daves, otro gran especialista.



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miércoles, 1 de junio de 2016

EL DORADO

(El Dorado) - 1966

Director: Howard Hawks
Guion: Leigh Brackett

Intérpretes:
- John Wayne: Cole Thornton
- Robert Mitchum: John Paul Harrah
- James Caan: Mississippi
- Charlene Holt: Maudie
- Arthur Hunnicutt: Bull
- Michele Carey: Josephine McDonald
- R. G. Armstrong: Kevin McDonald
- Edward Asner: Burt Jason
- Christopher George: Nelse McLeod
- Paul Fix: Doctor Miller


Música: Nelson Riddle

Productora: Paramount Pictures
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 9,5

“Se me pagaba para jugarme el pellejo y he decidido que cuándo y dónde yo quiera, no ahora” (Cole Thornton rechazando la proposición de Jason tras haber hablado con el sheriff Harrah).

Howard Hawks molesto por el camino emprendido por el cine llamó a John Wayne, igualmente incómodo y con el que había rodado “Río Rojo” (1948), “Río Bravo” (1959) y “Hatari” (1962), con el objeto de filmar un nuevo western de corte clásico basado en la novela “The stars in their courses” escrita por el especialista Harry Brown, para cuya adaptación contó de nuevo con Leigh Bracket. No contento con el resultado excesivamente trágico, el personaje de Thorton fallecía, reescribió el guion con Bracket y convirtió a “El Dorado” en una especie de revisión de “Río Bravo”. Ambas junto a “Río Lobo” constituyen una peculiar trilogía en la que no sólo se repiten los estudios en los que fueron rodadas, el pueblo de Old Tucson (también utilizado para otras producciones como “Wínchester 73”, “Duelo de titanes”, “Hombre” o “Joe Kidd”); sino situaciones e incluso planos.



De esta forma en el filme que nos ocupa podemos rastrear la huella de “Río Bravo” tanto en el esqueleto argumental (un grupo reducido de amigos enfrentados a un enemigo superior) como en escenas, entre las que destaca el enfrentamiento de los protagonistas en una iglesia que culmina en el saloon (en “Río Bravo el enfrentamiento tenía lugar en unas cuadras); o, incluso, en planos como aquel en el que Wayne da una patada a la botella que pretendía recoger Mitchum, mientras que en el filme de 1959 el objeto de su pie era una escupidera de la que iba a recoger Dean Martin una moneda.



No obstante esta película presenta grandes diferencias con su modelo:
Se aumentan considerablemente las escenas humorísticas y de corte costumbrista, fundamentales para conocer a los protagonistas y simpatizar con ellos.



En consonancia con el punto anterior, el alcoholismo de J. P. Harrah es tratado de forma cómica, lo que da lugar a algunos gags memorables, mientras que en “Río Bravo” el personaje de Dude era más dramático.



Junto a los veteranos tenemos a un joven,  pero en “Río Bravo” era, pese a su edad, un experto pistolero y en esta Mississippi tan sólo sabe manejar el cuchillo, por lo que su falta de soltura con las armas de fuego dará lugar a nuevas situaciones cómicas.



ARGUMENTO: El cacique de El Dorado, Bart Jason, presiona a la familia McDonald con el objeto de apoderarse de sus propiedades. Cole Thonton, un veterano pistolero, junto a un joven inexperto, Mississippi, y un veterano amigo, Bull, ayudará al alcoholizado sheriff de la localidad, antiguo compañero de aventuras, para restablecer la situación.



Creo que no descubro nada al sostener que Howard Hawks es uno de los mejores directores de la historia del cine. Sí además afirmo que “El Dorado” está al nivel de sus mejores películas, sin duda estamos ante una obra maestra. Una película maravillosa que se caracteriza por la forma tan lógica que fluye tanto la historia como las distintas escenas que la componen, a través de las cuales Hawks, como también había logrado en “Río Bravo” o “Hatari”,  consigue que nos encariñemos con un grupo de amigos enfrentados a un rival muy poderoso. Porque la clave de la película es la palabra amigos, sin duda la más repetida a lo largo del filme; así Hawks va a concebir este western como una apología de la amistad a través de unos personajes para los que esta es un valor supremo. Por ello Mississippi dedica dos años de su vida a vengar a su mentor, Cole Thornton no duda en atravesar un estado para ayudar al sheriff Harrah al enterarse de que se ha convertido en un borracho y este tampoco vacila en aceptar el trueque de Thornton por Jason a pesar de que el hecho suponga perder su mejor opción y quedarse en una situación muy delicada y arriesgada. Amistad en estado puro que resume perfectamente Maudie al afirmar acerca de Harrah  y Thornton que: “Le salvaste la vida o él a ti, o mutuamente y nunca os lo echaréis en cara. Hombres”. Son en definitiva modernos caballeros andantes prestos a ayudar a sus amigos, luchar contra el mal y establecer el orden natural. Hombres leales que a cualquiera le gustaría tener a su lado en caso de dificultades.



Igualmente, Hawks abordará otros dos temas: 
La profesionalidad, cuestión habitual en su filmografía, sobre todo a través de la relación entre Thorton y McLeod, dos pistoleros que muestran en todo momento su respeto, o en la actitud de Thorton al rechazar la participación de la familia McDonald en el enfrentamiento con Burt Jason al indicarle al padre que: “Digamos que estoy de parte de usted y este no es trabajo para aficionados”.



El paso del tiempo,  ya que nos vamos a encontrar con unos héroes más maduros y vulnerables que en “Río Bravo”. Un Cole Thorton que sufre parálisis temporales en su brazo derecho y un John Paul Harrah en el que el alcohol ha hecho estragos.



Junto a la gran dirección de Hawks destaca el tándem protagonista: Mitchum-Wayne, Wayne-Mitchum. Ambos nos ofrecen una lección interpretativa al alcance de muy pocos y plena de naturalidad, de tal forma que hay secuencias en las que da la sensación de que el director les hubiera rodado con cámara oculta. Acompañándoles aparecen Charlene Holt retomando prácticamente, aunque unos años después, el papel de Feathers interpretado por Angie Dickinson en “Río Bravo”; un joven James Caan; Arthur Hunnicutt en un rol pensado para Walter Brennan que no pudo incorporarse al proyecto por problemas de agenda; el televisivo Edward Asner y Christopher George que coincidiría posteriormente con Wayne, con mejor suerte para sus personajes, en “Chisum” (1970) y “Ladrones de trenes” (1973).



Por último, hay que destacar en su último trabajo y recuperado tras varios años de ostracismo al veterano Harold Rosson como director de fotografía, al que Hawks pidió que captara la luz nocturna de los cuadros de Remington; y los estupendos títulos de crédito con cuadros de Olaf Wieghorst, que interpreta el papel del armero en la película, mientras suena el gran tema compuesto por Nelson Riddle.



“El Dorado”, una lección magistral de cine. Cine con mayúsculas. Una de esas películas que me mostró como pocas la magia del séptimo arte, que me hizo amarlo de niño y que todavía hoy me sigue atrapando.


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Por: Xavi J. PruneraNota: 8

Hará un par de años, cuando revisé “Río Bravo” por última vez, ya dije que el western de Hawks me parecía -si no el mejor- sí el más querido y representativo de todos. Así pues, teniendo en cuenta que “El Dorado” también es de Hawks y que este cineasta seguía rodando y narrando la mar de bien en 1966, no entiendo por qué puñetas la gente se empeña en catalogar esta peli como una obra menor. Como un burdo plagio. Como la hermana bastarda de “Río Bravo”. ¿Acaso no es lícito explotar y sacarle el máximo rendimiento a un esquema argumental o a unos personajes que previamente han funcionado tan bien? ¿Acaso no hicieron lo propio cineastas como Hitchcock, Bergman, Leone o Kurosawa? ¿Acaso tan difícil es analizar o comentar un film sin prejuicios?

Tampoco considero, por descontado, que las líneas argumentales de “Rio Bravo” y “El Dorado” se parezcan tanto como dicen. Y menos, el tono. Mucho más cómico, y dramático a la vez, en “El Dorado”. Y lo mismo diría de su terna protagonista. En mi opinión, mucho más atractiva en “El Dorado”. Con un John Wayne más guasón, un Robert Mitchum más carismático y un James Caan más solvente. Quizás eché algo de menos el rollete que se traían John Wayne y Angie Dickinson en “Rio Bravo”, pero bueno, a sabiendas que la subtrama romántica suele ser algo muy secundario en westerns de este tipo tampoco creo que eso tenga demasiada importancia.

En fin, que “Rio Bravo” es mucho “Rio Bravo”, sí, pero “El Dorado” es oro. Oro puro.

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FOTOS:













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TRAILER:



miércoles, 11 de mayo de 2016

RÍO BRAVO

(Rio Bravo) - 1959

Director: Howard Hawks
Guion: Leigh Brackett y Jules Furthman

Intérpretes:
John Wayne: John T. Chance
- Dean Martin: Dude
- Angie Dickinson: Feathers
- Walter Brennan: Stumpy
- Ricky Nelson: Colorado Ryan
- Ward Bond: Pat Wheeler
- John Russell: Nathan Burdette
- Claude Akins: Joe Burdette


Música: Dimitri Tiomkin

Productora: Warner Bros
País: Estados Unidos

Por: Jesús CendónNota: 10

Colorado Ryan: ¿Cómo es que usa rifle?
John T. Chance: Descubrí que con el revolver algunos eran más rápidos que yo

Obra cumbre del western en particular y del cine en general dirigida por el gran Howard Hawks en 1959 e interpretada, como en todos los westerns de este director salvo “Río de sangre”, por John Wayne.

Reparto de Rio Bravo

SINOPSIS: El hermano del cacique de un pueblo de Texas en la frontera con Méjico ha asesinado a un individuo. El sheriff del pueblo, John T. Chance, tras apresarlo decidirá hacerse fuerte contra las acometidas del cacique en la cárcel. Para ello tan sólo contará con la ayuda de un borracho y de un viejo tullido, a los que se unirá, posteriormente, un joven pistolero que trabajaba para un amigo asesinado del sheriff. El drama está servido.



Creo que no exagero al calificar a este filme de obra maestra. En ella Howard Hawks dio lo mejor de sí mismo, y estamos hablando de uno de los mejores directores de cine, lo que se aprecia desde su hipnótico inicio, puro cine, en el que sin palabras y en apenas cinco minutos queda planteada toda la trama de la película. A partir de ahí asistiremos a una historia contada de forma magistral con un ritmo trepidante y en la que aparecen varias de las constantes de este director:



- La profesionalidad. Como leí hace tiempo los héroes de Hawks, a diferencia de los de Ford, actúan generalmente porque les pagan para ello; es decir, son auténticos profesionales que conocen perfectamente cuál es su trabajo y qué obligaciones conlleva el mismo. De hecho, la película se filmó porque Hawks no concebía la actitud de Gary Cooper en “Sólo ante el peligro”, puesto que para él un sheriff está para proteger a la comunidad y no para pedir ayuda a sus conciudadanos.



- La exaltación de la amistad y de la camaradería. Nos encontramos como en gran parte de sus películas (“Sólo los ángeles tienen alas”, “El Dorado”, “Hatari”) con un grupo de amigos que deben enfrentarse a una serie de peligros para cuya solución será fundamental que se mantengan unidos. Pero es que además parece que el director nos esté invitando a conocer y formar parte de ese entrañable grupo; así, de hecho, en la escena en la que cantan dos temas, entre ellos la magnífica “My rifle, my pony and me”, da la sensación de que el espectador está con ellos como si fuera uno más porque a lo largo del metraje ha conseguido que sientas que John, Dude y el viejo Stumpy son también tus amigos.



- La lucha de sexos. Tema ya presente en sus primeras comedias como “La fiera de mi niña”, en las que nos presenta personajes femeninos con una fuerte personalidad que no se limitan a ser meras comparsas y que aquí está maravillosamente representada en la relación que mantienen Chance y Feathers, en la que destacan las brillantes y rápidas réplicas y contrarréplicas de ambos.



Si la dirección es sublime, con la sencillez derivada de la genialidad, el guión de Leigh Brackett (escritora de ciencia ficción y habitual guionista de Hawks) y de Jules Furthman no lo es menos. Para mí uno de los mejores que he podido disfrutar, en el que se mezcla magistralmente acción (las escenas de tiroteos son soberbias, a destacar aquella en la que Colorado le arroja el rifle a Chance o la escena final), drama (representado sobre todo en Dude, un hombre que ha perdido todo, incluso la dignidad, por una desafortunada relación y que intenta cicatrizar sus heridas refugiándose en el alcohol), humor (genial la pareja de mejicanos amigos del sheriff) y amor (la escena en la que Chance lleva a Feathers en sus brazos a la cama es puro romanticismo).



Y como no hay dos sin tres, tenemos la banda sonora del genial Dimitri Tiomkin que cuenta con tres o cuatro temas maravillosos, desde el que aparece en los títulos de crédito, pasando por la canción anteriormente citada que es una adaptación del tema principal que compuso para “Río Rojo”, hasta el tema “Degüello” que volvería a aparecer en la gran banda sonora que compuso para “El Álamo”.



Por último, para redondear la peli, tenemos un puñado de actores en estado de gracia. John Wayne está soberbio como el integro y digno sheriff dispuesto a proteger a su comunidad aunque le pueda costar la vida, que no aceptará la ayuda de nadie porque sabe que ese es su deber y que se mantendrá fiel a sus amigos aunque uno de ellos en un arrebato le llegue a pegar. Creo que vuelve a demostrar lo gran actor que era y, sorprendentemente, sus dotes para la comedia. A Dean Martin creo que nunca le he visto tan convincente como en su personaje del torturado Dude. El robaplanos Walter Brennan hace aquí, junto con “Río Rojo” y “Tener o no tener”, la que para mí es su mejor interpretación y ojo estamos hablando de uno de los mejores actores que ha dado el cine. Angie Dickinson nunca ha estado tan bella y convincente como en esta peli. Ward Bond magnífico en un pequeño papel en el que destaca la naturalidad de las dos conversaciones que mantiene con Wayne, en la vida real grandes amigos y compañeros de borracheras junto a Ford. Quizás el único que desentona un poco es Ricky Nelson que no está a la altura del resto del reparto.



En definitiva, una gran peli para ver una y mil veces con el objeto de reencontrarte con unos viejos amigos que te esperan en el Far West.
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Por: Xavi J. PruneraNota: 9

Todos los amantes del western tenemos nuestras preferencias. La genialidad de cineastas como Ford, Mann, Peckinpah o Leone resulta tan genuina y acusada que su cine suele generar en el espectador un grado de devoción prácticamente ilimitado. Yo me decantaría por los dos últimos pero, curiosamente, si me viera obligado a escoger un solo western capaz de aunar las claves y el espíritu global del género, mi principal opción sería “Río Bravo”, de Howard Hawks. Y no creo que fuera el único.



Probablemente “Río Bravo” no sea el mejor western jamás rodado. Es más, para mi no lo es. Ello no impide, no obstante, que le guarde a la peli de Hawks un cariño especial y que la considere como un inmejorable paradigma para que cualquier neófito deseoso de adentrarse en el legendario universo del far west pueda hacerlo a través de ella.



Os contaré una anécdota. En cierta ocasión le pregunté a un colega muy fanático de las pelis del oeste qué western salvaría de una hipotética hecatombe nuclear si sólo pudiera escoger uno. Tras resoplar varias veces y maldecir todos los huesos de mi cuerpo, masculló: ¿Sólo uno?. Me has matado. Ufff!... Pues “Río Bravo”. Su traumática elección me animó a revisar nuevamente la peli de Hawks. Quería corroborar si la magia de su recuerdo permanecía aún allí. Inalterable y eterna.



Afortunadamente, el sheriff Chance (John Wayne) seguía allí, en Presidio, con su firmeza e integridad intactas. A su lado, un atormentado borrachín (Dean Martín) y un tullido cascarrabias (Walter Brennan), se le mantenían incombustiblemente fieles, patrullando las calles y custodiando esa famosa celda mientras los secuaces de Burdette aguardaban la ocasión propicia para liberar al detenido. Asimismo, Feathers (Angie Dickinson) permanecía aún en el hotel, bellísima y espléndida, como siempre. Renunciando una y otra vez a coger esa maldita diligencia que habría de separarle de Chance para siempre.



Y, como la primera vez, el viejo Hawks me sorprendió nuevamente en el saloon. Con ese patadón a la escupidera y ese certero balazo a un contrapicado traidor. Con esa sabia combinación de drama, comedia, acción y romance. Con esa capacidad narrativa tan cómoda y natural. Con esa canción del degüello que sublima aún más, si cabe, una peli muy muy grande.



Aquella noche me acosté convencido de una cosa. El western jamás morirá mientras alguien, en algún lugar, vea por primera vez “Río Bravo”.

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FOTOS:

Angie Dickinson

John Wayne, Dean Martin y Ricky Nelson

Walter Brennan y John Wayne


John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson y Howard Hawks

Ricky Nelson y John Wayne

John Wayne, Angie Dickinson y Howard Hawks

Angie Dickinson

Angie Dickinson

Ricky Nelson

Dean Martin y Angie Dickinson

John Wayne, Ricky Nelson y Angie Dickinson





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TRAILER: