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jueves, 2 de marzo de 2017

BAILANDO CON LOBOS

(Dances with wolves - 1990)

Director: Kevin Costner
Guión: Michael Blake. Basado en una obra de Michael Blake
Intérpretes:
- Kevin Costner: Teniente Dunbar
- Mary McDonnell:  Stands with a fist
- Graham Greene: Kicking bird
- Rodney A. Grant: Wind in his hair
- Floyd Red Crow Westerman: Ten bears
- Tantoo Cardinal: Black shawl
- Wes Studi: Toughest Pawnee
- Maury Chaykin: Mayor Fambrough
- Robert Pastorelli: Timmons
- Charles Rocket: Teniente Elgin

Música: John Barry
Productora: Orion Pictures
País: Estados Unidos

Por Xavi J. Prunera. Nota: 8

Teniente John Dunbar: “Era un pueblo ansioso por reír, devoto de la familia, dedicado el uno al otro. La única palabra que viene a mi mente es armonía”.




SINOPSIS: Poco antes de que finalice la Guerra de Secesión (1860-1865), el Teniente John J. Dunbar es destinado a Fort Sedgewick, un puesto fronterizo situado a escasa distancia de territorio sioux. A pesar de encontrarlo absolutamente arrasado y abandonado, Dunbar decide quedarse. Un primer encuentro con una mujer blanca adoptada por los sioux y su propia soledad lo empujarán a entrar en contacto con el resto de la tribu. Una relación que no tardará en fructificar y que se basará en la admiración y respeto mutuos.




Exceptuando “La puerta del cielo” (1980), “El jinete pálido” (1985) y —si mucho me apuráis— “Forajidos de leyenda” (1980) y “Silverado” (1985), los 80 fueron una década más bien nefasta para el western. Quizás por eso sorprende y mucho que un director novel como Kevin Costner tuviera la osadía de emprender un proyecto cinematográfico del calibre de “Bailando con lobos”. Afortunadamente para el género, la tuvo. Y Costner, como los más grandes, “llegó, vio y venció”. Por eso su peli se llevó la friolera de 7 Oscars y por eso, a día de hoy, podemos considerar la opera prima de Costner —al menos a mi juicio— como el mejor western (exceptuando, naturalmente, “Sin perdón”) rodado en estos últimos 30 años.




Mis motivos son amplios y variados. Podría hablaros de la novela o guión de Michael Blake, de la fotografía de Dean Semler, de la música de John Barry, del montaje de Neil Travis, de ese tono a veces épico y a veces intimista que le imprime Costner, de su ritmo pausado y elegante, de su espectacular diseño de producción o, naturalmente, de sus numerosísimas escenas memorables. O quizás —por qué no— de lo bien que funcionan todos esos ingredientes a la vez. Ingredientes extraordinariamente armonizados en un western de 180 minutos (casi 4 horas si hablamos del montaje del director) que se visiona —no obstante— con sumo interés, con sumo placer y con suma emoción. Pero permitidme que me quede esta vez con su mensaje. Con lo que Costner pretende (y consigue, por supuesto) transmitirnos.




Así pues, yo señalaría en primer lugar ese extraordinario homenaje a los nativos norteamericanos que edifica Kevin Costner. Y aunque, obviamente, “Bailando con lobos” no es el primer western pro-indio de la historia del género (véase, por ejemplo, “La puerta del diablo” de Mann, “Flecha rota” de Daves o “El gran combate” de Ford), la peli de Costner sí es el primer western en el que los indios (con permiso del propio Costner, por supuesto) gozan de un protagonismo absoluto. Un protagonismo que nos empuja a empatizar total y absolutamente con ellos y que, pese a cierta idealización, nos los muestra como lo que realmente son: un pueblo normal y corriente, con sus virtudes y sus defectos, con sus tradiciones centenarias, con su innegociable amor a la naturaleza, con su sentido del humor y con su propia identidad como tribu, raza y nación.




Paralelamente a ese acercamiento entre culturas que protagonizan el Teniente Dunbar y los sioux (con mención especial a Pájaro Guía, En pie con el puño en alto y Cabello al viento) conviene destacar también el “viaje interior” que recorre el propio Dunbar. Recordemos que nuestro protagonista es un soldado convertido accidentalmente en héroe gracias a un fallido intento de suicidio.


Un hombre solitario, sin familia, sin oficio ni beneficio. Un romántico que nada tiene que perder y que —según sus propias palabras— desea ver la frontera “antes de que no exista”. Y es ese soldado (y de paso nosotros, como espectadores, gracias a esa voz en off que nos retransmite los pensamientos y sensaciones de Dunbar) el que irá creciendo como ser humano, el que irá despojándose de sus prejuicios raciales y el que irá sintonizando cada vez más con sus nuevos vecinos hasta convertirse en uno de ellos. Concretamente en “Bailando con lobos”, su nuevo nombre sioux. 




Pese a todo, debo reconocer que “Bailando con lobos” no es una peli redonda del todo. Conviene recordar que es la opera prima de un actor metido a cineasta y que, naturalmente, no podemos compararla con westerns clásicos (a los que en cierta medida homenajea) de maestros como Ford, Hawks o Mann. Como es lógico y normal, a Costner se le nota en ocasiones que tira de “manual”, que no domina las sutilezas y que peca de cierta ñoñería en algunas situaciones. También es cierto, por otro lado, que quizás hubiera resultado más valiente y arriesgado por su parte si hubiera decidido que su personaje se enamorara de una india y no de una blanca criada entre los sioux pero, vamos, a mi eso no me molesta demasiado.


Por de pronto porque el personaje de “En pie con el puño en alto” ayuda a introducir un nuevo tema que refuerza su alegato antirracista: el de la perfecta adopción o integración de los blancos en las tribus indias. Y también porque me parece muy lógico y normal que Dunbar se sienta atraído por alguien de su propia raza. Sobre todo si se trata de un bellezón como Mary McDonnell. 




En cualquier caso, lo dicho: de “Bailando con lobos” me quedo con su tremendo mensaje ecológico y humanista, con su canto a la amistad, con su grandísima banda sonora, con el lirismo de sus imágenes y con multitud de escenas para el recuerdo como la del épico intento de suicidio inicial, la espectacular cacería de búfalos, la de la entrañable danza con “Calcetines” (origen, por cierto, del nombre indio de Dunbar) o la de la conmovedora despedida de Cabello al viento: “¡Bailando con lobos! ¡Soy Cabello al viento! ¿No ves que soy tu amigo? ¿No ves que siempre seré tu amigo?”. Brutal.




jueves, 14 de abril de 2016

OPEN RANGE

Poster de Open Range con Kevin Costner
(Open Range) - 2003

Director: Kevin Costner
Guion: Craig Storper (novela: Lauran Paine)

Intérpretes:
Kevin Costner: Charlie Waite
Robert Duvall: Boss Spearman
Annette Benning: Sue Barlow
Michael Gambon: Denton Baxter
Diego Luna: Button
Abraham Benrubí: Moss

Música: Michael Kamen

Productora: Touchstone Pictures
País: Estados Unidos

Por: Güido MalteseNota: 8,5

Charlie Waite: “¿Usted mató a nuestro amigo?”
Butler: “Sí, yo lo hice... y disfruté haciéndolo”
Charlie Waite: “¡Bang!”

Trece años después de su gran éxito “Bailando con Lobos”, Costner vuelve a ponerse detrás de la cámara (¡y delante!) para regalarnos un estupendo western crepuscular a la altura de los grandes del género.

Kevin Costner dirigiendo Open Range

El maduro ganadero Boss Spearman y su socio Charlie Waite conducen su manada a través de las praderas junto a sus dos empleados Button y Moss. Aunque procuran evitar cualquier tipo de problemas, cuando llegan a Harmonville, dominada por el despótico ranchero Baxter, los acontecimientos causarán un brusco giro en sus vidas.

Robert Duvall y Kevin Costner en Open Range

Estamos ante un western con una historia propia del género que bebe tanto de los clásicos como “Duelo de Titanes”, “Raíces Profundas” y otras que iré comentando, como de los últimos grandes westerns, “El jinete pálido”, “Silverado”, “Sin perdón” e, incluso, “Bailando con lobos”. A la obra maestra de Eastwood tiene algunos homenajes, resultando el más evidente el discurso del miedo que recita el ganadero malvado a los habitantes del pueblo y que recuerda al de William Munny, aunque en la película de Costner tiene el efecto contrario. Se nota, y mucho, el amor y la pasión de Costner por el género y es capaz de realizar un gran western, sin concesiones a la modernidad y de estructura clásica. El film cuenta con una trama bastante profunda y trascendental y el resultado es un western crepuscular donde prima más el drama y las interioridades de los personajes que la aventura y la acción.

Diego Luna, Kevin Costner en Open Range

Es un film de espacios abiertos y grandes llanuras, al puro estilo Mann (creo recordar que los cielos están pintados), dónde los paisajes dominan la pantalla y nos ofrecen un buen espectáculo visual. Auténticos cowboys conduciendo ganado a través de las praderas (cierta influencia de Hawks y su “Río Rojo”), dónde el compañerismo, la lealtad, el honor, el sentido de la justicia y la amistad están presentes en todo momento.

Robert Duvall y Kevin Costner en Open Range

Mención especial merecen los diálogos, sobre todo entre Charlie y “Jefe” (recordemos aquí a “Dos cabalgan juntos” de Ford y las conversaciones entre Stewart y Widmark). Conversaciones sinceras, dónde los protagonistas nos muestran su interior y sus ideales a lo largo del metraje. Entrañable la parte en que Duvall le dice a Charlie su verdadero nombre, por ejemplo. O la escena en que Charlie se tapa para que nadie vea lo que escribe en la nota para Sue. Toda la película tiene un tratamiento intimista de los personajes, revelándonos poco a poco sus pasados, sus miedos y sus ideas de futuro.

Robert Duvall y Kevin Costner en una secuencia de Open Range

Como se nos muestra el pasado violento de Waite, poco a poco, durante varias escenas diferentes, Costner nos va desmenuzando su oscuro interior de pistolero asesino.

Robert Duvall, Abraham Benrubi y Kevin Costner en Open Range

No me queda más remedio que hacer hincapié en lo que más me ha atrapado de “Open Range”, ya que es mi debilidad en los westerns: La amistad y la lealtad. Para mí, Costner expone magistralmente la relación entre Waite y Spearman principalmente y entre ellos dos y sus dos empleados, a la vez que estos últimos entre sí. La película respira códigos del género por los cuatro costados. La reacción de los dos protagonistas ante los abusos a sus empleados (como Spearman pagará lo que haga falta para curar a Button, o como reaccionan ante la muerte de Moss) es digna de equipararse a la relación entre Earp y Holliday en “Duelo de Titanes” o la amistad entre Pike y Dutch en “Grupo Salvaje” o John y Juan en “Agáchate, Maldito”.

Annette Bening en Open Range

También tenemos una parte más dramática, la relación que se va cimentando entre Charlie y Sue, la hermana del médico. Aunque un poco ñoña y metida con calzador, es perfecta para desgranar la personalidad de Waite y mostrarnos su lado más humano e íntimo. Repito que Costner aborda con maestría de gran director la tarea de describirnos a los personajes del film.

Michael Gambon en una secuencia de Open Range

Las interpretaciones son todas sobresalientes, desde Costner o Benning, pasando por Gambon (Su personaje me recuerda mucho al John McIntire de “Tierras Lejanas” de Mann), pero la palma se la lleva Duvall. Qué gran papel interpreta!, quizás una de las mejores actuaciones de su carrera, sublime cómo el viejo vaquero curtido en mil aventuras, desplegando toda la sabiduría del que ha llegado a su edad viviendo intensamente y aprendiendo por el camino de la vida.

Annette Bening, Diego Luna, Robert Duvall y Kevin Costner en Open Range

La película transcurre con cierta lentitud, muy pausada, aunque mantiene un ritmo sin demasiados altibajos. Quizás peca de excesiva duración y se alarga demasiado en la media hora anterior al tiroteo final, pero, en mi caso, no me llega a aburrir en ningún momento y, cierto es, que la he disfrutado más en sucesivos visionados.

Escena de tiroteo en la película Open Range

Como guinda de todo lo anterior, nos espera uno de los mejores y más reales tiroteos del western de todos los tiempos. Brutal, seco, crudo y espectacular. La cercanía de los contendientes, el sonido de los disparos, el manejo de la cámara, los planos de los personajes, el desarrollo, el desenlace....¡absolutamente magistral!

Beso entre Annette Bening y Kevin Costner en Open Range

En definitiva, un gran western con todo lo mejor del género, que bebe tanto de los clásicos cómo de los últimos grandes filmes. De visión obligada para los amantes del Oeste más puro y, en mi opinión, bastante superior a la mejor valorada y premiada “Bailando con Lobos” del mismo director.

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Fotos:
Kevin Costner y Robert Duvall


Kevin Costner dirigiendo Open Range


Robert Duvall, Kevin Costner, Diego Luna y Annette Bening


Kevin Costner y Robert Duvall en Open Range

Kevin Costner y Robert Duvall en Open Range

Robert Duvall y Kevin Costner en Open Range

Kevin Costner, Robert Duvall y Diego Luna en Open Range

Kevin Costner y Annette Bening en Open Range

Annette Bening y Kevin Costner en Open Range

Annette Bening y Diego Luna en Open Range

Michael Gambon en una secuencia de Open Range

Diego Luna en Open Range

Escena de rodaje de Open Range con Robert Duvall disparando

Escena de Open Range

Escena de Open Range con Michael Gambon

Rodaje de Open Range

Kevint Costner en Open Range

Kevin Costner a caballo en Open Range

Kevin Costner en Open Range

Robert Duvall en Open Range

Annette Bening en Open Range

Diego Luna y Abraham Benrubi en Open Range

Kevin Costner a caballo en Open Range

Annette Bening y Dean McDermott en Open Range

Robert Duvall, Annette Bening y Kevin Costner a caballo en Open Range

Kevin Costner y Robert Duvall en Open Range

Annette Bening y Kevin Costner en Open Range

Poster de Open Range

Poster de Open Range

TRAILER: