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jueves, 22 de noviembre de 2018

NACIDA EN EL OESTE

ESPECIAL CICLO RANOWN (6)
(Westbound, 1959)

Dirección: Budd Boetticher 
Guion: Berne Giler

Reparto:
- Randolph Scott: Capitán John Hayes
- Virginia Mayo: Norma Putnam
- Karen Steele: Jeanie Miller
- Andrew Duggan: Clay Putnam
- Michael Dante: Rod Miller
- Michael Pate: Mace
- Wally Brown: Study
- John Daheim: Russ
- Walter Barnes: Willis

Música: David Buttolph.
Productora: Warner Brothers.  (USA).

Por Jesús Cendón. NOTA: 6

“Escucha, un hombre no es menos hombre por haber perdido un brazo luchando por lo que cree”. Jeanie Miller a su marido Rod, tras licenciarse como mutilado de guerra.


ARGUMENTO: En plena Guerra de Secesión el mando nordista encarga al capitán John Hayes la creación de una línea regular de diligencias para transportar el oro a lo largo de 3.000 kilómetros. En el cumplimiento de su misión John deberá enfrentarse a Clay Putnam, un antiguo amigo, y Mace, un temible pistolero.



Con el incomprensible nombre en castellano de “Nacida en el Oeste” (todavía no sé a quién alude el título) nos encontramos con un filme tradicionamente integrado en el ciclo Ranown pero en cuya producción no intervinieron ni Randolph Scott ni Harry Joe Brown sino que se debió a la iniciativa de Henry Blanke en el marco de la Warner Brothers. De hecho Budd Boetticher no consideraba que formara parte de la serie de películas realizadas junto con Randolph Scott y reconocía que su gestación se debió a una obligación contractual del actor con la major (1).



Estamos pues ante un producto típicamente alimenticio en el que si bien Boetticher despacha un filme enérgico, brioso y dinámico, características propias de su cine, carece de los rasgos de modernidad presentes en los títulos anteriores del ciclo.



Además partió de un guion del televisivo Berne Giler que no desarrolla los interesantes temas planteados en su inicio: la difícil adaptación a la vida civil de los excombatientes, máxime si han sufrido una mutilación física o emocional; y el drama provocado por la guerra en la sociedad al separar de forma irreconciliable en distintos bandos a familias y amigos. De hecho la historia se sitúa en California, un Estado que, pese adherirse formalmente a la Unión, contaba con una gran parte de la población simpatizante de la causa sureña. Sin embargo, el filme abandona pronto estas premisas para ofrecernos una historia tópica, carente de originalidad, previsible y más tendente a la acción frente a la reflexión, característica del resto de películas que componen este ciclo.



Incluso el período en el que se desarrolla el drama, la Guerra de Secesión, y el propio protagonista no responden al resto de cintas dirigidas por Boetticher y protagonizadas por Scott. Así John Hayes no actuará movido por sentimientos personales, generalmente el deseo de venganza, sino que se trata de un militar comprometido con la causa de la Federación y la construcción de un país a través de la línea de la diligencias. Es un personaje mucho más cercano al héroe clásico del wéstern y así se nos muestra desde la primera escena como un hombre solidario, defensor del débil, amigable, menos individualista y generoso; abandonando su actitud hosca presente en otros wésterns de la serie.



Desde el punto de vista estético también se aprecian diferencias ya que Boetticher no contó con la colaboración de directores de fotografía del nivel de William H. Clothier (2), Charles Lawton Jr. presente en tres de las cintas (3) o Lucien Ballard (4) que tanto contribuyeron al resultado final de los filmes rodados junto a Randolph Scott. Además el sistema de filmación utilizado, lógicamente el Warnercolor, confiere a la película cierta singularidad.



Por el contrario en su haber cuenta con el personaje de Clay Putnam, interpretado magníficamente por un Andrew Duggan que ya había intervenido en “Cita en Sundown”. Es el típico antagonista del héroe de una gran complejidad. Antiguo amigo de John se enfrenta a él por ser fiel a la Confederación y cumplir con su obligación consistente en sabotear la línea de diligencias; es, por tanto, un elemento externo, la guerra, el que separará y enfrentará a los viejos camaradas. División agravada por el hecho de haber contraído matrimonio Clay con Norma, ex-amante de John. Individuo ambicioso y contradictorio, contratará a un pistolero, Mace (interpretado por un excelente Michael Pate vestido rigurosamente de negro), para adueñarse de la región y llevar a cabo sus planes, pero rechazará en todo momento el derramamiento de sangre. Y será precisamente un desgraciado accidente provocado por Mace lo que originará su reacción enfrentándose al pistolero en un intento de redención. De esta forma Boetticher se esfuerza en presentarnos a Clay como otra víctima más de la guerra.



Igualmente interesantes son los dos personajes femeninos principales, aunque están desarrollados de forma desigual.



Por una parte, nos encontramos a una desaprovechada Virginia Mayo como Norma Putnam, la esposa de Clay, quien parece debatirse entre su amor por Clay y el recuerdo de John; dudas acrecentadas tras conocer el resultado de los sabotajes llevados a cabo por los hombres de su esposo que da lugar a una escena de corte melodramático excesivamente forzada.



Y por otra, aparece una entonada Karen Steele en el papel de Jeannie, la mujer de Rod, el soldado mutilado, cuya presentación es difícil de olvidar. Personifica la entrega sin condiciones y protagoniza dos soberbias escenas de una gran sutileza. Aquella en la que tras volver su marido de la guerra manco intenta abrazarlo y retira rápidamente su brazo y en la que le da a John la noticia del fallecimiento de su esposo.



Son estas escenas, junto con otros aciertos como el de contar la agonía de Rod en off sorprendiéndonos con el resultado, las que muestran la calidad de un director como Boetticher y nos resarcen, incluso, del decepcionante enfrentamiento final entre Mace y John carente de la espectacularidad requerida.



Alejada del sello renovador característico de las principales películas de la serie, “Nacida en el Oeste” es, sin embargo, un digno wéstern, capaz de satisfacer a los aficionados al género, con el que el tándem Boetticher-Scott parece que se dio un respiro inmediatamente antes de ofrecernos dos de los mejores títulos del ciclo con, de nuevo, la venganza y la codicia como ejes.


(1) Según comentó el propio Boetticher en una entrevista, Randy Scott estaba obligado por contrato a hacer un último wéstern con la Warner. Boetticher para evitar un perjuicio al actor accedió a dirigir la película a pesar de que el guion no le gustaba. Además, a cambio, consiguió que la major se interesará en su nuevo proyecto, “La ley del hampa” (1960) y le financiara su filmación.

(2) William H. Clothier, con dos nominaciones al Oscar, fue un extraordinario cameraman en nómina de la Warner y muy ligado a este género, en concreto a John Ford y John Wayne, quien le contrató para su productora, la Batjac, con carácter permanente. Entre los wésterns más destacados en los que participó, además de “Tras la pista de los asesinos”, podemos recordar “El rastro de la pantera” (William Wellman, 1954), “Misión de audaces" (John Ford, 1959), “El Álamo” (John Wayne, 1960), “Los comancheros” (Michael Curtiz, 1961), “El hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford, 1962), “Una trompeta lejana” (Raoul Walsh, 1964), “El gran combate” (John Ford, 1964), “Ataque al carro blindado” (Burt Kennedy, 1967) o “Río Lobo” (Howard Hawks, 1970).

(3) Ligado durante diecisietes años a la Columbia, Charles Lawton Jr. fue el responsable en la década de los cincuenta de la fotografía, además de la de “Los cautivos” y de las dos últimas entregas del ciclo Ranown, de los tres wésterns dirigidos por Delmer Daves y protagonizados por Glenn Ford (“El tren de las 3:10”, “Jubal” y “Cowboy”) y de “Dos cabalgan juntos” (John Ford, 1961).

(4) Con una extensísima carrera que abarca  50 años y más de 130 títulos para, entre otras compañías, la Paramount, RKO y 20th Century Fox, Lucien Ballard es conocido en este género fundamentalmente gracias a sus colaboraciones con Henry Hathaway (“Los cuatro hijos de Katie Elder” -1965-, “Nevada Smith” -1966- y “Valor de ley” -1969-) y Sam Peckinpah (“Duelo en la alta sierra” -1962- película en la que se puede rastrear la huella del ciclo Ranown, “Grupo salvaje” -1969-, “La balada de Cable Hogue” -1970- y “Junior Bonner” -1972-)


jueves, 8 de noviembre de 2018

CITA EN SUNDOWN

ESPECIAL CICLO RANOWN (4)
(Decision at Sundown, 1957)

Dirección: Budd Boetticher
Guion: Charles Lang

Reparto:
- Randolph Scott: Bart Allison
- John Carroll: Tate Kimbrough
- Karen Steele: Lucy Summerton
- Valerie French: Ruby James
- Noah Beery Jr.: Sam
- John Archer: Doctor John Storrow
- Andrew Duggan: Sheriff Swede Hansen
- James Westerfield: Otis
- John Litel: Charles Summerton
- Ray Teal: Morley Chase

Música: Heinz Roemheld
Productora: Scott-Brown Productions. (USA)

Por Jesús Cendón. NOTA: 6’75

“Usted estuvo casado pero jamás tuvo una verdadera esposa. ¿Cómo puede vengarse de algo que jamás ha tenido?” Ruby James a Bart Allison haciéndole comprender la mentira en la que ha vivido durante los tres últimos años.


ARGUMENTO: Bart Allison y su amigo Sam se encaminan a Sundown para acabar con la vida de Tate Kimbrough responsable del suicidio de la mujer de Bart. Una vez allí se encontrarán con que Tate se ha convertido en el cacique del lugar, por lo que sus planes se complicarán.



Tercera entrega del ciclo Ranown producida por la Scott-Brown Production y dirigida por Budd Boetticher en la que el hasta ahora habitual Burt Kennedy fue sustituido por el escritor Charles Lang Jr.



“Cita en Sundown” se distingue de los dos wésterns anteriores del ciclo Ranown porque no se desarrolla en exteriores sino que se trata de un wéstern urbano que respeta la unidades de tiempo, al desenvolverse la trama en tan sólo unas horas, y de lugar, puesto que salvo la secuencia inicial el resto de la película tiene como escenario las tres calles de la ciudad y cuatro edificios: el saloon, la iglesia, la casa de los Summerton y un corral en el que se refugian los protagonistas durante la mayor parte del metraje, con lo que se acentúa el carácter opresivo del filme.



A pesar de esta diferencia, Boetticher recupera en esta película el tema de la venganza a través de la figura de Bart que al igual que el Ben Stride de “Tras la pista de los asesinos” busca incansablemente al responsable de la muerte de su mujer. Nos encontramos de nuevo con un individuo solitario, pero al contrario de los héroes de las dos películas anteriores del ciclo, Bart es un neurótico que, roto por el dolor provocado por la pérdida del ser amado, ha transformado la realidad y vive en una mentira, negándose aceptar los hechos tal y como sucedieron. Un hombre desagradable, tozudo, egoísta y al borde de la enajenación capaz de embarcar a su mejor, y posiblemente único amigo, en una peligrosa aventura sin explicarle las razones de la misma y de golpearle cuando este intenta mostrarle cuál es la verdad. Así un inteligente guion nos irá revelando, fundamentalmente a través de las conversaciones mantenidas por Sam, que la mujer de Bart le había sido infiel con varios hombres, siendo Tate tan solo el último.



Junto con esta premisa y perfectamente ensamblada nos encontramos con la otra línea argumental de la película, ya que el pueblo está controlado por Tate, convertido en el gran cacique ante la pasividad dolosa de sus habitantes. Incluso el sheriff no es más que un esbirro pagado por el déspota y al servicio de sus intereses.



Así, a través de los ciudadanos de Sundown, Boetticher construye un filme enormemente pesimista sobre el ser humano en el que resalta su cobardía e indiferencia ante las injusticias, al anteponer la seguridad a la libertad. Para ello se vale, en uno de los grandes aciertos de la película, de una rica galería de secundarios.




Tate, el antagonista de Bart, es un hombre despótico pero su poder es frágil y se basa más en la indolencia y apatía de los ciudadanos de Sundown que en su fortaleza. De hecho comprobará cómo con la llegada de Bart su imperio se desmorona rápidamente. Boetticher, al igual que en otros filmes del ciclo, se esfuerza por humanizarlo, engrandeciéndolo en la escena final. Estamos ante un mujeriego, amante de la buena vida, que se debate entre dos amores: el de Lucy, el más conveniente para sus intereses, y el de la “corista” Ruby. Triángulo que da lugar a una subtrama de corte melodrámatico bastante floja y desequilibrada, ya que mientras el personaje de Lucy, interpretado por una estupenda Karen Steele (1), es bastante tópico y apenas incide en la trama, aunque será una de las primeras personas que intente hacerle comprender a Bart su error, siendo agredida por él; Ruby James, interpretada con acierto por Valerie French, es un personaje fascinante y con una gran importancia en el desarrollo de la historia. Fiel hasta el final a Tate, a pesar de estar a punto de casarse con Lucy, tomará una decisión arriesgada con la que cambiará el destino del cacique y será quien, por fin, haga entrar en razón a Bart. 




Junto a ellos aparece, como ya señalé, un puñado de secundarios magníficamente perfilados. Charles Summerton, padre de Lucy, símbolo de la pérdida del respeto y la dignidad de la población de Sundown al consentir la boda de su hija con Tate por intereses personales. Morley Chase, un ranchero que muestra su desagrado por la situación existente pero es incapaz de enfrentarse al cacique para acabar con la situación. Swede Hanson, un vulgar matón vendido a Tate quien le ha entregado la estrella de latón. Otis, el barman, con una visión poco edificante del ser humano porque como le señala al doctor: “Doc, si hubiera estado sirviendo en un bar como yo no esperaría usted tanto de la raza humana”. Sam, interpretado por un excelente Noah Beery Jr y protagonista de las escasas escenas cómicas del filme, el amigo leal y noble de Bart que intentará hacerle entrar en razón, lo disculpará en todo momento y permanecerá junto a él a pesar de haber sido golpeado por su camarada. Y John Storrow, el doctor del pueblo, uno de los escasos personajes con conciencia en Sundown y decisivo, a través de un inteligente discurso, en la reacción de los habitantes del pueblo al haberlos enfrentado con sus propias miserias.





Sin duda, la película es una de las más desoladoras del ciclo con un final imprevisible, original, duro y amargo en el que vemos a Bart, involuntario elemento catalizador de la revuelta popular contra Tate, emborracharse para, después, salir del pueblo y perderse en la nada mientras el doctor comenta: “Sí, cambió las cosas para todo el mundo en la ciudad. Pero por desgracia no hay nada que podamos hacer por él”. Es un hombre que lo ha perdido todo al enfrentarse a la realidad, incluso un pasado que nunca fue como él tenía idealizado, un época mitificada en cuyo recuerdo había basado su existencia. Estamos ante un individuo con un profundo desgarro en su interior, simbolizado en la herida de su mano, al que no le queda ningún motivo para seguir vivo tras haber estado engañándose durante los tres últimos años, y que ni tan siquiera ha tenido la satisfacción, aunque mínima, de llevar a cabo su venganza. De hecho uno de los personajes al principio de la película advierte de manera premonitoria que: “Cuando un hombre busca su venganza, está tan obcecado por ella que rara vez puede cumplir su deseo”.



“Cita en Sundown” es un filme irregular pero cuenta con un último tramo modélico que lo sitúa por encima de la media de este tipo de productos, aunque no llegue al nivel de las dos primeras entregas del ciclo.

(1) Karen Steele, recordada por su papel en “Marty” (Delbert Mann, 1955) y por aquellos años unida sentimentalmente a Budd Boetticher, participó en tres títulos del ciclo Ranown, la película objeto de esta reseña,  Nacida en el Oeste” (1959) y “Cabalgar en solitario” (1959). Igualmente rodó bajo la dirección de Budd Boetticher el excelente noir “La ley del hampa” (1960), pero su carrera se desarrolló básicamente en la televisión.