(Broken arrow, 1950)
Dirección: Delmer Daves
Guion: Albert Matz
Reparto:
- James Stewart: Tom Jeffords
- Jeff Chandler: Cochise
- Debra Paget: Sonseeahray
- Basil Ruysdeal: General Oliver Howard
- Will Geer: Ben Slade
- Joyce Mackenzie: Terry
- Arthur Hunnicut: Milt Duffield
- John Doucette: Mule driver
- Frank McGrath: Barfly
Música: Hugo Friedhofer
Productora: Twentieth Century Fox Film Corporation. (USA)
Por Jesús Cendón. NOTA: 7’5.
“Hasta este momento no se me había ocurrido pensar que una madre india pudiera echar de menos a sus hijos” Tom Jeffords tras haber curado de sus heridas a un joven y comentarle este que debía volver al poblado para no preocupar a su madre.
En la década de los cuarenta algunos autores mostraron una visión más ajustada a la realidad sobre el conflicto surgido entre los colonos y el ejército estadounidense por una parte, y los nativos norteamericanos por otra; abandonando la imagen deshumanizada y estereotipada del indio como un ser sediento de sangre al que tan sólo se le reservaba un papel amenzante para el hombre blanco. Así Raoul Walsh presentó a los pieles rojas como víctimas de la codicia y de los escasos escrúpulos de especuladores y políticos en su monumental “Murieron con las botas puestas” (1941); mientras que John Ford en “Fort Apache” (1948) responsabilizó a un ignorante en cuestiones indias, además de prepotente y soberbio, Coronel Thursday del enfrentamiento final entre el ejército y los apaches. En ambas cintas los pieles rojas eran tratados con dignidad.
Incluso en 1950, año de producción de “Flecha rota”, dos películas aportaron una visión más positiva de la cultura de las grandes praderas, además de denunciar las injusticias cometidas contra la misma. Me refiero a “La puerta del diablo” de Anthony Mann, en la que el director abordaba el tema de abandono por parte del gobierno de los EEUU de los pieles rojas al estar incapacitados legalmente para tener propiedades por carecer de la nacionalidad estadounidense y “Caravana de paz” de John Ford, que, aunque de forma tangencial, incluía un bellísimo alegato a favor de los navajos y sus costumbres.
Sin embargo, fue la película de Delmer Daves la que ejerció una influencia decisiva en Hollywood y originó en la década de los cincuenta una importante corriente revisionista en la que se cuestionaba la imagen dada hasta ese momento de los pieles rojas, comenzando a retratarlos de forma más sincera; además de mostrar un mayor respeto por su cultura. Tendencia culminada, cómo no, por John Ford en 1964 con “El gran combate” (horroroso nombre en castellano de su título original “Cheyenne autumn”, más poético y acorde con el contenido del filme), en el que el viejo director de origen irlandés mostraba su fascinación, nunca ocultada, por los nativos norteamericanos.
Sin tener la intención de ser exhaustivo y como títulos más significativos dentro de esta primera oleada de wésterns pro-indios o que al menos mostraban un acercamiento hacia los originales habitantes de Norteamérica destacaría “El piel roja” (George Sherman, 1951), “Más allá del Missouri” (William Welman, 1951), “Paz rota” (George Sherman, 1952), “El salvaje” (George Marshall, 1952), “Río de sangre” (Howard Hawks, 1952), “Hondo” (John Farrow, 1953), “Traición en Fort King” (Budd Boeticher, 1953), “Lanza rota” (Edward Dmytryck, 1954), “Apache” (Robert Aldrich, 1954), “Raza de violencia” (Douglas Sirk, 1954), “El gran jefe” (George Sherman, 1955), “Pacto de honor” (André de Toth, 1955), “La última cacería” (Richard Brooks, 1956), “La tierra del orgullo” (Jesse Hibs, 1956), “Yuma” (Sam Fuller, 1957), “Estrella de fuego” (Don Siegel, 1960) y “Los que no perdonan” (John Huston, 1960).
ARGUMENTO: Arizona 1870. Los apaches, liderados por el valeroso Cochise, llevan ya diez años en pie de guerra defendiendo su territorio de la avidez expansiva del hombre blanco. Un antiguo explorador del ejército, Tom Jeffords, se propondrá llevar la paz al territorio para lo que no dudará en entrevistarse con el jefe chiricahua del que se hará amigo. Pero el coste de la paz será muy doloroso.
Delmer Daves, uno de los mayores directores de películas del Oeste y gran renovador del género en la década de los cincuenta, escogió para su primer wéstern la novela de Elliot Arnold “Blood brother” basada en hechos reales y convertida en guion por Albert Matz, escritor víctima de la caza de brujas del infausto senador McCarthy, que abordaba el enfrentamiento entre el hombre blanco y los nativos norteamericanos abandonando los planteamientos simples y maniqueos predominantes hasta ese momento en el cine hollywoodiense; para ofrecernos un retrato honesto y muy bien documentado sobre la sociedad y cultura apaches.
En la misma plantea, en un momento en el que las minorías raciales en EEUU comenzaban a organizarse para denunciar tanto su situación injusta como para reivindicar sus derechos, la necesidad del entendimiento y la convivencia entre culturas separadas por muros de ignorancia y océanos de intolerancia e incomprensión. Reivindicando el conocimiento como herramienta esencial para comprender al otro, para entender a aquel que es diferente. Un tema, la superación de los prejuicios entre miembros de distintas culturas o razas través de su acercamiento, que se convertiría en una constante en sus wésterns sobre el problema indio (“Tambores de guerra” realizada cuatro años después y también basada en un hecho histórico, y “La ley del talión” filmada en 1956).
De hecho, el personaje de Tom Jeffords se puede entender como un alter ego del propio Daves quien convivió durante años con varias tribus indias y estableció un estrecho vínculo similar al de John Ford con los navajos.
Es precisamente Tom quien nos sumerge en la historia con su voz en off, para a continuación Daves descubrir sus cartas al presentar a un joven indio como un ser humano. De hecho en alguna entrevista llegó a afirmar que su intención era algo tan evidente como humanizar a los apaches. Así nos va a presentar a un joven guerrero herido que ha perdido a sus hermanos en el conflicto con los blancos, reza a sus dioses y se muestra preocupado por el hecho de que su madre le pueda echar de menos.
A partir de esa escena Daves estructura la historia con base en una doble relación mantenida por tres personajes:
El propio Jeffords, un hombre desprejuiciado, moderno e incluso adelantado a su tiempo que, hastiado de tanta muerte durante diez años de guerras apaches, se planteará la posibilidad de llevar la paz al territorio.
El valeroso jefe de los chiricahuas Cochise, al que el director reserva una espectacular presentación para acentuar el carácter legendario de su figura. Nos lo describe como un hombre práctico (llega a afirmar en relación a la situación del pueblo apache que: “si sopla el huracán, el árbol debe doblarse o será arrancado de cuajo”), noble, sincero (en un momento dado le comenta a Tom: “yo no rompo mi palabra, es mi vida”), inteligente, realista (asume que: “hablar de la paz es sencillo, pero vivirla no”), sabio y verdaderamente comprometido con la paz ( al final del filme sentencia respecto a la situación de Tom: “De igual modo que soporto la muerte de mi gente, soportarás tú la de tu esposa”).
Sonseeahray, interpretada por una quinceañera Debra Paget, símbolo de la pureza, inocencia y candidez.
Los dos primeros comenzarán una relación basada en la sinceridad que oscilará desde la cautela inicial, pasando por una creciente admiración, hasta una intensa amistad. Mientras que el antiguo explorador y la joven apache protagonizarán una bella y trágica historia de amor interracial. Son ambas relaciones, que por momentos parecen interesar más al director que la propia historia por lo que el ritmo del filme se resiente, las que permiten a Daves, gracias a sus amplios conocimientos, detenerse en la descripción casi documental de las costumbres del pueblo apache, cuya forma de vida se caracterizaba por su total armonía con la naturaleza.
Junto a Tom y Cochise, será decisivo en la pacificación del territorio por el bando del rostro pálido el general Howard, un tipo de personaje recurrente en la filmografía wéstern del director. Hombre profundamente religioso, tras ser derrotado por Cochise en una espectacular batalla rodada excelentemente por Daves a base de panorámicas, apostará decididamente por la paz y se mostrará tan sincero y honorable como el jefe chiricahua.
Los cuatro personajes deberán superar la incomprensión, el resentimiento y el odio generado por el conflicto en ambos bandos a lo largo del tiempo.
Así, el filme nos presenta al rostro pálido, salvo excepciones, moviéndose por estereotipos, actuando de forma maniquea (llegan a espetarle a Tom que si no combate a los indios es que está con ellos) y capaz, en una escena con claras referencias a la paranoica situación vivida por los EEUU con el senador McCarthy, de linchar a un hombre basándose en meras conjeturas o, incluso, de pagar por cabelleras de los pieles rojas. Mientras que el pueblo apache aunque es retratado con más simpatía (se hace hincapié en que fue el hombre blanco el que rompió el tratado de paz) tampoco se escapa de la mirada crítica de Daves en una secuencia, estéticamente impresionante cuya composición me recuerda al cuadro de Goya sobre los desastres de la guerra titulado “Grande hazaña con muertos”, en la que nos muestra su crueldad al torturar a varios hombres blancos. Además de presentarnos a un grupo de apaches, liderado por Geronimo, que no acepta la paz y atacará a una diligencia poniendo en grave peligro a esta.
“Flecha rota” quizás no sea el mejor wéstern de un director que nos legó cintas del nivel de “La ley del talión” (1956), “Jubal” (1956), “El tren de las 3:10” (1957) o “El árbol del ahorcado” (1959); pero, sin duda, fue una película muy necesaria y esencial para la evolución del género en los años venideros.
Como curiosidades os puedo citar las siguientes:
- Albert Matz obtuvo el Oscar al mejor guion, pero al estar incluido en la lista negra lo tuvo que recoger Michael Blankfort, escritor y amigo suyo que además figura como autor del libreto en los títulos de crédito. Hasta la década de los noventa no se le reconoció a Matz la autoría del mismo.
- Jeff Chandler, nominado al Oscar al mejor actor secundario, interpretó a Cochise en otras dos ocasiones: “Paz rota” (1952) y “Raza de violencia” (1954). En la última efectuaba un cameo y cedía el protagonismo a su hijo Taza, interpretado por un emergente Rock Hudson.
- El éxito de la película originó una serie de televisión que se mantuvo en antena durante cuatro años (1956 a 1960) con Michael Ansara en el papel de Cochise y John Lupton en el de Tom Jeffords.
- La película recibió críticas tanto de los sectores más puristas por hablar los apaches en inglés, como de los grupos más retrógrados por mostrar abiertamente una relación amorosa interracial.