ESPECIAL CICLO RANOWN (4)
(Decision at Sundown, 1957)
Dirección: Budd Boetticher
Guion: Charles Lang
Reparto:
- Randolph Scott: Bart Allison
- John Carroll: Tate Kimbrough
- Karen Steele: Lucy Summerton
- Valerie French: Ruby James
- Noah Beery Jr.: Sam
- John Archer: Doctor John Storrow
- Andrew Duggan: Sheriff Swede Hansen
- James Westerfield: Otis
- John Litel: Charles Summerton
- Ray Teal: Morley Chase
- Randolph Scott: Bart Allison
- John Carroll: Tate Kimbrough
- Karen Steele: Lucy Summerton
- Valerie French: Ruby James
- Noah Beery Jr.: Sam
- John Archer: Doctor John Storrow
- Andrew Duggan: Sheriff Swede Hansen
- James Westerfield: Otis
- John Litel: Charles Summerton
- Ray Teal: Morley Chase
Música: Heinz Roemheld
Productora: Scott-Brown Productions. (USA)
Por Jesús Cendón. NOTA: 6’75
“Usted estuvo casado pero jamás
tuvo una verdadera esposa. ¿Cómo puede vengarse de algo que jamás ha tenido?”
Ruby James a Bart Allison haciéndole comprender la mentira en la que ha vivido
durante los tres últimos años.
ARGUMENTO: Bart Allison y su
amigo Sam se encaminan a Sundown para acabar con la vida de Tate Kimbrough
responsable del suicidio de la mujer de Bart. Una vez allí se encontrarán con
que Tate se ha convertido en el cacique del lugar, por lo que sus planes se
complicarán.
Tercera entrega del ciclo Ranown
producida por la Scott-Brown Production y dirigida por Budd Boetticher en la
que el hasta ahora habitual Burt Kennedy fue sustituido por el escritor Charles
Lang Jr.
“Cita en Sundown” se distingue de
los dos wésterns anteriores del ciclo Ranown porque no se desarrolla en
exteriores sino que se trata de un wéstern urbano que respeta la unidades de
tiempo, al desenvolverse la trama en tan sólo unas horas, y de lugar, puesto
que salvo la secuencia inicial el resto de la película tiene como escenario las
tres calles de la ciudad y cuatro edificios: el saloon, la iglesia, la casa de
los Summerton y un corral en el que se refugian los protagonistas durante la
mayor parte del metraje, con lo que se acentúa el carácter opresivo del filme.
A pesar de esta diferencia,
Boetticher recupera en esta película el tema de la venganza a través de la
figura de Bart que al igual que el Ben Stride de “Tras la pista de los asesinos” busca incansablemente al responsable de la muerte de su mujer. Nos
encontramos de nuevo con un individuo solitario, pero al contrario de los
héroes de las dos películas anteriores del ciclo, Bart es un neurótico que,
roto por el dolor provocado por la pérdida del ser amado, ha transformado la
realidad y vive en una mentira, negándose aceptar los hechos tal y como
sucedieron. Un hombre desagradable, tozudo, egoísta y al borde de la
enajenación capaz de embarcar a su mejor, y posiblemente único amigo, en una
peligrosa aventura sin explicarle las razones de la misma y de golpearle cuando
este intenta mostrarle cuál es la verdad. Así un inteligente guion nos irá
revelando, fundamentalmente a través de las conversaciones mantenidas por Sam,
que la mujer de Bart le había sido infiel con varios hombres, siendo Tate tan
solo el último.
Junto con esta premisa y
perfectamente ensamblada nos encontramos con la otra línea argumental de la
película, ya que el pueblo está controlado por Tate, convertido en el gran
cacique ante la pasividad dolosa de sus habitantes. Incluso el sheriff no es
más que un esbirro pagado por el déspota y al servicio de sus intereses.
Así, a través de los ciudadanos
de Sundown, Boetticher construye un filme enormemente pesimista sobre el ser
humano en el que resalta su cobardía e indiferencia ante las injusticias, al
anteponer la seguridad a la libertad. Para ello se vale, en uno de los grandes
aciertos de la película, de una rica galería de secundarios.
Tate, el antagonista de Bart, es un hombre despótico pero su poder es frágil y se basa más en la indolencia y apatía de los ciudadanos de Sundown que en su fortaleza. De hecho comprobará cómo con la llegada de Bart su imperio se desmorona rápidamente. Boetticher, al igual que en otros filmes del ciclo, se esfuerza por humanizarlo, engrandeciéndolo en la escena final. Estamos ante un mujeriego, amante de la buena vida, que se debate entre dos amores: el de Lucy, el más conveniente para sus intereses, y el de la “corista” Ruby. Triángulo que da lugar a una subtrama de corte melodrámatico bastante floja y desequilibrada, ya que mientras el personaje de Lucy, interpretado por una estupenda Karen Steele (1), es bastante tópico y apenas incide en la trama, aunque será una de las primeras personas que intente hacerle comprender a Bart su error, siendo agredida por él; Ruby James, interpretada con acierto por Valerie French, es un personaje fascinante y con una gran importancia en el desarrollo de la historia. Fiel hasta el final a Tate, a pesar de estar a punto de casarse con Lucy, tomará una decisión arriesgada con la que cambiará el destino del cacique y será quien, por fin, haga entrar en razón a Bart.
Junto a ellos aparece, como ya señalé, un puñado de secundarios magníficamente perfilados. Charles Summerton, padre de Lucy, símbolo de la pérdida del respeto y la dignidad de la población de Sundown al consentir la boda de su hija con Tate por intereses personales. Morley Chase, un ranchero que muestra su desagrado por la situación existente pero es incapaz de enfrentarse al cacique para acabar con la situación. Swede Hanson, un vulgar matón vendido a Tate quien le ha entregado la estrella de latón. Otis, el barman, con una visión poco edificante del ser humano porque como le señala al doctor: “Doc, si hubiera estado sirviendo en un bar como yo no esperaría usted tanto de la raza humana”. Sam, interpretado por un excelente Noah Beery Jr y protagonista de las escasas escenas cómicas del filme, el amigo leal y noble de Bart que intentará hacerle entrar en razón, lo disculpará en todo momento y permanecerá junto a él a pesar de haber sido golpeado por su camarada. Y John Storrow, el doctor del pueblo, uno de los escasos personajes con conciencia en Sundown y decisivo, a través de un inteligente discurso, en la reacción de los habitantes del pueblo al haberlos enfrentado con sus propias miserias.
Sin duda, la película es una de las
más desoladoras del ciclo con un final imprevisible, original, duro y amargo en
el que vemos a Bart, involuntario elemento catalizador de la revuelta popular
contra Tate, emborracharse para, después, salir del pueblo y perderse en la
nada mientras el doctor comenta: “Sí, cambió las cosas para todo el mundo en la
ciudad. Pero por desgracia no hay nada que podamos hacer por él”. Es un hombre
que lo ha perdido todo al enfrentarse a la realidad, incluso un pasado que
nunca fue como él tenía idealizado, un época mitificada en cuyo recuerdo había
basado su existencia. Estamos ante un individuo con un profundo desgarro en su
interior, simbolizado en la herida de su mano, al que no le queda ningún motivo
para seguir vivo tras haber estado engañándose durante los tres últimos años, y
que ni tan siquiera ha tenido la satisfacción, aunque mínima, de llevar a cabo
su venganza. De hecho uno de los personajes al principio de la película
advierte de manera premonitoria que: “Cuando un hombre busca su venganza, está
tan obcecado por ella que rara vez puede cumplir su deseo”.
“Cita en Sundown” es un filme irregular
pero cuenta con un último tramo modélico que lo sitúa por encima de la media de
este tipo de productos, aunque no llegue al nivel de las dos primeras entregas
del ciclo.
(1) Karen Steele, recordada por
su papel en “Marty” (Delbert Mann, 1955) y por aquellos años unida
sentimentalmente a Budd Boetticher, participó en tres títulos del ciclo Ranown,
la película objeto de esta reseña, “Nacida en el Oeste” (1959) y “Cabalgar en solitario” (1959). Igualmente rodó bajo la
dirección de Budd Boetticher el excelente noir “La ley del hampa” (1960), pero
su carrera se desarrolló básicamente en la televisión.