NOSOTROS

Mostrando entradas con la etiqueta Howard Keel. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Howard Keel. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de febrero de 2019

ATAQUE AL CARRO BLINDADO

(The war wagon, 1967)

Dirección: Burt Kennedy
Guion: Clair Huffaker

Reparto:
- John Wayne: Taw Jackson
- Kirk DouglasLomax
- Howard KeelLevi Walking Bear
- Robert Walker Jr.Billy Hyat
- Keenan WynnWes Fletcher
- Bruce CabotPierce
- Joanna BarnesLola
- Bruce DernHamond
- Gene EvansDeputy Hoag

Música: Dimitri Tiomkin
Productora: Batjac Productions, Universal Pictures, Marvin Schwartz

Por Jesús Cendón. NOTA: 6,5

El mío ha caído primero”. “Pero el mío era más alto”. Conversación entre Lomax y Taw Jackson tras haber acabado con dos de los esbirros de Pearce.


El coste de “El Alamo” (1960) se disparó obligando a John Wayne, productor del filme a través de su compañía la Batjac, a hipotecar todos sus bienes y después, al no haberse obtenido inicialmente el rendimiento económico previsto aunque finalmente fuera un wéstern muy rentable, a vender los derechos de la película a la United Artits, compañía distribuidora del filme. Prácticamente arruinada, la estrella tuvo que aparcar su labor de productor y dedicarse exclusivamente a interpretar películas a un ritmo frenético. Así, tan sólo en 1962 protagonizó “¡Hatari!”, modélica cinta de aventuras africanas rodada por Howard Hawks en su tercera colaboración con Wayne, y “El hombre que mató a Liberty Valance”, cumbre creativa de John Ford; y, además, realizó dos apariciones estelares en “La conquista del Oeste” y “El día más largo”, que le proporcionaron pingües beneficios.


Recuperado económicamente, en 1963 resucitó la Batjac con “El gran MacLintock” (Andrew Victor McLaglen) y en 1966 se asoció con la Brynna de Kirk Douglas (1) para producir “La sombra de un gigante” (Melville Shavelson), biopic del coronel David Marcus protagonizado por Douglas en el que se reservó un pequeño papel.


El entendimiento entre ambas estrellas fue total por lo que Wayne volvería a contar con Douglas para su siguiente proyecto “Ataque al carro blindado” una película del Oeste basada en la novela “Badman” escrita por Clair Huffaker, habitual autor wéstern (2), cuyos derechos había comprado hacía tiempo.


Al igual que con “El gran MacLintock” el veterano actor no quiso correr excesivos riesgos y se rodeó de colaboradores de su más absoluta confianza como el operador William H. Clothier, su director de fotografía favorito, o el mítico Dimitri Tiomkin, autor de la partitura de “El Alamo”, que compuso una banda sonora con sus característicos temas incidentales y una canción muy pegadiza, “La balada del carro blindado”, interpretada por Ed Ames que se escucha acompañando a los títulos de crédito mientras vemos al carro blindado y consigue predisponer al aficionado a favor del filme. Además confió la dirección al otrora gran guionista Burt Kennedy (3), un cineasta fiable y fácilmente manejable para John Wayne. De hecho Kirk Douglas ha señalado reiteradamente que Wayne constantemente daba instrucciones a Kennedy sobre cómo rodar determinadas secuencias e, incluso, llegó a filmar alguna escena.


ARGUMENTO: Una vez cumplida su condena de tres años en prisión, Taw Jackson decide vengarse del hombre que le acusó injustamente y se adueñó de su rancho en el que se había encontrado oro. Para llevar a cabo su plan, consistente en robar un carro que transportará próximamente 500.000 dólares, contratará a un grupo heterogéneo de individuos.



Pocas estrellas como Wayne sabían lo que el público esperaba de una película protagonizada por él, por eso concibió “Ataque al carro blindado” como un filme que reivindicaba los valores de las películas del Oeste clásicas cuando este, a finales de la década de los sesenta, comenzaba a dar muestras de su decadencia frente a la proliferación de los wésterns crepusculares, revisionistas e, incluso, los realizados en Europa, de creciente éxito, caracterizados por su excesiva violencia y por una visión más crítica y realista de los EEUU en el siglo XIX.


De hecho la premisa argumental del filme, un individuo que pretende recuperar la fortuna arrebatada por el ambicioso cacique del lugar, recuerda a “Los cuatro hijos de Katie Elder”; mientras que su estructura, con un grupo de amigos que deben mantenerse unidos para enfrentarse y vencer a un enemigo en común que le supera en número, remite a Howard Hawks. Incluso como en los wésterns del “viejo zorro plateado” el filme cuenta con un tono desenfadado; estando el humor muy presente durante toda la cinta. En este sentido destacan los diálogos cargados de ironía, sobre todo los correspondientes a Taw, Lomax y el indio Levi Walking Bear.


Sin embargo la originalidad del filme radica en trasladar al Lejano Oeste una trama propia de los thrillers y más concretamente del subgénero atraco perfecto, en los que la elaborada planificación y ejecución del robo, en esta ocasión brillantemente rodado, constituyen el núcleo de dichos filmes. En este, además, destacan igualmente, junto con la extraordinaria y larga secuencia del robo, la magnífica pelea, perfectamente coreografiada, que tiene lugar en el saloon con, de nuevo, elementos humorísticos y las escenas que ahondan en la relación de los dos socios principales (Taw y Lomax), sobre todo durante la primera media hora de la cinta; anticipándose en este aspecto a las denominadas buddy movies o películas de colegas de moda en los años ochenta.


Pero sin duda, la mejor baza de la cinta radica en el carisma del dúo protagonista. Un pletórico John Wayne y un atlético Kirk Douglas que se muestran muy cómodos en sus respectivos papeles como Taw Jackson y Lomax, un pistolero mujeriego contratado para matar a Taw que este convertirá en su socio por su rapidez con el revólver y su habilidad para abrir cajas fuertes.

Además de Lomax, Taw contará con un grupo variopinto de inadaptados:


Levi Walking Bear, un pintoresco indio interpretado por Howard Keel que intenta adaptarse sin éxito al mundo de los blancos. De hecho le comentará a Taw: “Sí, he aprendido a vivir en el mundo del hombre blanco. A hacer lo que el hace. A coger lo que se puede cuando se puede”. Su colaboración será fundamental ya que es el encargado de negociar el apoyo al robo con la tribu de los kiowas.


Billy Hyat al que da vida Robert Walker Jr. (hijo del prematuramente malogrado y gran actor Robert Walker), un joven alcoholizado experto en explosivos.


Wes Fletcher encarnado por Keenan Wynn, un individuo irascible y paranóico infiltrado en la banda de Pierce. Está casado con una mujer más joven, comprada a sus padres por 20 dólares y un caballo, por la que se sentirá atraído Billy, provocando este hecho fricciones en el grupo.


Con estos personajes protagonizando la trama del robo, el tándem Kennedy-Huffaker construye una cinta agradable de ritmo trepidante y caracterizada por su jovialidad, dinamismo, vitalidad y ligereza (aunque se alude a la injusta situación de los indios; el propio carro blindado remita a un mundo incipiente en el que los pistoleros no tendrán cabida y de hecho el robo se pueda entender como un enfrentamiento entre clasicismo y modernidad; o el final tenga un carácter moralizante con homenaje incluido a “El tesoro de Sierra Madre”-John Huston, 1948-).


“Ataque al carro blindado”, es, por tanto, un filme honrado, técnicamente bien hecho y que no defrauda al proporcionarnos lo que nos ofrece: cien minutos de plena diversión, hecho que siempre es de agradecer.


(1) La primera película en la que intervinieron ambos fue el drama bélico dirigido por Otto Preminger en 1965 “Primera victoria” y, a pesar de sus conocidas diferencias políticas y sus fuertes personalidades, se entendieron perfectamente.

(2) Clair Huffaker es autor, entre otras, de las novelas en las que se basaron “El precio por la libertad” (Harry Keller, 1960), “Estrella de fuego” (Don Siegel, 1960), “Justicieros del infierno” (Herbe Coleman, 1961), “Río Conchos” (Gordon Douglas, 1964) o “La quebrada del diablo” (Burt Kennedy, 1971), de cuyas adaptaciones al cine también se ocupó. Además de escribir los libretos originales de “Los comancheros” (Michael Curtiz, 1961) o “Los 100 rifles” (Tom Gries, 1969).

(3) Burt Kennedy era un profesional bien conocido por John Wayne ya que fue el responsable de los guiones de tres películas producidas por la Batjac en la década de los cincuenta: “Tras la pista de los asesinos”, wéstern dirigido por Budd Boetticher con el que se inició el ciclo Ranown; “Matar a un hombre”, debut como director de Andrew Victor McLaglen; y “Man in the vault”, un thriller igualmente filmado por McLaglen.

jueves, 30 de noviembre de 2017

UNA VIDA POR OTRA

(Ride vaquero!, 1953)

Dirección: John Farrow
Guion: Frank Fenton

Reparto:
- Robert Taylor: Rio
- Ava Gardner: Cordelia Cameron
- Howard Keel: King Cameron
- Anthony Quinn: José Constantino Esqueda
- Kurt Kasznar: Padre Antonio
- Ted de Corsia: Sheriff Parker
- Jack Elam: Barton
- Walter Baldwin: Adam Smith

Música: Bronislau Kraper
Productora: Metro Goldwyn Mayer


Por Jesús Cendón. NOTA: 6,5

“Siempre ha habido portadores de progreso y hombres que lo combaten como José Esqueda. Es la civilización y me han dicho que es algo muy importante”. “Usted no cree en ella ¿verdad?”. “Un hombre debe creer en su perro y en su enemigo” (Conversación entre Rio y King Cameron).



Me ha quedado un regusto agridulce al terminar de ver “Una vida por otra”, sin duda un sólido wéstern, al tener la sensación de que se perdió una gran oportunidad por parte de la Metro Goldwyn Mayer (una “major” que en la década de los cincuenta no mostró especial predilección por este género como la Universal y prefirió seguir embarcada en musicales y películas de aventuras, sellos de su identidad), ya que se partió de un gran libreto de Frank Fenton (autor entre otros de los guiones de “Fort Bravo”, “Río sin retorno” y “El Jardín del Diablo”) en el que se abordaban cuestiones muy interesantes como el final de un estilo de vida ahogado por la llegada de la civilización, la lucha de clases (Esqueda y sus hombres representan al proletariado frente a la burguesía e , incluso, la aristocracia personificadas por el matrimonio Cameron, propietario de unas tierras hasta ese momento libres de las que comenzarán a ser desplazados los primeros), la reconstrucción de un país destrozado por la Guerra de Secesión, la tristeza por traicionar a quien quieres y sobre todo el profundo dolor sentido por el traicionado, la asunción hasta el final de tus decisiones, la grandeza de la renuncia, la fidelidad a unos principios, etcétera. Además de contar con unos excelentes diálogos, con brillantes réplicas y contrarréplicas de los protagonistas propias del mejor cine negro. Así en la primera escena que comparten King y Rio, el primero comenta  “No es este lugar el más indicado para una mujer educada” y el segundo contesta “No lo sé, no he conocido a ninguna”; en otra escena, tras amenazarle con requisar su revólver, el sheriff le pregunta a Rio “¿Cómo te las vas a componer sin revólver?” y el pistolero le responde “Asistiendo a un entierro como protagonista”; mientras que al final Cordelia le pregunta a su marido “¿Qué puedo hacer para que me perdones” y King le replica “Yo puedo perdonar todo lo que tú puedas olvidar”.



La sorpresa se acentúa por el hecho de que la Metro, para rodar el filme y además de contar con un elenco espectacular, dispusiese de profesionales de primer orden como el director de fotografía Robert Surtees (”Quo Vadis”, “Cautivos del mal”, “Mogambo”, “Fort Bravo”) o el director artístico Cedric Gibbons (premiado a lo largo de su carrera con once Oscars y nominado en treinta ocasiones), y sin embargo encomendara su realización a John Farrow, un sólido director pero no de los más importantes con los que contaba en su nómina que, además, en esta ocasión ofreció un rendimiento inferior al habitual, siendo incapaz de transmitir tanto la pasión amorosa de Cordelia por Rio, como el tono trágico que el filme requería; y ofreciéndonos una dirección técnicamente irreprochable pero algo desmayada y carente de fuerza.



ARGUMENTO: A Brownsville, una zona fronteriza de Texas, llega el matrimonio compuesto por King y Cordelia Cameron con la intención de asentarse y criar ganado. Pronto chocarán con Esqueda y su banda de forajidos, entre los que se encuentra su “hermano” y lugarteniente Río, que quemarán su rancho. Pero King no se dará por vencido y plantará cara a Esqueda, contando para ello con la inesperada colaboración de Rio enamorado, a su vez, de Cordelia. El drama está servido.



El filme, con un tono de tragedia clásica, cuenta con una doble trama.

En primer lugar el enfrentamiento entre dos hombres muy diferentes por un territorio, un reino (de hecho no creo que sea casualidad que uno de los personajes se llame King y el otro tenga como segundo nombre Constantino). Enfrentamiento, fruto del choque de dos formas diferentes de entender la vida que representan el futuro y el pasado, la evolución y la involución; cuyo resultado sólo puede ser la aniquilación de uno de los rivales y la apropiación de todo el territorio por el vencedor.



Pero, sobre este arco argumental se superpone otra trama de dimensiones shakesperianas al establecerse un peculiar triángulo entre el matrimonio Cameron y el pistolero Rio en el que se entremezclará la atracción física entre Cordelia y el forajido y la creciente amistad entre este y King. Triángulo que a su vez se superpone a la relación casi fraternal entre dos individuos tan diferentes como Rio y Esqueda.

El wéstern, por tanto, sin abandonar los códigos propios del género tiende a la introspección y se centra en la evolución de las relaciones entre los cuatro personajes principales:



Rio interpretado por Robert Taylor que disfrutaba de una segunda juventud tras haber protagonizado “Quo Vadis” y se convertiría en el estandarte junto a Stewart Granger de las películas de aventuras de la Metro durante esta década. Es un individuo taciturno, contenido, frío, profundamente escéptico (llega a afirmar “En esta tierra, señora, lo único cierto respecto al mañana es que ha de llegar”) y, aparentemente, sin emociones; del que Esqueda comenta “Para matarte no habría que buscarte el corazón”. Adoptado por la madre de Esqueda, no termina de encajar ni en el mundo de los mexicanos, ni en el de los anglosajones; además de parecer despreciar su forma de vida basada en la delincuencia. Se trata del prototipo del héroe o antihéroe romántico que se encontrará atrapado entre la creciente atracción que siente por Cordelia, el respeto y posterior admiración por King, y su profundo cariño por Esqueda, aunque se muestre en todo momento muy crítico con él. Su destino parece estar marcado, terminando por traicionar a su hermano adoptivo y enfrentarse a él con el objeto de proteger a la familia Cameron y permitir el avance de la civilización.



Cordelia Cameron al que da vida una Ava Gardner un tanto apagada al no desplegar todos sus encantos y mostrarse menos fogosa que en otras películas. Prototipo de la aristocracia sureña arruinada tras la guerra civil, se debatirá entre su cariño a King y la pasión que le despierta Rio.



King Cameron, encarnado con su sobriedad habitual por Howard Keel antes de protagonizar “Siete novias para siete hermanos”. Hombre tenaz, valiente, severo, orgulloso, resuelto y honrado; es la imagen del colono estadounidense y de su determinación, además de representar el progreso y la civilización frente a la barbarie. Será capaz de dar una segunda oportunidad a Rio, tema habitual en la cultura anglosajona, estableciendo una profunda relación de amistad, quizás no explicada correctamente, basada en la mutua confianza y lealtad.



Y por último José Constantino Esqueda, personaje que permitió a Anthony Quinn mostrar su desbordante personalidad siempre al borde del histrionismo y eclipsar al resto del reparto (es inevitable acordarse de su Eufemio en “Viva Zapata” dirigida por Elia Kazan un año antes). Se comporta como una especie de emperador en un territorio sin ley (también en este caso el filme presenta semejanzas con “Encubridora” de Fritz Lang, sobre todo en las escenas desarrolladas en el poblado habitado solamente por bandidos) pero consciente de que, con el fin de la Guerra de Secesión, su mundo tiene los días contados. Personaje contradictorio, tan brutal como generoso (sensacional la escena del atraco al banco), siente un profundo cariño por Rio y se mostrará roto de dolor por la traición de este, engaño que no asumirá hasta el último momento.



En definitiva, “Una vida por otra” es un wéstern atípico, con personajes muy bien desarrollados que, pese a sus imperfecciones, contiene los elementos y aciertos suficientes para satisfacer a los aficionados a este género.