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jueves, 22 de noviembre de 2018

NACIDA EN EL OESTE

ESPECIAL CICLO RANOWN (6)
(Westbound, 1959)

Dirección: Budd Boetticher 
Guion: Berne Giler

Reparto:
- Randolph Scott: Capitán John Hayes
- Virginia Mayo: Norma Putnam
- Karen Steele: Jeanie Miller
- Andrew Duggan: Clay Putnam
- Michael Dante: Rod Miller
- Michael Pate: Mace
- Wally Brown: Study
- John Daheim: Russ
- Walter Barnes: Willis

Música: David Buttolph.
Productora: Warner Brothers.  (USA).

Por Jesús Cendón. NOTA: 6

“Escucha, un hombre no es menos hombre por haber perdido un brazo luchando por lo que cree”. Jeanie Miller a su marido Rod, tras licenciarse como mutilado de guerra.


ARGUMENTO: En plena Guerra de Secesión el mando nordista encarga al capitán John Hayes la creación de una línea regular de diligencias para transportar el oro a lo largo de 3.000 kilómetros. En el cumplimiento de su misión John deberá enfrentarse a Clay Putnam, un antiguo amigo, y Mace, un temible pistolero.



Con el incomprensible nombre en castellano de “Nacida en el Oeste” (todavía no sé a quién alude el título) nos encontramos con un filme tradicionamente integrado en el ciclo Ranown pero en cuya producción no intervinieron ni Randolph Scott ni Harry Joe Brown sino que se debió a la iniciativa de Henry Blanke en el marco de la Warner Brothers. De hecho Budd Boetticher no consideraba que formara parte de la serie de películas realizadas junto con Randolph Scott y reconocía que su gestación se debió a una obligación contractual del actor con la major (1).



Estamos pues ante un producto típicamente alimenticio en el que si bien Boetticher despacha un filme enérgico, brioso y dinámico, características propias de su cine, carece de los rasgos de modernidad presentes en los títulos anteriores del ciclo.



Además partió de un guion del televisivo Berne Giler que no desarrolla los interesantes temas planteados en su inicio: la difícil adaptación a la vida civil de los excombatientes, máxime si han sufrido una mutilación física o emocional; y el drama provocado por la guerra en la sociedad al separar de forma irreconciliable en distintos bandos a familias y amigos. De hecho la historia se sitúa en California, un Estado que, pese adherirse formalmente a la Unión, contaba con una gran parte de la población simpatizante de la causa sureña. Sin embargo, el filme abandona pronto estas premisas para ofrecernos una historia tópica, carente de originalidad, previsible y más tendente a la acción frente a la reflexión, característica del resto de películas que componen este ciclo.



Incluso el período en el que se desarrolla el drama, la Guerra de Secesión, y el propio protagonista no responden al resto de cintas dirigidas por Boetticher y protagonizadas por Scott. Así John Hayes no actuará movido por sentimientos personales, generalmente el deseo de venganza, sino que se trata de un militar comprometido con la causa de la Federación y la construcción de un país a través de la línea de la diligencias. Es un personaje mucho más cercano al héroe clásico del wéstern y así se nos muestra desde la primera escena como un hombre solidario, defensor del débil, amigable, menos individualista y generoso; abandonando su actitud hosca presente en otros wésterns de la serie.



Desde el punto de vista estético también se aprecian diferencias ya que Boetticher no contó con la colaboración de directores de fotografía del nivel de William H. Clothier (2), Charles Lawton Jr. presente en tres de las cintas (3) o Lucien Ballard (4) que tanto contribuyeron al resultado final de los filmes rodados junto a Randolph Scott. Además el sistema de filmación utilizado, lógicamente el Warnercolor, confiere a la película cierta singularidad.



Por el contrario en su haber cuenta con el personaje de Clay Putnam, interpretado magníficamente por un Andrew Duggan que ya había intervenido en “Cita en Sundown”. Es el típico antagonista del héroe de una gran complejidad. Antiguo amigo de John se enfrenta a él por ser fiel a la Confederación y cumplir con su obligación consistente en sabotear la línea de diligencias; es, por tanto, un elemento externo, la guerra, el que separará y enfrentará a los viejos camaradas. División agravada por el hecho de haber contraído matrimonio Clay con Norma, ex-amante de John. Individuo ambicioso y contradictorio, contratará a un pistolero, Mace (interpretado por un excelente Michael Pate vestido rigurosamente de negro), para adueñarse de la región y llevar a cabo sus planes, pero rechazará en todo momento el derramamiento de sangre. Y será precisamente un desgraciado accidente provocado por Mace lo que originará su reacción enfrentándose al pistolero en un intento de redención. De esta forma Boetticher se esfuerza en presentarnos a Clay como otra víctima más de la guerra.



Igualmente interesantes son los dos personajes femeninos principales, aunque están desarrollados de forma desigual.



Por una parte, nos encontramos a una desaprovechada Virginia Mayo como Norma Putnam, la esposa de Clay, quien parece debatirse entre su amor por Clay y el recuerdo de John; dudas acrecentadas tras conocer el resultado de los sabotajes llevados a cabo por los hombres de su esposo que da lugar a una escena de corte melodramático excesivamente forzada.



Y por otra, aparece una entonada Karen Steele en el papel de Jeannie, la mujer de Rod, el soldado mutilado, cuya presentación es difícil de olvidar. Personifica la entrega sin condiciones y protagoniza dos soberbias escenas de una gran sutileza. Aquella en la que tras volver su marido de la guerra manco intenta abrazarlo y retira rápidamente su brazo y en la que le da a John la noticia del fallecimiento de su esposo.



Son estas escenas, junto con otros aciertos como el de contar la agonía de Rod en off sorprendiéndonos con el resultado, las que muestran la calidad de un director como Boetticher y nos resarcen, incluso, del decepcionante enfrentamiento final entre Mace y John carente de la espectacularidad requerida.



Alejada del sello renovador característico de las principales películas de la serie, “Nacida en el Oeste” es, sin embargo, un digno wéstern, capaz de satisfacer a los aficionados al género, con el que el tándem Boetticher-Scott parece que se dio un respiro inmediatamente antes de ofrecernos dos de los mejores títulos del ciclo con, de nuevo, la venganza y la codicia como ejes.


(1) Según comentó el propio Boetticher en una entrevista, Randy Scott estaba obligado por contrato a hacer un último wéstern con la Warner. Boetticher para evitar un perjuicio al actor accedió a dirigir la película a pesar de que el guion no le gustaba. Además, a cambio, consiguió que la major se interesará en su nuevo proyecto, “La ley del hampa” (1960) y le financiara su filmación.

(2) William H. Clothier, con dos nominaciones al Oscar, fue un extraordinario cameraman en nómina de la Warner y muy ligado a este género, en concreto a John Ford y John Wayne, quien le contrató para su productora, la Batjac, con carácter permanente. Entre los wésterns más destacados en los que participó, además de “Tras la pista de los asesinos”, podemos recordar “El rastro de la pantera” (William Wellman, 1954), “Misión de audaces" (John Ford, 1959), “El Álamo” (John Wayne, 1960), “Los comancheros” (Michael Curtiz, 1961), “El hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford, 1962), “Una trompeta lejana” (Raoul Walsh, 1964), “El gran combate” (John Ford, 1964), “Ataque al carro blindado” (Burt Kennedy, 1967) o “Río Lobo” (Howard Hawks, 1970).

(3) Ligado durante diecisietes años a la Columbia, Charles Lawton Jr. fue el responsable en la década de los cincuenta de la fotografía, además de la de “Los cautivos” y de las dos últimas entregas del ciclo Ranown, de los tres wésterns dirigidos por Delmer Daves y protagonizados por Glenn Ford (“El tren de las 3:10”, “Jubal” y “Cowboy”) y de “Dos cabalgan juntos” (John Ford, 1961).

(4) Con una extensísima carrera que abarca  50 años y más de 130 títulos para, entre otras compañías, la Paramount, RKO y 20th Century Fox, Lucien Ballard es conocido en este género fundamentalmente gracias a sus colaboraciones con Henry Hathaway (“Los cuatro hijos de Katie Elder” -1965-, “Nevada Smith” -1966- y “Valor de ley” -1969-) y Sam Peckinpah (“Duelo en la alta sierra” -1962- película en la que se puede rastrear la huella del ciclo Ranown, “Grupo salvaje” -1969-, “La balada de Cable Hogue” -1970- y “Junior Bonner” -1972-)


viernes, 16 de noviembre de 2018

BUCHANAN CABALGA DE NUEVO

ESPECIAL CICLO RANOWN (5)
(Buchanan rides alone, 1958)

Director: Budd Boetticher
Guion: Charles Lang

Reparto: Randolph Scott: Tom Buchanan
- Craig Stevens: Abe Carbo
- Barry Kelley: Lew Agry
- Tol Avery: Juez Simon Agry
- Peter Whitney: Amos Agry
- Manuel Rojas: Juan de la Vega
- L. Q. Jones: Pecos Hill
- Robert Anderson: Waldo Peck
- Joe de Santis: Esteban Gómez
- William Leslie: Roy Agry
- Jennifer Holden: K. T.

Música: Stock music compuesta por Mischa Bakaleinikoff, George Dunning, Heinz Roemheldy Paul Sawtell
Productora: Scott-Brown Productions.  (USA)

Por Jesús Cendón. NOTA: 6’25

“Ah, es usted un luchador ¿En qué clase de lucha?” “En cualquiera siempre que paguen bien” “Entonces el crimen no es nuevo para usted Buchanan” “No hay crimen cuando luchas en una revolución” Conversación entre Simon Agry y Tom Buchanan durante el juicio.


ARGUMENTO: Tom Buchanan, de regreso a los EEUU tras haber participado en la revolución mexicana, se verá involucrado en la muerte, a manos de Juan de la Vega, del hijo de Simon Angry, juez y cacique junto a sus dos hermanos de Angry Town quienes, además, le robarán 2.000 dólares. A partir de ese momento los destinos de Tom y de Juan quedarán entrelazados.




Cuarta entrega del ciclo escrita de nuevo por Charles Lang Jr. aunque intervino, sin estar acreditado, Burt Kennedy. De hecho el personaje de Tom Buchanan presenta ciertas similitudes con el de Pat Brennan de “Los cautivos” al ser o haber sido ambos rancheros con dificultades económicas; mientras que el esqueleto argumental, con nuestro héroe enfrentado a los caciques de una ciudad, remite a  “Cita en Sundown”; anterior entrega del ciclo escrita también por Charles Lang Jr. Así, Tom al igual que Pat se convertirá, aunque por motivos estrictamente personales (la venganza en el anterior filme y la recuperación de su dinero en este), en el motor para acabar con la tiranía e injusticia ejercida por los oligarcas de la ciudad.


Sin embargo, la principal característica de esta película respecto a las filmadas hasta ese momento por Boetticher con Scott como protagonista es su tono marcadamente paródico, abandonando la gravedad, amargura y el carácter trágico de los anteriores filmes de la serie para ofrecernos un wéstern más ligero que se aprecia incluso en la actitud burlesca del protagonista, siempre sonriente y dando la sensación de no tomarse los acontecimientos demasiado en serio; además de contar con un mayor peso las escenas cómicas, destacando la del juicio o la del entierro sobre un árbol de uno de los pistoleros a sueldo impregnada de un humor surrealista.


Al igual que en “Cita en Sundown” la película entrelaza dos líneas argumentales a través de las cuales se abordan temas como la codicia, encarnada en los tres hermanos Angry, la corrupción de las instituciones y el abuso de poder. Así, por una parte tenemos el enfrentamiento entre Tom y los tres hermanos, originado tanto por la detención del primero al verse envuelto en el asesinato del hijo de Simon, como por haberle robado Lew, sheriff del lugar, el dinero obtenido como mercenario en la revolución. Por otra parte asistimos al juego de engaños y a la rivalidad entre los hermanos, individuos miserables y avaros, que culminará en una memorable escena final (1), con la lucha a muerte del juez y el sheriff en un puente para apropiarse de las alforjas cuyo contenido, los 50.000$ ofrecidos por el padre de Juan para evitar su linchamiento, constituye el objeto del deseo de ambos.


Sin embargo el guion de “Buchanan cabalga de nuevo” se muestra repetitivo (se suceden las idas y venidas a la ciudad de Juan y Tom, así como sus entradas y salidas de la cárcel, en una especie de estructura circular), carece de la profundidad del libreto correspondiente al título precedente y tampoco cuenta con la riqueza de sus personajes secundarios; incluso a diferencia del resto de títulos de la serie no existe una presencia femenina importante.




Así, frente al protagonista, un Randolph Scott con un ridículo sombrero que se autoparodia aunque, al mismo tiempo, se remarca, como característica de la serie, su condición de vagabundo y su ambigüedad moral (ha participado como mercenario en un conflicto pero es incapaz de no intervenir ante una injusticia), no nos encontramos esta vez con un antagonista atractivo sino con los tres hermanos Angry, personajes un tanto estereotipados y sin matices. Simon Angry, juez de la comarca y candidato al senado, es un individuo manipulador, embaucador y populista capaz de manejar a los habitantes de Angrytown a su antojo; deslumbrado por el dinero, prefiere conseguir los 50.000$ ofrecidos por el padre de Juan a hacer justicia. Lew, el sheriff, es un individuo tan corrupto como su hermano que abusa de su cargo para imponer su voluntad a través de la fuerza. Y el tercer hermano, Amos, es el dueño del hotel, un individuo pusilánime capaz de maniobrar en la sombra para encizañar a sus otros dos hermanos con el fin de conseguir sus objetivos. Entre los tres controlan el pueblo, rebautizado con su nombre.


También están desaprovechados los dos personajes más atractivos del filme. Pecos Hill, interpretado por un joven L. Q. Jones. Tan desarraigado como Tom, se convertirá en el imprevisto apoyo del protagonista quien le ofrecerá asociarse en su futuro rancho pero su violenta desaparición remarcará la condición solitaria del héroe.


Y Abe Carbo, interpretado por Craig Stevens (2), el hombre de confianza de Simon y verdadero cerebro en la sombra; un pistolero más proclive a utilizar el ingenio que los revólveres. Personaje que, por su atractivo, hubiera necesitado un mayor desarrollo; así como haber gozado de un mayor peso y presencia en la película.


Nos encontramos, pues, con un correcto wéstern de serie b, bien dirigido y fotografiado por Lucien Ballard pero cuyo resultado dista mucho de los logrados con los mejores filmes de la serie debido, fundamentalmente, a un pobre guion.


Como curiosidad comentaros que, como consecuencia de la huelga de los compositores hollywoodienses, para la banda sonora se utilizaron temas de distintos músicos aparecidos en filmes anteriores.


(1) El enfrentamiento en el puente me recordó al final de “Río Bravo”, rodada un año más tarde por Howard Hawks y, sobre todo, al de “Río Lobo” (1970), última colaboración entre el citado Hawks y John Wayne.

(2) Craig Stevens se haría famoso con la serie de culto creada por Blake Edwards “Peter Gunn” de la que se llegaron a emitir ciento catorce episodios entre 1958 y 1961. Serie llevada a la pantalla grande por el propio Edwards en 1967 y también protagonizada por el actor.

jueves, 8 de noviembre de 2018

CITA EN SUNDOWN

ESPECIAL CICLO RANOWN (4)
(Decision at Sundown, 1957)

Dirección: Budd Boetticher
Guion: Charles Lang

Reparto:
- Randolph Scott: Bart Allison
- John Carroll: Tate Kimbrough
- Karen Steele: Lucy Summerton
- Valerie French: Ruby James
- Noah Beery Jr.: Sam
- John Archer: Doctor John Storrow
- Andrew Duggan: Sheriff Swede Hansen
- James Westerfield: Otis
- John Litel: Charles Summerton
- Ray Teal: Morley Chase

Música: Heinz Roemheld
Productora: Scott-Brown Productions. (USA)

Por Jesús Cendón. NOTA: 6’75

“Usted estuvo casado pero jamás tuvo una verdadera esposa. ¿Cómo puede vengarse de algo que jamás ha tenido?” Ruby James a Bart Allison haciéndole comprender la mentira en la que ha vivido durante los tres últimos años.


ARGUMENTO: Bart Allison y su amigo Sam se encaminan a Sundown para acabar con la vida de Tate Kimbrough responsable del suicidio de la mujer de Bart. Una vez allí se encontrarán con que Tate se ha convertido en el cacique del lugar, por lo que sus planes se complicarán.



Tercera entrega del ciclo Ranown producida por la Scott-Brown Production y dirigida por Budd Boetticher en la que el hasta ahora habitual Burt Kennedy fue sustituido por el escritor Charles Lang Jr.



“Cita en Sundown” se distingue de los dos wésterns anteriores del ciclo Ranown porque no se desarrolla en exteriores sino que se trata de un wéstern urbano que respeta la unidades de tiempo, al desenvolverse la trama en tan sólo unas horas, y de lugar, puesto que salvo la secuencia inicial el resto de la película tiene como escenario las tres calles de la ciudad y cuatro edificios: el saloon, la iglesia, la casa de los Summerton y un corral en el que se refugian los protagonistas durante la mayor parte del metraje, con lo que se acentúa el carácter opresivo del filme.



A pesar de esta diferencia, Boetticher recupera en esta película el tema de la venganza a través de la figura de Bart que al igual que el Ben Stride de “Tras la pista de los asesinos” busca incansablemente al responsable de la muerte de su mujer. Nos encontramos de nuevo con un individuo solitario, pero al contrario de los héroes de las dos películas anteriores del ciclo, Bart es un neurótico que, roto por el dolor provocado por la pérdida del ser amado, ha transformado la realidad y vive en una mentira, negándose aceptar los hechos tal y como sucedieron. Un hombre desagradable, tozudo, egoísta y al borde de la enajenación capaz de embarcar a su mejor, y posiblemente único amigo, en una peligrosa aventura sin explicarle las razones de la misma y de golpearle cuando este intenta mostrarle cuál es la verdad. Así un inteligente guion nos irá revelando, fundamentalmente a través de las conversaciones mantenidas por Sam, que la mujer de Bart le había sido infiel con varios hombres, siendo Tate tan solo el último.



Junto con esta premisa y perfectamente ensamblada nos encontramos con la otra línea argumental de la película, ya que el pueblo está controlado por Tate, convertido en el gran cacique ante la pasividad dolosa de sus habitantes. Incluso el sheriff no es más que un esbirro pagado por el déspota y al servicio de sus intereses.



Así, a través de los ciudadanos de Sundown, Boetticher construye un filme enormemente pesimista sobre el ser humano en el que resalta su cobardía e indiferencia ante las injusticias, al anteponer la seguridad a la libertad. Para ello se vale, en uno de los grandes aciertos de la película, de una rica galería de secundarios.




Tate, el antagonista de Bart, es un hombre despótico pero su poder es frágil y se basa más en la indolencia y apatía de los ciudadanos de Sundown que en su fortaleza. De hecho comprobará cómo con la llegada de Bart su imperio se desmorona rápidamente. Boetticher, al igual que en otros filmes del ciclo, se esfuerza por humanizarlo, engrandeciéndolo en la escena final. Estamos ante un mujeriego, amante de la buena vida, que se debate entre dos amores: el de Lucy, el más conveniente para sus intereses, y el de la “corista” Ruby. Triángulo que da lugar a una subtrama de corte melodrámatico bastante floja y desequilibrada, ya que mientras el personaje de Lucy, interpretado por una estupenda Karen Steele (1), es bastante tópico y apenas incide en la trama, aunque será una de las primeras personas que intente hacerle comprender a Bart su error, siendo agredida por él; Ruby James, interpretada con acierto por Valerie French, es un personaje fascinante y con una gran importancia en el desarrollo de la historia. Fiel hasta el final a Tate, a pesar de estar a punto de casarse con Lucy, tomará una decisión arriesgada con la que cambiará el destino del cacique y será quien, por fin, haga entrar en razón a Bart. 




Junto a ellos aparece, como ya señalé, un puñado de secundarios magníficamente perfilados. Charles Summerton, padre de Lucy, símbolo de la pérdida del respeto y la dignidad de la población de Sundown al consentir la boda de su hija con Tate por intereses personales. Morley Chase, un ranchero que muestra su desagrado por la situación existente pero es incapaz de enfrentarse al cacique para acabar con la situación. Swede Hanson, un vulgar matón vendido a Tate quien le ha entregado la estrella de latón. Otis, el barman, con una visión poco edificante del ser humano porque como le señala al doctor: “Doc, si hubiera estado sirviendo en un bar como yo no esperaría usted tanto de la raza humana”. Sam, interpretado por un excelente Noah Beery Jr y protagonista de las escasas escenas cómicas del filme, el amigo leal y noble de Bart que intentará hacerle entrar en razón, lo disculpará en todo momento y permanecerá junto a él a pesar de haber sido golpeado por su camarada. Y John Storrow, el doctor del pueblo, uno de los escasos personajes con conciencia en Sundown y decisivo, a través de un inteligente discurso, en la reacción de los habitantes del pueblo al haberlos enfrentado con sus propias miserias.





Sin duda, la película es una de las más desoladoras del ciclo con un final imprevisible, original, duro y amargo en el que vemos a Bart, involuntario elemento catalizador de la revuelta popular contra Tate, emborracharse para, después, salir del pueblo y perderse en la nada mientras el doctor comenta: “Sí, cambió las cosas para todo el mundo en la ciudad. Pero por desgracia no hay nada que podamos hacer por él”. Es un hombre que lo ha perdido todo al enfrentarse a la realidad, incluso un pasado que nunca fue como él tenía idealizado, un época mitificada en cuyo recuerdo había basado su existencia. Estamos ante un individuo con un profundo desgarro en su interior, simbolizado en la herida de su mano, al que no le queda ningún motivo para seguir vivo tras haber estado engañándose durante los tres últimos años, y que ni tan siquiera ha tenido la satisfacción, aunque mínima, de llevar a cabo su venganza. De hecho uno de los personajes al principio de la película advierte de manera premonitoria que: “Cuando un hombre busca su venganza, está tan obcecado por ella que rara vez puede cumplir su deseo”.



“Cita en Sundown” es un filme irregular pero cuenta con un último tramo modélico que lo sitúa por encima de la media de este tipo de productos, aunque no llegue al nivel de las dos primeras entregas del ciclo.

(1) Karen Steele, recordada por su papel en “Marty” (Delbert Mann, 1955) y por aquellos años unida sentimentalmente a Budd Boetticher, participó en tres títulos del ciclo Ranown, la película objeto de esta reseña,  Nacida en el Oeste” (1959) y “Cabalgar en solitario” (1959). Igualmente rodó bajo la dirección de Budd Boetticher el excelente noir “La ley del hampa” (1960), pero su carrera se desarrolló básicamente en la televisión.


martes, 30 de octubre de 2018

LOS CAUTIVOS

ESPECIAL CICLO RANOWN (3)
(The tall T, 1957)

Dirección: Budd Boetticher
Guion: Burt Kennedy

Reparto:
- Randolph Scott: Pat Brennan
- Richard BooneFrank Usher
- Maureen O’SullivanDoretta Mims
- Arthur HunnicuttEd Rintoon
- Skip HomeierBilly Jack
- Henry SilvaChink
- John HubbardWillard Mims
- Robert BurtonTenvoorde

Música: Heinz Roemheld
Productora: Scott-Brown Productions  (USA)

Por Jesús Cendón. NOTA: 7’5.

“Un hombre debe tener algo propio, algo que le pertenezca, algo de lo que sentirse orgulloso”. “A veces no tienes elección” Conversación entre Pat Brennan y Frank Usher, en la que el bandido le confiesa estar cansado de su vida.


ARGUMENTO: Pat Brennan, un ranchero con dificultades económicas, tras perder su caballo en una apuesta es recogido por la diligencia, conducida por su amigo Ed, en la que viaja el matrimonio Mims. Al llegar a la posta más cercana son asaltados por la banda de Frank, quien, al enterarse de la identidad de Doretta Mims y después de asesinar a Ed, pedirá un rescate de 50.000 dólares a su padre. A partir de ese momento Pat y Doretta deberán aliarse para poder salvar sus vidas.


Randolph Scott quedó plenamente satisfecho con el resultado de “Tras la pista de los asesinos” (1) por lo que decidió producir junto con Harry Joe Brown, a través de la compañía Scott-Brown Production, su siguiente wéstern en el que volvió a contar con Budd Boeticher en la dirección y Burt Kennedy en el guion, aunque en esta ocasión adaptó un relato breve del gran escritor Elmore Leonard (2) aparecido en 1955 en la revista Argosy y recientemente editado por Valdemar en su indispensable colección Frontera. Además se aseguró de la distribución de la película por parte de la Columbia, compañía en la que había desarrollado gran parte de su carrera.


Si en “Tras la pista de los asesinos” se abordaban la venganza y la codicia en su condición de motores de la conducta humana, esta película se centra en temas como el fracaso vital y, sobre todo, la soledad. Estamos, pues, ante un filme introspectivo en el que los memorables diálogos adquieren tanta importancia o más que las escenas de acción, por otra parte, de una gran crudeza para la época.

Boetticher estructura el filme en dos partes claramente diferenciadas.


Una larga introducción con un tono ligero, amable, en el que hay lugar incluso para la comedia, y con un aire costumbrista (Brennan compra unos caramelos al hijo del dueño de la posta, más tarde charla con su amigo Ed del futuro representado en la eminente llegada del ferrocarril y por último le vemos sentado con un calcetín roto). En este tramo del filme conoceremos a parte de los personajes que protagonizarán el drama posterior.


Pat Brennan, al que da vida Randolph Scott que durante toda la introducción se muestra algo desubicado y fuera de sus registros habituales con una sonrisa forzada y perenne, es un cowboy que, a pesar de su actitud, ha sufrido el desengaño producido por el trato injusto de su anterior jefe lo que lo llevó a independizarse, encontrándose en estos momentos en una situación económica delicada. Se trata de una persona profundamente individualista y solitaria como se muestra en la escena inicial cabalgando sin compañía y en la posterior charla con el dueño de la posta que frente a su defensa de la soledad le comenta respecto a su situación: “Un hombre no debe pudrirse solo en un lugar así, Pat. Es antinatural”. Estamos ante un individuo tan inteligente como diestro con las armas y será precisamente a través de su intelecto como logrará salvar su vida y la de Doretta. Primero creando la desconfianza entre los forajidos y provocando las primeras fisuras en el escasamente cohesionado grupo, después utilizando los encantos de la señora Mims (al igual que en el anterior filme del ciclo la pulsión sexual está muy presente) y posteriormente utilizando el truco de engañar a otro de los bandidos respecto a los disparos efectuados.


Doretta Mims, interpretada por una adecuada Maureen O’Sullivan (3), es la hija de uno de los hombres más acaudalados de la región y vive marcada por la frustración de no haber sido el vástago que su padre siempre quiso. De carácter introvertido y no demasiado agraciada sufre las consecuencias de una sociedad que reserva a la mujer un solo rol, el de esposa y madre de sus hijos. Todo ello la ha llevado a desposarse con el único hombre que se ha fijado en ella, de tal forma que terminará reconociendo durante su cautiverio a Pat que se casó para evitar estar sola.


Willard Mims, un arribista que ha encontrado en Doretta la posibilidad de su anhelado ascenso social. Envarado y prepotente mostrará los verdaderos rasgos de su carácter, el egoísmo y la cobardía, con el secuestro.


Estos tres personajes vivirán una pesadilla en la segunda y más larga parte de la película, cuyo tono cambia bruscamente. Tramo presidido por la violencia y la tensión creada por el encuentro de los protagonistas con la banda de Frank, en la que Boetticher nos ofrece una mirada personalísima del Far-West alejada de la visión de los grandes directores clásicos. Un Oeste salvaje, brutal, despiadado y sin posibilidad de redención para bandidos como Frank.


Y este personaje es sin duda uno de los grandes aciertos del filme, no sólo por estar interpretado por un excelente Richard Boone, sino también porque nos encontramos ante uno de los villanos más fascinantes, complejos, singulares y originales vistos hasta entonces en un wéstern. Un forajido ambiguo, caracterizado por su rudeza y crueldad pero al mismo tiempo orgulloso de no haber matado personalmente a un hombre en su vida y capaz de mostrar su lado más delicado con Doretta. Parece que con Frank el tándem Boetticher-Kennedy quiso mostrarnos la delgada línea que separaba el bien y el mal en el Lejano Oeste, al presentarnos a un hombre devenido en bandido por una serie de decisiones erróneas que encontrará en Patt a un fiel reflejo de su personalidad, además de atisbar en él lo que podría haber llegado a ser su vida; por lo que desde el primer momento le mostrará su respeto y llegará a reconocer que le cae bien. Incluso se sincerará con el cowboy, como si fuese un viejo amigo, en una extraordinaria escena en el que le confesará que: “Billy Jack y Chink me fastidian. A veces tengo la impresión de estar solo. Siempre hablando sobre el mismo tema, las mujeres y la bebida. No soy un puritano, pero le cansa a uno oir lo mismo a todas horas. Se acaba realmente asqueado”. Un individuo que en el fondo tan solo anhela tener un rancho y una compañera y que, comprendiendo su derrota total y la imposibilidad de poder cumplir sus sueños, se inmola en una carga suicida enfrentándose contra Brennan, el único al que considera digno de acabar con él.


Junto a él, Henry Silva, en su debut en el género, interpreta a Chink un pistolero psicótico capaz de asesinar a hombres desarmados, mujeres e, incluso, niños. Papel repetido frecuentemente por el actor dado su peculiar rostro. Y Skip Homeier, habitual en este tipo de productos en la década de los cincuenta, que da vida a Billy Jack un pistolero algo inexperto e inmaduro pero igualmente peligroso.


Con estos seis personajes Boetticher, a pesar de estar rodada en su totalidad en exteriores, filma una segunda parte claustrofóbica y modélica en relación con la tensión creciente y la violencia contenida en sus imágenes, ambientando este tramo prácticamente en un único escenario natural rodeado de rocas, metáfora del cautiverio existencial de los protagonistas. Cautiverio del que al final de la película parecen liberarse Pat y Doretta, dos seres solitarios unidos en el otoño de sus vidas.


(1) El prestigioso crítico André Bazin calificó la película, de forma entusiasta y para mí algo exagerada, como el mejor wéstern que había visto después de la guerra.

(2) Elmore Leonard (1925-2013) es uno de los grandes escritores noir, hecho que, quizás, haya eclipsado su extraordinaria producción literaria ambientada en el Far-West con títulos como las novelas “Hombre”, llevada a la pantalla grande por Martin Ritt en 1967 con Paul Newman en el papel estelar; “Que viene Valdez”, cuya versión para el cine fue rodada en España y protagonizada por Burt Lancaster en 1971; y el relato corto “El tren de las 3:10 a Yuma”, que cuenta con una memorable adaptación de Delmer Daves en 1957 con Glenn Ford y Van Heflin en los papeles estelares, y un innecesario remake de 2007 perpetrado por James Mangold. Ambas novelas y el relato también han sido editadas por Valdemar en su imprescindible colección Frontera.

(3) Maureen O’Sullivan, madre de la también actriz Mia Farrow, a pesar de su dilatada carrera será siempre recordada por las seis entregas en las que encarnó a Jane la compañera de Tarzán-Weissmuller, inolvidable personaje creado por la pluma de Edgar Rice Burroughs.