NOSOTROS

Mostrando entradas con la etiqueta Rock Hudson. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rock Hudson. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de diciembre de 2017

EL ÚLTIMO ATARDECER

(The last sunset, 1961)

Dirección: Robert Aldrich
Guion: Dalton Trumbo

Reparto:
- Rock Hudson: Dana Stribling
- Kirk DouglasBrendan “Bren” O’Malley
- Dorothy MaloneBelle Breckenridge
- Joseph CottenJosh Breckenridge
- Carol LynleyMelissa “Missy” Breckenridge
- Neville BrandFrank Hobbs
- Regis ToomeyMilton Wings
- Jack ElamEd Hobbs
- Adam WilliamsCalverton

Música: Ernst Gold
Productora: Bryna Production (USA)

Por Jesús Cendón. NOTA: 7,5

"Es difícil odiar a una persona cuando la conoces” (Dana Stribling conversando sobre Brendan O’Malley con Belle Breckenridge antes de acudir al duelo).


Durante la época dorada de Hollywood la industria cinematográfica estuvo dominada por las grandes productoras, las denominadas “major”. Controlaban todas las etapas de la producción desde sus primeras fases hasta la distribución en salas de su propiedad. Incluso a sus grandes estrellas, con contratos exclusivos y a pesar de los sueldos astronómicos y el trato exquisito recibido, les imponían los filmes en los que debían participar y el tipo de personaje a interpretar.


Esta forma de concebir el cine originó una reacción, tanto por parte de directores como de actores, tendente a escapar del despotismo de los magnates de las grandes productoras mediante la creación de compañías independientes con las que controlar sus carreras cinematográficas. Así, por ejemplo, Frank Capra, William Wyler y George Stevens fundaron tras volver de la Segunda Guerra Mundial la efímera Liberty Films; John Ford la Argosy Pictures, con la que rodaría, entre otras, su Trilogía sobre la caballería; John Wayne la Batjac (nombre de la empresa comercial de “La venganza del Bergantín”-Edward Ludwig, 1948-) o Burt Lancaster, en honor a su mujer, la Norma Productions y más tarde, también junto a Harold Hecth y James Hill, la Hill-Hecht-Lancaster.


Kirk Douglas, un actor con inquietudes y fuerte personalidad, fundó, igualmente, su propia productora con el nombre de su madre, la Bryna Production, con la que desde mediados de la década de los cincuenta se embarcó en distintos proyectos de gran calidad como “Senderos de gloria” (Stanley Kubrik, 1957), “Los vikingos (Richard Fleischer, 1958), o “Espartaco” (Stanley Kubrik, 1960); películas en la que su implicación, desde el punto de vista artístico, fue total.


ARGUMENTO: Brendan O’Malley, un forajido perseguido por el sheriff Dana Strebling, llega al rancho situado en México de Josh Breckenridge casado con su antiguo amor, Belle. Ambos, perseguidor y perseguido, aceptarán el ofrecimiento de Breckenridge consistente en llevar su ganado a Texas y pospondrán su enfrentamiento hasta la entrega de este. La situación se complicará con el asesinato de Breckenridge, el paulatino acercamiento entre Dana y Belle y la creciente atracción de “Missy” por Brendan.


“El último atardecer” fue la tercera incursión de Douglas como productor en el wéstern tras las exitosas “Pacto de honor” (André De Toth, 1955) y “El último tren de Gun-Hill (John Sturges, 1959); y. para la ocasión se rodeó de un grupo de grandes colaboradores.


Así encargó la dirección a Robert Aldrich que había ofrecido un rendimiento altísimo en dos wésterns producidos e interpretados por su amigo Lancaster (“Apache” y “Veracruz”). En esta ocasión, aunque no consigue mantener la misma intensidad a lo largo de todo el metraje (sobre todo en el viaje transportando el ganado con la resolución algo precipitada de determinadas situaciones) y demuestra cierto desinterés por la historia de amor entre Dana y Belle, nos obsequia con grandes escenas difícilmente olvidables, como la del reencuentro entre Brendan y Belle, la correspondiente a la humillación de Josh Brekenridge en un saloon fronterizo, la relativa a la última noche entre Brendan y “Missy” de un acentuado lirismo y en la que las palabras de despedida tienen un distinto significado para ambos enamorados y, sobre todo, el gran duelo final; un prodigio de dirección y montaje, con imágenes simultaneas de los cuatro protagonistas involucrados física y emocionalmente; superior, incluso, al ofrecido en “Veracruz”. Me atrevería a decir que es uno de los mejores enfrentamientos cara a cara rodados por un director de wéstern clásico, en el que consigue mantener la incertidumbre de su desenlace hasta el final; además de agigantar la figura de O’Malley, al asumir, con una enorme dignidad, esos últimos pasos que le acercan irremediablemente al final de su camino.


Profundamente liberal, Douglas volvió a contar como guionista, tras su colaboración en “Espartaco”, con Dalton Trumbo; uno de los Diez de Hollywood (lista negra confeccionada durante la caza de brujas por el senador McCarthy) con objeto de reivindicarlo y rehabilitarlo, para lo que, al igual que en la película citada, el escritor apareció con su nombre verdadero en los títulos de crédito. Trumbo escribió una auténtica tragedia clásica en el lejano Oeste con un hecho escabroso como detonante del drama final. Una historia que carece de verdaderos héroes y protagonizada por unos personajes profundamente golpeados por su pasado:


Brendan es un inadaptado, un marginado capaz de vagar sin rumbo fijo y con un solo objetivo: recuperar al gran amor de su vida. Un hombre anclado en el pasado e incapaz de evolucionar, con una personalidad compleja y contradictoria. Un personaje con incierto presente y escaso futuro que se nos muestra como una persona sensible (escribe poesías, protege un nido de las pisadas de los caballos), romántica y seductora; pero a la vez tendente a estallidos de violencia incontrolados. De hecho Belle le dirá: “A ti no te gusta la tranquilidad, Bren. Siempre llevas la tempestad donde vas”.


Belle es una mujer cuyos sueños de juventud se truncaron por su encuentro con Bren. Así, a pesar de haber pertenecido a la aristocracia de Richmond, ha terminado aceptando un matrimonio de conveniencia y viviendo en un rancho perdido en México.


Dan persigue incansablemente a Brendan, no tanto por hacer justicia como por satisfacer sus deseos de venganza, ya que el pistolero es el responsable de la muerte de su cuñado y del suicidio de su hermana. Este hecho le llevará, incluso, a viajar México en donde carece de jurisdicción. Hombre solitario, perdió en la guerra a su mujer y a sus dos hijas, parece que su único objetivo vital es atrapar a O’Malley.


Por último, Josh es un hombre débil y alcoholizado al no haber podido superar un acto de cobardía protagonizado durante la Guerra de Secesión.

Para interpretar a estos complejos personajes el productor contó con un gran reparto.


Como protagonista, a pesar de ser su papel más corto y menos atractivo, figura Rock Hudson. La Universal, distribuidora del filme, le impuso al actor a Kirk Douglas, así como su posición en primer lugar en los títulos de crédito dada su popularidad en ese momento. Rock Hudson cumple en un personaje bastante desagradable por su inflexibilidad y deseo de venganza. No obstante, pienso que el papel hubiera necesitado de un actor con mayor presencia como, por ejemplo, Burt Lancaster, Robert Mitchum o Robert Ryan. Interpretes con mayor capacidad para dar la réplica a Kirk Douglas.


Este se reservó el mejor papel. Un hombre torturado, personaje típico en su carrera, que le permitió lucirse exhibiendo una infinidad de sentimientos, desde el amor al odio pasando por la desilusión, la desesperación o la violenta locura. Mostrando un gran abanico de registros interpretativos siempre al borde del histrionismo. Incluso se luce en dos temas cantados, uno de ellos interpretado en castellano.


Dorothy Malone está esplendida como Belle, papel inicialmente pensado para Lauren Bacall, actriz de una mayor elegancia y belleza pero carente de la carnalidad que requería el papel; mientras que Joseph Cotten hace una gran composición como el derrotado esposo de la anterior, y Carol Lynley, con su cara angelical, era una actriz muy adecuada para interpretar a la dulce e inocente “Missy”, con la que Brendan intentará recuperar un pasado que pudo ser pero nunca fue.


En definitiva, “El último atardecer” es un drama profundamente romántico travestido en wéstern, que, sin abandonar los códigos de este género, constituye, a pesar de su irregularidad, una de sus propuestas más originales en la década de los sesenta.




lunes, 1 de febrero de 2016

HORIZONTES LEJANOS

(Bend of the river) - 1952

Director: Anthony Mann
Guion: Borden Chase

Intérpretes:
- James Stewart: Glyn McLyntock
- Arthur Kennedy: Emerson Cole
- Julia Adams: Laura Baile
- Rock Hudson: Trey Wilson
- Jay C. Flippen: Jeremy Baile
- Chubby Johnson: Capitán Mello
- Harry Morgan: Shorty

Música: Hans J. Salter
Productora: Universal Pictures
País: Estados Unidos

Por: Jesús Cendón. Nota: 8,5

“Cuando una manzana está podrida si no la tiras a la basura echa a perder a las demás” “No es lo mismo un hombre que una manzana” (conversación entre Jeremy Baile, el jefe de los colonos, y Glyn McLyntock).

Segunda colaboración entre Anthony Mann (director), James Stewart (actor), Borden Chase (guionista) y Aaron Roosenberg (productor) que, con claras connotaciones bíblicas, aborda el tema de la difícil reinserción de los delincuentes en la sociedad a través de tres pistoleros que mantienen a lo largo de la película posicionamientos morales y éticos diferentes.




El filme narra las peripecias de una caravana de colonos que parten de Missouri (lugar de depravación y vicio) a Oregón buscando, al igual que el pueblo judío más de 3.000 años antes, la Tierra Prometida; en donde pretenden fundar una nueva colonia basada en el trabajo, la justicia y la paz. Para ello, contratarán a Glyn McLyntock (magnífico James Stewart) un guía que cuenta, al igual que Moisés, con un turbio pasado y se embarcará en un viaje, no sólo físico sino también existencial con el objeto de redimirse de su vida anterior.



Así Glyn, en determinado tramo de la película, será consciente de que la vida de los inmigrantes se encuentra en sus manos y no dudará, a pesar del peligro, en enfrentarse a aquellos que amenazan con acabar con la existencia de la comunidad de la que ha comenzado a formar parte. Su proceso de redención ha culminado, demostrando de esta manera que los hombres no son como las manzanas y pueden cambiar.



Junto a él Emerson Cole (memorable Arthur Kennedy), otro siniestro personaje que, atraído por el becerro de oro (los cien mil dólares ofrecidos por los mineros a cambio de las provisiones de los colonos), terminará por traicionar a su amigo.




Por último, nos encontramos con Trey Wilson, encarnado por un joven Rock Hudson, quien, al igual que el personaje de Laura (la habitual en este tipo de producciones Julia Adams), mantendrá una posición ambigua. Así, se verá atraído inicialmente por la riqueza pero terminará posicionándose a favor de los colonos.


Junto al tema principal de la redención se abordan otros como el de la construcción de los EE.U, con la marcha de los colonos al oeste en el que vivirán todo tipo de vicisitudes hasta poder asentarse; o la corrupción y el abuso del poder, al ser víctimas los inmigrantes de la ambición del cacique del lugar que especulará con los alimentos inicialmente vendidos a estos ante la posibilidad de obtener un mayor precio por ellos debido a su creciente demanda por parte de los mineros recién llegados.


En definitiva, estamos ante un excelente western de ritmo trepidante, sin tiempos muertos, con una magnífica utilización del fuera de plano; en el que el paisaje, como era habitual en Anthony Mann, se convierte en un elemento dramático más, y con secundarios difícilmente olvidables, como el capitán del barco al que se debe la frase más famosa de la película: “Nunca debimos abandonar el Mississippi”.