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jueves, 5 de octubre de 2017

EL CORREO DEL INFIERNO

(Rawhide, 1951)

Dirección: Henry Hathaway
Guion: Dudley Nichols

Reparto:
Tyrone Power: Tom Owens
Susan Hayward: Vinnie Holt
Hugh Marolwe: Rafe Zimmerman
Edgar Buchanan: Sam Todd
Dean Jagger: Yancy
Jack Elam: Tevis
George Tobias: Gratz
James Millican: Tex Squires

Música: Sol Kaplan
Productora: Twentieth Century Fox

Por Jesús Cendón. NOTA: 8

“Mojado por dentro, seco por fuera. Es la costumbre en esta tierra” (Sam explicando a Tom por qué no se lava).


ARGUMENTO: La posta de Látigo regentada por Sam y Tom, hijo del gerente, a los que se les ha unido de forma accidental Vinnie con su hija, es tomada por cuatro ex convictos con el objeto de robar al día siguiente el oro transportado por una diligencia. A partir de ese momento los tres personajes deberán luchar por sus vidas.



Excelente filme bastante desconocido a pesar del personal técnico y artístico participante que, además, constituye un claro ejemplo de los westerns rodados por la Twentieth Century Fox durante los años cuarenta y buena parte de la década siguiente caracterizados por su carga social y/o por la inclusión de elementos propios de otros géneros.



Así “El correo del infierno” tanto por su argumento como por el desarrollo de este, en el que se prima el suspense, se concibió como un híbrido entre western y noir, al presentarnos a unos individuos retenidos y permanentemente amenazados por un grupo de forajidos. Esqueleto argumental que remite necesariamente a títulos como “El bosque petrificado” (Archie L. Mayo, 1936) o “Cayo largo” (John Huston, 1948). Incluso la introducción y el epílogo de marcado carácter documental, al informarnos el filme de la ruta de la diligencia que cubría el trayecto entre San Francisco y San Luis, entronca con una serie de filmes policiacos sobre el funcionamiento de la policía, el FBI o la justicia muy populares durante esa época.



Por ello no es de extrañar que se encargara la dirección al todoterreno Henry Hathaway con probada experiencia en el thriller (sólo en 1947 rodó consecutivamente “Calle Madeleine nº 13”, “Yo creo en ti”, película fundamental para el cambio en la imagen de James Stewart, y “El beso de la muerte”, impactante debut de Richard Widmark).



Hathaway, un gran director con escaso reconocimiento, contó con la colaboración del reputado guionista Dudley Nichols (“La fiera de mi niña”, “La diligencia”, “El forastero”, “Perversidad”) quien escribió un libreto sin fisuras, situando la acción en un único escenario (la posta y sus alrededores) lo que otorga al filme un carácter asfixiante, con un desarrollo de la trama envidiable y en el que la impostura cobra gran importancia. Así al principio Vinnie se hace pasar por la madre de la niña con la que viaja para más tarde conocer el espectador su verdadero parentesco, Tom no es en realidad un mulero sino el hijo del gerente, Zimmerman se presenta inicialmente como un sheriff y mantiene la impostura en la cena con los viajeros de la diligencia nocturna, Tom y Vinnie para poder sobrevivir simulan estar casados e incluso los forajidos no son una banda sino cuatro ex convictos fugados de un penal y asociados temporalmente. Juego de apariencias mantenido por los personajes que potencia el relato.




Porque, además, la película cuenta con unos personajes muy bien escritos y de una gran riqueza. El protagonista, Tom, es un hombre civilizado del este, pacífico (curiosamente no acabará con ninguno de los pistoleros), sin iniciativa y algo torpe, que utilizará su inteligencia para intentar salvar su vida, reconocerá su miedo y al que la situación vivida convertirá en otro hombre más responsable; por lo que cuando le preguntan “¿Qué diablos hacías aquí?”, no duda en responder “Aprendiendo el oficio, y lo he aprendido”. Claro antecedente del James McKay de “Horizontes de grandeza”, está muy bien interpretado por un Tyrone Power alejado de sus típicos papeles de galán o héroe. Vinnie, magnífica Susan Hayward, por el contrario es una mujer decidida y con carácter que llegará a despreciar inicialmente a Tom, echándolo incluso de su habitación. Por lo que respecta a los bandidos, cada uno tiene una personalidad marcada. Zimmerman, el aparente jefe al que da vida Hugh Marlowe, es un hombre astuto, culto y educado que procede de una buena familia aunque utiliza la violencia cuando es necesaria; tras haber asesinado a su mujer por haberle sido infiel no confía en los demás. Yancy, estupendo Dean Jagger, es un pobre ladrón de caballos con fijación por la comida y odio a las armas; mientras que Tevis, un personaje inolvidable interpretado memorablemente por Jack Elam, se nos rebela como un maniaco sexual de gran sadismo, un individuo con una violencia latente a punto de estallar en cualquier momento que no dudará en disparar sobre una niña de corta edad para obtener ventaja en su duelo con Tom. Quizás el forajido más desdibujado sea Gratz que se limita a cumplir las órdenes de Zimmerman.



Si el material de partida es de un nivel altísimo, no lo es menos la dirección de Hathaway quien no se limita a traducir en imágenes el guion sino que potencia la tensión y angustia que crea en los personajes principales la situación que están viviendo y rueda una serie de escenas memorables, de un gran suspense, en las que se aprecia su mano maestra para el thriller; como aquella en la que Tom intenta dar un papel explicando las circunstancias al conductor de la diligencia nocturna, papel que pierde accidentalmente y debe recuperar a la mañana siguiente para no ser descubierto por los forajidos; la escena de la cena con los viajeros de la diligencia entre los que se encuentra un periodista y un agente de la ley al que le es familiar Zimmerman, que culmina con el intento fallido por parte de Tom de hacerse con un revólver; o aquella en la que Tom intenta apropiarse de un cuchillo.



Igualmente, el director rodará de forma descarnada varias secuencias de una violencia impropia para la época. Así, Zimmerman da una paliza brutal a Sam; un personaje herido es rematado a sangre fría mientras se arrastraba para asir un wínchester; o, como señalé anteriormente, nos muestra como uno de los forajidos dispara repetidamente sobre una niña indefensa.



Además la película está muy cuidada formalmente y cada plano, cada encuadre y cada secuencia son de una gran belleza. Trabajo en el que, junto a Hathaway, brilla Milton Krasner, conocido como el maestro de la luz, nominado a seis Oscar y ganador de uno, que volvería a colaborar con el director, entre otros filmes, en “El jardín del diablo” (película ya reseñada en este blog).



“El correo del infierno”, es un gran western, con situaciones imprevisibles, personajes creíbles y un estupendo duelo final, desarrollado en algo más de ochenta minutos por un Hathaway con una capacidad de síntesis envidiable de la que podrían tomar nota algunos autores actuales empeñados en alargar sin sentido sus filmes.


TRAILER: